martes, 6 de enero de 2009

En busca del tiempo perdido

"...Poiché sono uno scrittore, e scrivo in polemica, o almeno discuto, con altri scrittori, mi si lasci dare una definizione di carattere poetico-letterario di quel fenomeno che è successo in Italia una decina di anni fa. Ciò servirà a semplificare e ad abbreviare il nostro discorso (e probabilmente a capirlo anche meglio).Nei primi anni Sessanta, a causa dell'inquinamento dell'aria e, soprattutto, in campagna, a causa dell'inquinamento dell'acqua (gli azzurri fiumi e le rogge trasparenti) sono cominciate a scomparire le lucciole. Il fenomeno è stato fulmineo e folgorante. Dopo pochi anni le lucciole non c'erano più. (Sono ora un ricordo, abbastanza straziante, del passato: e un uomo anziano che abbia un tale ricordo, non può riconoscere nei nuovi giovani se stesso giovane, e dunque non può più avere i bei rimpianti di una volta). ...(Pier Paolo Pasolini, pp. 404-405, da "L'articolo delle lucciole", in "Scritti corsari")

“Dado que soy un escritor y escribo para polemizar o al menos discutir con otros escritores, me van a permitir dar una definición de carácter poético-literario del fenómeno ocurrido en Italia hace unos diez años. Lo que servirá para simplificar y abreviar nuestro discurso (y probablemente para comprenderlo mejor). En los primeros años sesenta, por la contaminación del aire y sobre todo en el campo, por la del agua (los ríos azules y los arroyos transparentes)comenzaron a desaparecer las luciérnagas. El fenómeno fue fulgurante y fulminante. Pocos años después ya no había luciérnagas. Son ahora un recuerdo, bastante desgarrador, del pasado: y un hombre anciano que albergue tal recuerdo, no puede reconocer en los nuevos jóvenes al joven que fue, y por lo tanto no puede poseer los bellos sentimientos que una vez fueron los suyos”.(Pier Paolo Pasolini).

La (mala) traducción es mía. Es, no obstante, mi regalo para un día de Reyes singular. Un manjar sólo apto para los paladares más delicados y exquisitos. Quizás alguno lo encuentre cursi. No importa.


No alude el texto a la nostalgia de un pasado, de un tiempo perdido que no comparecerá pese a los afanes invertidos en su búsqueda. La luciérnaga no es la magdalena de Proust. Es más bien la dolorosa y punzante comprensión de que el precio que se ha de pagar por la industrialización, por el cacareado desarrollo que paradójicamente permite que ustedes y yo nos encontremos, tal vez sea demasiado alto. Toda elección comporta costes de oportunidad. Siempre hay luciérnagas que sacrificar.

Hoy no voy a hablar de economía, ni de economistas. Sólo una percepción estética de los límites del desarrollo puede contribuir a frenar el desastre. Me quedo con la dolorosa percepción de que quizás nunca más se podrá encontrar una luciérnaga. Y lo que es peor: no se la echará de menos.

Lúcido Pasolini. Difícil expresarlo mejor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Begoña,
Simplemente decir que ojalá y espero que este mundo, al paso que vamos, y con la de contaminación que hay, no acabe como la luciérnaga.
ELSA