lunes, 26 de enero de 2009

Hombre rico, hombre pobre

"Se mide la inteligencia de un individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar". Immanuel Kant

Mis alumnos de 1º de Bachillerato y yo hemos compartido hoy la maravillosa experiencia de enfrentarnos a un examen de tipo test o elección múltiple. Y la califico como tal, porque forma parte de lo maravilloso, el descubrir que nunca se acaba de dudar. Siempre es posible ir más allá. Siempre hay una pregunta con sus cuatro bonitas opciones que pone en entredicho toda la supuesta claridad de ideas con la que a priori parecía contarse. Por eso, me gustan esos exámenes: porque empujan a sus sufridores hacedores de la confortable poltrona de la certeza a los inestables terrenos de la duda. No es que me cuente entre las cartesianas que defienden a capa y espada la duda metódica como método para alcanzar toda certeza -dude hoy, para cerciorarse mañana-; es que creo que nadie puede instalarse definitivament en la certeza, entendida como estado subjetivo de quien cree estar en posesión de la verdad. No hablo de la verdad, sino de la certeza. Pero este discurso me llevaría a distinguir entre certeza y verdad, asunto interesante sin duda, y nuevamente, éste no es el foro.

El otro día hablaba de la renta, del consumo y del ahorro. Hoy quiero hablar de la distribución personal de la renta. En la próxima clase de 1º de Bachillerato explicaré el concepto de renta per cápita y quiero adelantar algunos acontecimientos. En primer lugar, la idea de que la renta por habitante adolece del fallo de toda media: es muy sensible a los extremos. Es decir, si se quiere medir la altura media de un grupo de individuos entre los cuales se cuenta Pau Gasol, es claro que la sombra del deportista es alargada. Lo es tanto que, de alguna manera, “contamina” la media, la invalida como medida adecuada. Con la renta media puede llegar a ocurrir algo semejante: tras los valores medios obtenidos pueden ocultarse auténticas desigualdades.
Por eso es necesario hacer uso de instrumentos estadísticos para averiguar si el reparto de la riqueza es o no equitativo. El grado de desigualdad suele representarse mediante la curva de Lorenz, que muestra la relación entre los grupos de población y sus respectivas aportaciones a la renta nacional. Para su representación, se segmenta a la población en grupos de renta y se compara el porcentaje que suponen como población con el porcentaje de renta que reciben.
Si la distribución fuese perfecta la
curva de Lorenz sería una recta. Cuanto más combada se encuentre la curva de Lorenz con respecto a la recta de ideal distribución, puede afirmarse que mayor será la desigualdad.

La curva de Lorenz se complementa con el índice de Gini. En realidad es la expresión en tanto por ciento del llamado coeficiente de Gini (en honor al matemático italiano Corrado Gini). Este coeficiente toma valores comprendidos entre 0 y 1. El valor nulo indicaría una distribución totalmente equitativa de la renta. El valor 1, en cambio, apuntaría a una situación de desigualdad total. A modo de curiosidad, adjunto un listado de países y sus correspondientes coeficientes de Gini.

Saquen sus propias conclusiones. Mis alumnos y yo ya hemos realizado suficiente esfuerzo por hoy.

5 comentarios:

David dijo...

He visto que estos días el blog está de lo más animado, lo cual me gusta.
Y también de lo más interesante.
Hoy no hay comentarios y, como uno tiene su ego y le place aparecer en solitario (es broma), me animo.

Lo primero, para decir que tras tu recomendación de hace unas semanas, he visto La Ola. Y me ha encantado. Y lo segundo para hacer una aportación.

Habéis charlado estos días sobre el marketing.
Quería hablaros sobre lo que yo hace tiempo que bauticé como "el marketing tractor".
Aparecían en el blog opiniones versadas sobre el marketing. Enfocadas muchas veces a la parte más visible del marketing, a saber: la publicidad, la promoción y el producto. Dos de las cuatro P que mencionabais.

En muchas empresas, en muchas ocasiones, el plan de marketing se limita a hablar de esa parte. Sin embargo, en otras, el plan de marketing, es el que conduce la planificación anual de toda la actividad. En esas empresas descubrimos lo que denomino como marketing tractor. Del plan de marketing se derivan, no sólo las actividades de comunicación (publicidad ---comunicación, media--, promoción, merchandising, etc), sino también todas las líneas de actuación de los departamentos de la organización. ¿Cómo? El plan de marketing marca la previsión de ventas. Cuánto se va a intentar vender, en qué productos, a qué precios... A partir de ahí se construye una cuenta de resultados que marca la actuación del resto de departamentos. ¿Qué tiene que hacer el Departamento de Producción para producir todo lo necesario para que esas ventas se lleven a cabo? ¿Qué actuaciones se requieren del Departamento de Recursos Humanos? ¿Y del de Logística? ¿Qué necesidades de financiación se tiene que plantear el Director Financiero para cumplir con ese plan? Y por último ¿es todo esto posible y cuadra con lo que podemos/queremos vender?

Simple y lógico, ¿verdad? Pues no os imagináis lo poco usual que es. En ocasiones, la actividad viene condicionada hasta el último detalle por las necesidades financieras de la empresa. En otras, por la necesidad de Producción de saturar recursos productivos (increíble, pero aún frecuente en unos mercados que desde hace treinta años vienen más marcados por la oferta que por la demanda --- hace unos días hablabas de esto, Begoña ---). En otras, porque se hace lo que siempre se ha hecho. Infinidad de variables pueden marcar la línea maestra del plan y que nada tienen que ver con el marketing.

¿Quién hace el plan de marketing? Para mí, lo ideal es que la responsabilidad del marketing y de las ventas estén bajo el mismo paraguas; el Director Comercial. Idealmente, el Director General facilitará que todas las demás funciones, antes mencionadas, colaboren desde casi el principio en la elaboracion de este plan de marketing, Tractor, porque tracciona todo lo que va a suceder en la empresa en el próximo año o próximos años. En muchísimas empresas, la responsabilidad de las ventas y del marketing está en personas diferentes. Excepto en empresas muy grandes, me cuesta entender esta manera de organizarse.

No sé poner links aquí, pero si queréis leer cosas sobre marketing, buscad las 8P de marketing en Google. Desde la tradicional y totalmente válida aproximación las 4P, las cosas han evolucionado, intentando hacer el marketing más amplio, más tractor.

Otra cosa divertida es intentar encontrar una definición de marketing. Hay miles. Así que no me resisto a dejaros la mía, que durante años he tratado de acortar y acortar. Begoña siempre nos habla de la importancia de la etimología. Marketing viene de market-mercado. Así que traducido debe ser algo así como "mercadeando". Mi definición viene de esa libre (e indecente) traducción: Marketing son todos los planes, acciones y consecuencias, encaminados a llevar una idea, un producto, un concepto (una solución que cubra una necesidad) a un mercado, definido o no. Discutible, como todas las demás definiciones. Pero el marketing es amplio, abierto, flexible y adaptable, cambiante y rápido. Tal vez por eso se resiste tanto a poder ser definido.

Hace tiempo, un visionario del mundo empresarial, me enseño que detrás de todo plan de marketing hay que poner una vara de medir, llamada QUEREMOS-SABEMOS-PODEMOS. Es decir, detrás de toda la planificación y de nuestros deseos de crecer, mejorar, tener más beneficios (el QUEREMOS), tenemos que preguntarnos... ¿SABEMOS? Y sólo detrás de una respuesta positiva a esa pregunta, debemos hacernos otra... ¿PODEMOS? Porque la diferencia en el plan de marketing entre lo que queremos hacer, lo que sabemos hacer y lo que realmente podemos hacer, en ocasiones es abismal. Y entonces hay que dar la vuelta y pecar de menos ambiciosos. Así que, desde entonces junto a las P del marketing, me acompaña esa vara de medir llamada QUEREMOS-SABEMOS-PODEMOS.

Y termino con una referencia al anecdotario. El otro día comentábais que el marketing no crea la necesidad. Y lo comparto. Mas como siempre, hay excepciones. Una de las primeras que se estudia es el caso de Sony con el walk-man. El marketing, con tal nombre, era muy joven entonces. En 1979 Sony desarrolló ese trasto que, para los más jóvenes, era un rústico y pesado precusor de los actuales iPod. En apenas cuatro años, el mundo se había llenado de ellos. Los más viejos recordamos uno amarillo, en teoría impermeable, que te permitía llevarlo siempre contigo. ¿Alguien tenía necesidad de escuchar música en todas partes, corriendo entre el tráfico, camino del colegio, en la cama...? Yo al menos no la tenía. La música era para escuchar tranquilamente, relajado, no en situaciones relacionadas con el movimiento (excepciones bailables hechas). Pero me crearon la necesidad y tuve mi walkman.

Este urbanita os desea un feliz descanso.
David

Begoña dijo...

Buenas noches, David:
Todas las consideraciones que haces resultan tan interesantes y sugestivas que creo que no les haría justicia si intentara contestarte hoy. Mañana prometo hacerlo, porque hay algún detalle en el que me gustaría entrar. Y es que has mencionado el walkman, versión rupestre de los mp4 o o ipods
Un saludo y gracias por leernos:
Begoña

Anónimo dijo...

Buenas tardes Begoña.

La verdad es que si, que las preguntas de tipo test, dan que pensar, ya que cualquiera de las 4 opciones puede ser la valida, pero solo una correcta, lo que hace al “sufridor” y descartando las menos coherentes hasta llegar a la correcta.

Sinceramente la curva de Lorenz me ha parecido muy interesante; la forma grafica que se muestra en la pagina de tu enlace, explica muy buen a través de un ejemplo, lo necesario para comprender dicha curva. Como bien has dicho, cuanto mas curvada este la línea la desigualdad entre los países será mayor, por lo que e de suponer que en la punta del iceberg se encuentran los países ricos, y abajo del todo se encuentran los países pobres. Siendo sincera, no entiendo como se puede medir la concentración de riquezas, pero supongo que para eso están los grandes economistas: para resolverlo y prestarnos sus conocimientos.
Si e interpretado bien lo que en tu cuaderno de bitácora expones: en esta época de crisis, ¿la curva de Lorenz se “deformara” hacia abajo, y en el peor de los casos hacia la derecha?

Esta vez mi aportación no tiene mucho que decir, ya que la curva de Lorenz es un tema nuevo para mi y muy interesante; una vez mas, gracias a tu blog e aprendido algo nuevo( y no es por ser pelota, si no por ser sincera) Si algún día me llegan a preguntar sobre este tema, estoy segura de que por lo menos tendré el conocimiento justo sobre este tema para contestar.

Saludos, Adriana.

Begoña dijo...

Buenas noches, David:
Lo prometido es deuda. Creo que ya conoces mi querencia por las palabras y los términos y la expresión con aroma a neologismo que has acuñado muy sugerente y, sobre todo, muy gráfica. En economía de la empresa ese tipo de construcciones son útiles porque reflejan de una forma intuitiva cuestiones que quizás se escaparían en un discurso más teórico.
Como siempre, los ejemplos que utilizas son de lo más revelador: en el fondo ilustran la idea de que muchas organizaciones empiezan la casa por el tejado por inercias adquiridas o porque viven ancladas en tiempos mejores…
Hay una cuestión que señalas que me ha parecido especialmente interesante y que me va a servir para la explicación de mañana. Justamente estamos trabajando el tema de la planificación y la organización. “Me extraña esta forma de organizarse” señalas. Completamente de acuerdo. De ahí la necesidad de hacer hincapié en la importancia que tiene para la empresa dar con una adecuada organización que sea coherente con los planes de empresa. Una mala organización puede ser un síntoma de una enfermedad, no sé si mortal, pero cuando menos grave: y es una organización ineficiente e ineficaz.
Y respecto al walkman, Tu quoque, David? En fin, está visto que nadie está libre de pecado.
Muchas gracias por tus interesantes aportaciones. Feliz descanso:
Begoña

Begoña dijo...

Muchas gracias, Adriana:
Me alegro de que hayas aprendido algo nuevo. En cuanto a tu pregunta se trata de ir comparado el porcentaje acumulado de población con el porcentaje acumulado de renta. Imagínate que el 80% de la población dispone del 10% de la renta según la curva de Lorenz: es evidente que ese país presenta una distribución muy poco equitativa de la riqueza, ya que el 20% restante disfrutaría del 90% de la riqueza.
Es cierto lo que apuntas como posibilidad. Hoy hemos conocido la noticia de que técnicamente España se encuentra en recesión económica. Eso probablemente suponga que la curva se combe hacia abajo, en la medida en que el mayor paro supondrá que un mayor porcentaje de la población disponga de menores rentas de trabajo.
Un saludo:
Begoña