domingo, 4 de enero de 2009

Ficciones

"La verdad tiene que ser forzosamente más extraña que la ficción, porque la ficción nos la hacemos nosotros a nuestra medida." Chesterton

El ser humano opera con la tranquilizadora ficción de haber conseguido domesticar el tiempo. En un tiempo en el que las hipotecas se ofertan con un plazo de amortización de 40 o, incluso, 50 años, no deja de planear la pregunta acerca de qué será mañana de nosotros. Qué nos cabe esperar.

El tiempo también es un factor esencial a la hora de plantear objetivos. Un objetivo es, por definición, lo que no es aún; lo que está por venir. Requiere para su consecución de una serie de mediaciones que se extenderán a lo largo de un tiempo que no se posee necesariamente. La cuestión es que hay ficciones necesarias. Estas reflexiones me hacía cuando, por motivos de estudio, he tenido que indagar en los denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio. Nuevamente comparece el término comodín del que he hablado largo y tendido en este foro. ‘Desarrollo’. El poder de determinadas palabras no conoce límites, al igual que sus referentes.

Pero, ¿qué son estos objetivos de Desarrollo del Milenio? Consultando en la página web del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) se encuentra algo parecido a lo que sigue. Los objetivos constituyen la materialización de la Declaración del Milenio que fue aprobada por 189 países y firmada por 147 jefes de estado y de gobierno en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas celebrada en septiembre de 2000. Los Objetivos de desarrollo del Milenio (ODM), ocho ambiciosos objetivos que se intenta alcanzar para 2015, se basan directamente en las actividades y metas incluidas en la Declaración del Milenio. Los ODM se componen de 8 Objetivos y 21 metas cuantificables que se supervisan mediante 60 indicadores.
Objetivo 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre
Objetivo 2: Lograr la enseñanza primaria universal
Objetivo 3: Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer
Objetivo 4: Reducir la mortalidad infantil
Objetivo 5: Mejorar la salud materna
Objetivo 6: Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades
Objetivo 7: Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente
Objetivo 8: Fomentar una asociación mundial para el desarrollo


Los Objetivos de desarrollo del Milenio consolidan muchos de los compromisos más importantes asumidos por separado en las cumbres y conferencias de las Naciones Unidas en la década de los 90. Además, reconocen explícitamente la dependencia recíproca entre el crecimiento, la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible. Consideran que el desarrollo se sustenta en la gobernabilidad democrática, el estado de derecho, el respeto de los derechos humanos, la paz y la seguridad. Están basados en metas cuantificables con plazos y con indicadores para supervisar los progresos obtenidos. Y por último, combinan, en el octavo Objetivo, las responsabilidades de los países en desarrollo con las de los países desarrollados, sobre la base de una alianza mundial respaldada en la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo celebrada en Monterrey, México, en 2002 y reafirmada en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible celebrada en Johannesburgo en agosto de 2002.

No pretendo lanzar piedras contra el tejado de la ONU. Demasiado alto para mis escasas fuerzas, por otro lado. Creo que es difícil no convenir con la urgencia de erradicar la pobreza y el hambre en el mundo. No van por ahí mis críticas. He comenzado la entrada de hoy aludiendo a la dimensión temporal de todos nuestros actos y a la supuesta domesticación del tiempo. Sin embargo, es también frecuente la tentación de hacer tábula rasa. Los objetivos de Desarrollo del Milenio pasan por alto las causas o si se quiere los factores que han contribuido a que de facto la humanidad se encuentre como se encuentra. No hay que olvidar que el subdesarrollo es un problema histórico: se ha gestado a lo largo del tiempo a través de estructuras que han derivado hacia otras desembocando en la situación actual. Es urgente, por tanto, el análisis de todos esos factores y estructuras que han sido su condición de posibilidad. En el enunciado de los Objetivos se echa de menos esa labor previa de rastreo. La genealogía del subdesarrollo.

Por otro lado, el problema del subdesarrollo es poliédrico: ha de ser analizado desde distintas perspectivas: política, económica, social, antropológica y otras. Además, existen posibles divergencias en torno al modelo de desarrollo que se quiere conseguir. Los Objetivos reflejan cierta visión eurocentrista de lo que debe ser el desarrollo: visión que, de alguna forma, han impuesto los países ricos a los países pobres.

El debate, como siempre, es mucho más amplio de lo que estas líneas reflejan. Pero, también como va siendo tópico en este espacio, me contento con recordarles la frase de Berkeley: “Ser es ser percibido”. Por eso y pese a que en el fondo las estrellas del compromiso orquestado no gozan de mis simpatías, aporto este enlace de Acción contra el hambre y su campaña pídeselo a Al Gore. Se trata de que el excandidato utilice su poder mediático para incidir en el problema del hambre a través de un documental que llevará por título No hunger. Ustedes mismos.

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