domingo, 11 de enero de 2009

Rebeldes

"Si los rebeldes pudieran triunfar descubrirían que se habían destruido a sí mismos."
C.S. Lewis

No, no pretendo hacer en esta entrada una apología de la sumisión. Se trata únicamente de que un inesperado Rey Mago de Oriente tuvo a bien acordarse de mí y regalarme un libro titulado Rebelarse vende. El negocio de la contracultura, de los filósofos canadienses J. Heath y A. Potter. Como es sabio, debió de suponer que para mí se trataba de una lectura pendiente. Efectivamente, no se equivocó. En cuanto al libro, ya el diseño de la portada no engaña acerca de su contenido: una taza, llena de un brevaje que me resisto a llamar café, que luce la imagen del Che Guevara, personaje que se ha convertido en símbolo incontestable de la rebelión contra el sistema. El icono de los iconoclastas.

Salvando la obviedad de que el libro que denuncia que la insurrección vende, también vende –en última instancia, ¿hay algo que no venda, se venda o se compre? Contéstenme afirmativamente, por favor, necesito creer en algo- el análisis que los autores llevan a cabo de todos los movimientos antisistema o contraculturales resulta sugerente. Ademas el texto es de fácil lectura -a veces, incluso, demasiado-: ameno y plagado de ejemplos, referencias cinematográficas, cultura pop y episodios de la historia más reciente. Sin embargo, considero que los autores no han hilado muy fino en algunas cuestiones (mi maldad me lleva a pensar que no ha sido un descuido), v.g., el análisis de la crítica marxista al sistema capitalista. En muchos fragmentos incurren en la caricatura un tanto burda de los planteamientos de autores que hubieran requerido de un estudio más profundo. De ahí que considero que el lector, en ocasiones, tendrá la impresión de que Heath y Potter arriman de una manera grosera el ascua del discurso a una sardina que, aunque pudiera ser cierta, pide a gritos un discurso más riguroso. En realidad, estas carencias son atribuibles, o tal vez no tanto, al hecho de que el libro se presenta como una obra apta para un público no necesariamente habituado a las categorías filosóficas o sociológicas.

La tesis fundamental de Heath y Potter resulta perturbadora en cuanto que es un lugar común considerar la contracultura escorada a la izquierda de la propia izquierda: la contracultura no es sino una suerte de cortina de humo, un subproducto del propio sistema y, por tanto, perfectamente tolerado por éste que al reclamar la atención sobre sí, impide que se avance en el camino adecuado de las conquistas sociales. Cuestiones como la justicia social, la redistribución de la riqueza y los avances sociales quedan relegadas a un segundo plano frente al orquestado movimiento de la contracultura que, en el fondo, carece de un sostén ideológico consistente y que se limita a matar moscas a cañonazos. Lo cual deriva en que, precisamente y pese a las apariencias, la principal afectada por los movimientos contraculturales sea la propia izquierda que ve cómo su discurso de equidad y derechos sociales tradicional se diluye tras los supuestos ataques individuales al sistema.

En el segundo capítulo, los autores indagan en una cuestión realmente sugestiva: el papel que juegan determinadas en teorías en nuestra concepción del mundo, de la sociedad y de nosotros mismos. Ellos particularizan el análisis la influencia del psicoanálisis de Freud en la configuración del discurso pseudopsicológico contemporáneo y en la contribución del armazón teórico del psiquiatra vienés en la constitución del concepto de ‘contracultura’. Su tesis es que la combinación de las categorías marxistas y el psicoanálisis de Freud ha jugado un papel esencial en la configuración de los movimientos subversivos contemporáneos. Aunque nadie se confiese hoy como freudiano, lo cierto es que su terminología se ha incorporado al lenguaje común de tal forma que su discurso se ha sustancializado, ha cristalizado en la forma en que el occidental tiene de comprenderse a sí mismo. Todos tragamos sin empacharnos el discurso del subconsciente, por poner sólo un ejemplo. ¿Alguien duda de su existencia?

Como muestra un botón: esta cita del libro: “El movimiento contracultural ha padecido, desde el primer momento, una ansiedad crónica. La doble idea de que la política se basa en la cultura y la injusticia social en la represión conformista implica que cualquier acto que viole las normas convencionales se considera radical desde el punto de vista político. Obviamente, esta idea resulta tremendamente atractiva. Al fin y al cabo, la organización política tradicional es complicada y tediosa. En una democracia, la política involucra necesariamente a enormes cantidades de personas. Esto genera mucho trabajo rutinario: cerrar sobres, escribir cartas, recibir llamadas etc. Montar agrupaciones tan gigantescas conlleva una sucesión interminable de debates y acuerdos. La política cultural es, en cambio, más entretenida. Hacer teatro alternativo, tocar en un grupo de música, crear arte vanguardista (…) es sin duda más ameno que la organización sindical a la hora de pasar un buen fin de semana. Pero los rebeldes subversivos se convencieron a sí mismos de que todas estas actividades entretenidas eran en el fondo más subversivas que la política de izquierdas tradicional, porque atacaban el foco de la opresión y la injusticia a un nivel “más profundo”. Por supuesto, esta convicción es puramente teórica. Y como está claro quiénes son los que se benefician de ella, cualquiera que tenga una mentalidad crítica sospechará de ella”.

Pero, ¿qué tiene que ver este ensayo con el título de este foro? Todo, diría yo. Los paladines de la contracultura han disparado contra el mercado. Es en el mercado, terreno central de debate de las ideas, donde Heath y Potter examinan los argumentos contraculturales más extendidos. La contracultura se concibe a sí misma como un bloque opuesto a la economía de mercado. El consumismo es, de hecho, uno de sus enemigos. Los autores intentan, sin embargo, mostrar que la contracultura carece de ese carácter de referente ético en la medida en que ella misma es víctima de un consumismo más refinado y cool , basado en el deseo de diferenciación que lleva al individuo a intentar alejarse de la masa. Esfuerzo inútil porque el mercado, como Saturno, acaba devorando a todos sus hijos.

En resumen, una buena lectura para un domingo de invierno. Sean buenos y pídanselo a su Rey favorito. De nuevo, el mercado.

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