jueves, 8 de enero de 2009

Herederás la tierra

"La ciencia es como la tierra; sólo se puede poseer un poco de ella". (Voltaire)

Comienza de nuevo el curso. Fin de una etapa y comienzo de la siguiente. Como apunta el profesor Franco, resulta curiosa la distribución y organización del tiempo que caracteriza al hombre moderno: durante siglos poseía un carácter circular, una experiencia vivida en comunidad y sagrada. El tiempo de ocio es, sin duda, una de las conquistas de la Revolución Industrial al conseguir la regulación de la jornada de trabajo y las vacaciones pagadas. Las consecuencias son evidentes. Cuando el reposo preindustrial cede ante el ocio, el tiempo libre deviene un fenómeno rectilíneo, profano y sujeto a la elección y goce individual. Los que nos dedicamos a la enseñanza todavía compartimos esa experiencia circular del tiempo, no así el resto que fragmenta su ocio, elige su periodo vacacional, a su gusto. El uso y disfrute del tiempo libre se democratiza y se mercantiliza a partes iguales. Por último, el tiempo ha perdido su carácter sagrado: de las casi cincuenta celebraciones religiosas del siglo XVIII a la escasa decena actual es indudable que el cambio es abismal.



Algo parecido le ocurre al hombre moderno, al menos al occidental -no quiero ser acusada de eurocentrista- en su relación con la tierra. Hoy precisamente quería hablar del recién estrenado tema con los alumnos de 1º de Bachillerato que hoy en día, en una sociedad terciarizada como la nuestra, resulta incluso obsoleto. La renta de la tierra. Quizás tenga algo que ver con el fenómeno al que apuntaba Ortega y Gasset en La rebelión de las masas. El hombre moderno ha olvidado todo el largo camino de mediaciones que posibilitan que tenga lo que ahora tiene.

No me resisto a citarlo: "Porque, en efecto, el hombre vulgar, al encontrarse con ese mundo técnica y socialmente tan perfecto, cree que lo ha producido la naturaleza, y no piensa nunca en los esfuerzos geniales de individuos excelentes que supone su creación. Menos todavía admitirá la idea de que todas estas facilidades siguen apoyándose en ciertas difíciles virtudes de los hombres, el menor fallo de los cuales volatilizaría rápidamente la magnífica construcción. Esto nos lleva a apuntar en el diagrama psicológico del hombre-masa actual dos primeros rasgos: la libre expansión de sus deseos vitales -por lo tanto, de su persona y la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. Uno y otro rasgo componen la conocida psicología del niño mimado. Y en efecto, no erraría quien utilice ésta como una cuadrícula para mirar a su través el alma de las masas actuales. Heredero de un pasado larguísimo y genial -genial de inspiraciones y de esfuerzos-, el nuevo vulgo ha sido mimado por el mundo en torno.Mimar es no limitar los deseos, dar la impresión a un ser de que todo le está permitido y a nada está obligado. La criatura sometida a este régimen no tiene la experiencia de sus propios confines. (...)Ningún ser humano agradece a otro el aire que respira, porque el aire no ha sido fabricado por nadie: pertenece al conjunto de lo que «está ahí», de lo que decimos «es natural»". Excelente análisis y atinado diagnóstico.


Pero es necesario retomar, como Ariadnas perdidas en el laberinto, el hilo del discurso. En el terreno económico, se entiende por tierra el suelo cultivable, los prados, los bosques, las minas, las canteras, los manantiales, y en general todos los agentes naturales que son objeto de apropiación. La renta de la tierra, y cito la definición del libro que han de estudiar mis alumnos, es la cantidad que se percibe por el alquiler o cesión de explotación de los recursos naturales o la que finalmente se obtendría en el caso de explotarlos.

Históricamente, la preocupación por la renta de la tierra estuvo relacionada con la necesidad de dar respuesta a las causas que explicaban la riqueza de la sociedad, tema estrella entre los economistas clásicos y, en general, en economía política. La escuela fisiocrática, Marx y David Ricardo, entre otros, abordaron la cuestión. Todos estos autores, tienen algo en común: la idea de que las categorías económicas de renta, salario y ganancia corresponden a categorías sociales: los terratenientes o propietarios de la tierra, los trabajadores y los capitalistas o propietarios del capital. Esta idea ha de ser interpretada a la luz de una concepción histórica sobre la estructura de la sociedad: los sujetos no son iguales y la raíz de la desigualdad reside en los medios de que disponen.

Hay mucho que explicar y las limitaciones espacio temporales son obvias: lo cual me lleva a prometer que esto no va a acabar así. Una excusa para volver a citarnos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Begoña,
Muy ciertas son las palabras de que "los sujetos no son iguales y la raíz de la desigualdad reside en los medios de que disponen", pero bueno, ese tiempo ya pasó, y ahora vivimos en otro mundo mucho más moderno, aunque algunas veces, la sociedad actúa "igual", y lo pongo entre comas porque es obvio que no lo hacen de esa manera tan exagerada, posicionando a las clases de tal manera que a las clases bajas o pobres las trataban como perros. Aunque, creo que me estoy remontando a demasiados años antes ¿no?
ELSa