“No, aire,
no te vendas,
que no te canalicen,
que no entuben,
que no te encajen
ni te compriman,
que no te hagan tabletas,
que no te metan en una botella,
¡cuidado!
Pablo Neruda, Oda al aire
Reconozco que he copiado. Reconozco que he plagiado. Reconozco que me he inspirado en el trabajo ajeno. Reconozco, asimismo, que la Oda al aire de Pablo Neruda me ha venido sugerida por uno de los verdaderos gigantes de la literatura española del siglo XX, Miguel Delibes. Es precisamente esta oda la que el autor vallisoletano escogió, a modo de cita inicial, para introducir uno de sus últimos trabajos, La tierra herida. Le alabo, una vez más, el gusto y tomo prestada la composición de Neruda para iniciar la entrada de hoy. A cambio, publicidad gratuita, -porque él lo vale-, de un libro que de forma sencilla explica los principales escollos que el ser humano ha de resolver en breve y que conforman lo que se ha dado en llamar la crisis medioambiental. El otro día hablaba de incentivos: pues bien, la lectura y comentario de esta pequeña obrita, que sigue la cómoda fórmula periodística del diálogo/entrevista, supondrá un punto extra para los alumnos de 1º de Bachillerato.
Y nuevamente hoy retomo la cuestión. La entrada vuelve a pivotar sobre razones que mueven a una acción. De otro modo, sobre una de las políticas de incentivos que enumeré el otro día: los llamados permisos de emisión negociable (PEN). Como siempre, comenzaré por explicar en qué consisten estas políticas. Básicamente, en un sistema de permisos de emisión negociables se crea un tipo de derecho de propiedad: el derecho a emitir sustancias contaminantes. Puede resultar paradójico porque precisamente el objetivo último de las políticas de incentivos se encamina a la reducción de la contaminación. Y ahí reside la explicación: se pretende la reducción, no la eliminación. La premisa de fondo, por consiguiente, pasa por la admisión de que un cierto grado de contaminación es inevitable: es el coste del desarrollo que aunque haya de ser minimizado, no puede ser erradicado absolutamente. El debate acerca del desarrollo está implícito: ¿es deseable? ¿es posible? Y si lo es, ¿hay límites temporales? Demasiadas preguntas que en el fondo apuntan a un hecho innegable: los compromisos ideológicos de las políticas económicas. Nuevamente lo normativo se cuela por los resquicios.
Volviendo a los PEN, hay que señalar que son negociables: todos los que tengan licencia para participar en el mercado de permisos pueden comprarlos y venderlos al precio que convengan los participantes. La autoridad económica ha de decidir cuántos permisos quiere poner en circulación: por tanto, está estableciendo unos límites a la capacidad de emisión. Posteriormente habrá de distribuir los permisos entre las distintas fuentes de contaminación. Por consiguiente, es necesario encontrar una fórmula que permita determinar la cuota que correspondería a cada una de las fuentes. Imaginemos que una empresa recibe un número de permisos que le impiden mantener su nivel de emisiones actual. Esa organización habrá de decidir entre contaminar menos y ajustarse a su cuota (para lo cual habrá de echar mano, por ejemplo, de mejores tecnologías); comprar permisos adicionales a otras empresas que no los vayan a utilizar o incluso, reducir sus emisiones de tal forma que llegue a disponer de permisos extra que pueda poner posteriormente a la venta.
Los incentivos son evidentes: el que contamina menos puede obtener un beneficio por su renuncia; para ello, evidentemente ha de existir un mercado de permisos. Esta política es especialmente interesante porque supone un acicate para que las organizaciones emprendan actividades de investigación y desarrollo que desemboquen en tecnologías que ayuden a reducir las emisiones.
La adecuada comprensión de esta política necesitarí explicaciones ulteriores en forma de gráficas, costes marginales e ingresos. Ahora bien, con lo explicado creo que mis alumnos y quienes se interesen por estos temas, pueden hacerse una idea aproximada de su funcionamiento. Interesante, sin duda.
2 comentarios:
Buenas tardes a todos,
Lo que pregunto hoy vuelve a ser fruto de mi desconocimiento en la materia: ¿hay datos sobre la puesta en marcha de éste sistema y sobre si ya se ha medido algún beneficio ambiental concreto?
Creo que las aplicaciones correctas de ideas como la que nos ha expuesto Begoña en éste artículo son, sencillamente, cruciales para nuestro futuro...
Buenas noches, Joaquín:
Interesante pregunta, sin duda.
La responderé con calma en otra entrada o en otro comentario. Pero para ir abriendo boca, recomiendo este link
http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/16782/05/06/RSC-La-Union-Europea-se-plantean-subastar-los-permisos-de-emision-de-CO2-como-mecanismo-para-controlar-el-mercado.html
(no queda más remedio que cortar y pegar).
Un saludo y gracias por la intervención:
Begoña
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