domingo, 18 de enero de 2009

Kind of blue

"¿Jazz, rock, underground, clásico? Me niego a compartimentar los géneros. No es así como contemplo la música. Parto de una base completamente diferente. Cuando alguien que se considera un aficionado al jazz me dice que ya no toco jazz, me quedo perplejo. Nunca decido qué tipo de música voy a tocar, sencillamente porque nunca he pensado que la música se divide en diferentes categorías" Miles Davis

Hay músicos, escritores, cineastas, economistas, científicos y, por supuesto, compañías que se desearía haber conocido antes. Probablemente para prolongar su disfrute, aunque se intuya que no se puede burlar al tiempo con estas artimañas. Tal vez llegaron en el momento que debían, piensan algunos, su aparición en cualquier otro hubiera sido discreta o incluso inadvertida. Es lo que me sucedió con Kind of Blue. Un descubrimiento tardío. París, verano del 2004. Y la sensación de que esa melodía se ha grabado a fuego en donde quiera que resida el órgano de la sensibilidad musical. Como algunos pasajes del Requiem de Fauré.

La economía también fue un descubrimiento tardío y obligado por las circunstancias para alguien que, como yo misma, gustaba más de la filosofía o de las matemáticas. Aunque el placer del descubrimiento supone la sensación más parecida al hallazgo de un tesoro que se puede experimentar, me gustaría ahorrar tiempo a mis alumnos y convencerles de que el estudio de la economía merece la pena.

Quizás convenga retroceder sobre mis propios pasos y aclarar un concepto previo. Me estoy refiriendo al propio estatus de la economía como ciencia. Una especie de filosofía de la economía. Los manuales al uso aseguran que el conocimiento científico es un conocimiento fáctico: en la medida en que parte de los hechos, los utiliza y respeta hasta cierto punto, y siempre regresa como hijo pródigo a ellos. Los científicos –al decir de Mario Bunge- “exprimen la realidad a fin de ir más allá de las apariencias”.

Pero los hechos en sí mismos son mudos, son simples relaciones que necesitan ser dotadas del don de la inteligibilidad. Es precisamente aquí donde tiene sentido hablar de teorías: su aportación consiste en ordenar las observaciones y explicar cómo están relacionadas. Se suele asegurar que las teorías nacen de las hipótesis que son confrontadas el tribunal de la experiencia. Esta máxima general también se aplica a la economía. Como señala Cuadrado -mi gigante de hoy- “no basta con que alguien afirme que el gasto de las familias cambia al aumentar el nivel de sus ingresos. Hay que establecer una hipótesis sobre el cómo y el porqué de esos cambios; de ellas podrán deducirse unas implicaciones que deberán contrastarse de nuevo con la realidad, con los hechos”. El problema al que se enfrenta la economía, a diferencia de otras ciencias como la Biología, la Física o la Química, es que resulta prácticamente imposible que los hechos confirmen las teorías con una evidencia que no dé pie a la duda razonable. Los economistas han de cargar con la cruz de la resignación. Han de conformarse con un grado de certeza ciertamente exiguo.

Por otro lado, la economía pasa por ser una ciencia de “doble vertiente”, extremo éste que la diferencia de las ciencias naturales. La economía es una ciencia normativa –trata del deber ser- y una ciencia positiva –de lo que es-. Sin embargo, ciertos economistas abogan por eliminar las contaminaciones propias del campo de lo normativo: el análisis económico debe prescindir de realizar juicios de valor. Mi impresión es que en última instancia muchos economistas sufren una especie de complejo de inferioridad con respecto a las ciencias positivas antes mencionadas. Ahora bien, limitarse al terreno de lo positivo, supone excluir o al menos relegar a un segundo plano la utilidad social de la economía. La política se encuadra en el campo de lo normativo y es obvio que los economistas tienen mucho que decir en esta actividad. Y la razón estriba en que la economía ha de contribuir a resolver los problemas reales.

El debate entre lo positivo y lo normativo no está cerrado. Tampoco lo está este cuaderno de bitácora a posibles reflexiones al respecto. La intención es, en último término, la señalada al principio: prolongar el disfrute del estudio de una ciencia apasionante. Aunque solo sea por Miles Davis y Kind of blue.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas tardes, Begoña:

Me ha sorprendido oírte decir que tu misma descubriste la economía tarde, ya que parece que es algo que tenias “planteado” desde hace mucho tiempo. La economía no tiene nada que envidiar a la filosofía, desde mi punto de vista, jaja.

Respecto a la “señalización” de Cuadrado, estoy de acuerdo solo que además creo que, ¿de que sirve hablar del gasto de las familias si no lo vives de cerca? Quiero decir que un economista puede deducir a que se debe ese gasto, pero solo la familia sabe por que lo realiza. Cada una tiene necesidades y prioridades distintas, y supongo que no todas decidirán gastar sus ingresos en lo mismo.
En tu cuaderno de bitácora, expresas que la economía es una ciencia normativa y positiva. Según me he informado, la economía normativa, se enfoca en el funcionamiento del sistema económico sin tomar encuesta los factores externos. He aquí mi duda, ¿ la economía no se basa en factores externos? Es decir, que si la economía normativa no se basa en esos factores entonces,¿ en que se basa para realizar sus teorías?
Me parece mas complicada la labor que realizan las personas dedicadas a la economía positiva, ya que son los que realmente intentan comprender lo que ocurre en la economía y estudiar las posibles soluciones que pueda haber para un mal cambio de esta. A pesar de parecerme una labor mas complicada, estoy casi segura de que muchas “anti-crisis” por llamarlo de alguna forma, se la debemos a esta parte de la economía.
Si no me equivoco, el creador de esta distinción fue Keynes, y lo nombra en su libro “El objetivo y el método de la economía política”.
Me alegra gratamente el comprobar que no soy la única que puede confundir los significados de estas dos economías( porque hay que reconocer que al principio me ha costado ver su diferencia). Según Keynes esta confusión es corriente y ha sido la fuente de muchos errores perjudiciales, señalando con insistencia la importancia de "admitir una ciencia
positiva independiente de la economía política. Me parece muy importante el problema que Keynes se plantea en el libro señalado anteriormente: cómo decidir si una hipótesis o una teoría deberían aceptarse como parte de "un conocimiento sistematizado concerniente a lo que es.

Puede que mi comentario no sirva de mucho para tus lectores habituales, ya que puede resultar hasta un trabalenguas, pero como dijiste en clase, intentar explicarse e implicarse en el tema, siempre te hace saber un poco mas sobre aquello que de verdad te interesa.

Saludos, Adriana.

Begoña dijo...

Buenas noches, Adriana:
Una vez más, me gusta que investigues, que estudies, que te documentes, porque todo eso es parte del proceso. Y crea adicción, te lo aseguro.
En cuanto al tema en cuestión, tal vez convenga comenzar explicando qué es la economía positiva y que es la economía normativa. El adjetivo ‘positiva’ no es, en este contexto, el antónimo de ‘negativa’. Deriva del latín, ‘positum’ que significa más o menos “lo dado”. Es decir, cuando se habla de economía positiva se alude a la descripción más o menos teórica de los hechos económicos. Esos hechos han de ser explicados mediante teorías; al igual que la física establece relaciones causa-efecto entre dos fenómenos.

Cuando se habla de lo normativo, se hace referencia al campo, como su propio nombre indica, de las normas. Lo que debería ser. Al exponer lo que las cosas deberían ser, se realiza implícitamente un juicio de valor. Ese tipo de juicios causan urticaria a muchos científicos, en la medida en que sostienen –cuestión bastante discutible, aunque creo que este tema lo deberíais abordar en clase de filosofía con Joaquín- que la ciencia no hace valoraciones sino que se limita al estudio de los hechos. Inciso: no creo que haya que elegir entre la filosofía y la economía: ambas son necesarias y cumplen su papel.

Por eso, (algunos) economistas se obstinan en negar validez científica a la economía normativa. Ahora bien, la política económica se encuadra en el campo del deber ser.
Ciertamente, es un debate interesante y no cerrado y me alegra que te hayas atrevido a hincarle el diente.
Un abrazo:
Begoña

Juan José Mendoza Alvarado dijo...

"Los economistas han de cargar con la cruz de la resignación. Han de conformarse con un grado de certeza ciertamente exiguo." Begoña

Si aceptamos que en la percepción de cualquier "hecho social dado" existe una visualización-reconstrucción abierta del mismo;
me parece que pudieramos fácilmente extrapolar el comentario y decir que ""los Científicos Sociales" han de cargar con la cruz de la resignación. Han de conformarse con un grado de certeza ciertamente exiguo". Difícilmente pudiéramos encontrar consensos absolutos, válidos en todo tiempo y lugar para el caso de las Ciencias Sociales. Le ocurre a la economía, no obstante estar formidablemente dotada de instrumentos como la Econometría -esa interesante mezcla de teoría económica, estadística y matemáticas-.

Ahora bien, en el caso de la Ciencia Económica, no podemos ignorar que la Economía Walrasiana -pomposamente llamada la corriente principal de la economía- al incorporar la metodología de las Ciencias Naturales como propia y asumirse como economía positiva, pretende asumir un pretendido cariz científico detrás de teoremas y ecuaciónes matemáticas. ¿Logra la economía walrasiana conocimiento científico exacto y preciso? me parece que no.

No puedo menos que coincidir en que, no obstante toda la parafernalia estadístico-matemática que utiliza la Ciencia Económica hoy en día, difícilmente pudiéramos pensar que es capaz de producir conocimiento social exacto. Tendremos que conformarnos, en el estudio de la realidad social, lo cual no es poca cosa, con aproximaciones conceptuales y probabilidades de ocurrencia.

¡Felicidades por tu blog Begoña! Lo estoy recomendando a mis diez estudiantes de economía en Nayarit.

Juan José Mendoza Alvarado

Begoña dijo...

Buenas tardes, Juan José (aunque en Nayarit sean "buenos días"):
Has explicado el asunto con tanta claridad que no me queda sino agradecer tu intervención. Yo también sigo tu blog y trasladaré la recomendación a mis alumnos.
Un saludo y muchas gracias:
Begoña