“La música es la expresión del mundo en un lenguaje de universalidad y que conduce a cosas particulares...se parece a las figuras geométricas y a los números, que son aplicables a priori a las cosas no de manera abstracta, sino intuitiva y determinada.” (A. Schopenhauer)
Hemos vuelto. Así reza el mensaje que aparece en mi cuenta de chat tras una desconexión momentánea. Y lo que son las cosas, esa frase me tranquiliza. Tal vez por lo que promete y otorga: el maravilloso don de la comunicación o, tal vez también, el castigo de la incomunicación. Habría mucho que discutir sobre este punto. La posibilidad de la comunicación o, por qué no, la posibilidad de una isla, parafraseando a Michel Houellebecq. ¿Somos archipiélagos? Una vez escuché a un profesor que la mayor prueba contra las tesis del relativismo cultural y la incomunicación es la existencia del comercio. Simple, pero me dio que pensar.
La cuestión es que el puente ha acabado. Aunque yo nunca me fui. Hemos vuelto y lo hemos hecho con una gran celebración en la que he recibido una lección acerca de algunos de los logros de la educación. Este debate fue parcialmente analizado a propósito de La Ola, pero hoy quiero situarme en otro ángulo. Tal vez permita contemplar otro de los lados del poliedro que conforma la realidad. Tradicionalmente la educación se ha concebido como la forma en la que los adultos han transmitido una serie de conocimientos, de valores, de formas de estar en el mundo a las generaciones que han tomado el testigo. Comparto plenamente esta idea pero me da la impresión de que se queda justita. De aprobado ramplón. Probablemente suene utópico o idealista, -de hecho lo es, lo admito sin complejo alguno-, pero considero que es necesario ir más allá y concebir la educación como una forma de ampliar los horizontes vitales del educando, de darle las herramientas necesarias para que su vida no quede restringida a lo que Aristóteles apuntaba en su Ética a Nicómaco los "placeres sensibles" que, sin ser desdeñables, no son todo lo que existe. El valor de educar, titula Savater su deliciosa obra (muy asequible) en la que analiza el propio acto de educar. El valor añadido que aporta la educación. El arte de educar. Educar en el arte, añadiría yo. Educar musicalmente.
Ayer precisamente discutí sobre esta cuestión. Fue tras ver Los limoneros, una película que recomiendo vivamente y que a partir de una anécdota real dibuja un fresco emotivo, pero contenido, de la difícil situación palestino-israelí. ¿Hay lugar para la concordia? Quiero pensar que proyectos como el de la fundación Baremboim-Said son factibles, en la medida en que la música puede no sólo es perfectamente capaz, sino que es la más indicada para desempeñar el papel de gozne estético entre tradiciones culturales diferentes e incluso en armas. La música une. No acabo de entender cómo en una sociedad en la que se protegen y se estimula hasta el paroxismo el aprendizaje de otras lenguas, olvide el lenguaje musical, la verdadera lingua universalis.
La educación musical es sin duda una de las grandes olvidadas en el sistema educativo actual. Y esa ha sido mi lección de hoy: comprobar cómo un grupo de alumnos de un instituto vecino han sido capaces de formar una pequeña orquesta y disfrutar, i.e, ampliar su laberinto emocional, con la interpretación musical. Se han atrevido incluso con el cancionero de Uppsala. Una de las piezas que esta mañana ha sonado ha sido ésta. Evalúen su cultura musical. O puntos si sólo les suena la melodía. Si son capaces de identificar la pieza y el autor regálense 1 punto. Si son capaces de situar a su autor en su época, 2 puntos... En fin, el cielo es el límite.
Es hora de volver a la economía aunque en clave musical, porque probablemente lo que voy a intentar explicar a muchos les suene a música celestial. Me refiero al tema del mes: la bolsa. Giro de 180º pero la realidad no ofrece un solo rostro. Afortunadamente. El otro día hablaba del sistema bursátil, hoy quiero dar un paso más y explicar los sistemas de contratación. Para lo cual, he de comenzar señalando que el precio de un título denominado cambio o cotización se fija en el punto en el que coincide la oferta y la demanda. Es la operación denominada 'contratación'. En las bolsas españolas existen tres sistemas de contratación.
El primero de ellos es el mercado continuo de acciones o sistema SIBE, acrónimo de Sistema de Interconexión Bursátil Español. Se trata de un modelo informático diseñado por la bolsa de Madrid para la creación de un mercado interconectado entre todas las bolsas españolas. Su virtud principal es que permite la concurrencia de todos sus miembros simultáneamente y de forma continuada a un mercado asistido por ordenador. Comenzó a funcionar en el año 1989 y ya en el 94 suponía el 96% del total negociado en renta variable.
Las principales características del mercado continuo son, en primer lugar, que se trata de un mercado dirigido por órdenes, con información a tiempo real en sus pantallas y difusión de manera automática de toda la información sobre la contratación. Ahora bien, ¿qué es una orden?
Básicamente, una orden de bolsa es la petición que realiza un inversor a un corredor de bolsa para que compre o ponga a la venta acciones u otros valores cotizados en un mercado. Hay diferentes tipos de órdenes como explicaré en su momento.
Además, los títulos admitidos pueden contratarse a lo largo de toda la jornada (9:00 a 17:30). Disponen de un periodo de ajuste desde las 8:30 hasta las 9:00 que comienzan a cruzarse ya órdenes y la cotización de los valores se computa euros. Las órdenes se pueden hacer por lotes ( 25 títulos o múltiplos) o por picos ( cantidades inferiores a 25 títulos). Los miembros de la Bolsa pueden introducir sus ordenes de compra o venta mediante sus terminales de ordenador que están conectados al ordenador central de mercado continuo. Éste, a través del programa informático, intenta siempre casar el máximo de operaciones de acuerdo con la órdenes de compra y venta sobre el mismo título y a los precios propuestos.
El otro mercado es el mercado electrónico de renta fija. En él se negocia la deuda pública anotada en el Banco de España y la renta emitida por las empresas privadas. Funciona de forma similar al mercado continuo, con negociación y difusión a tiempo real.
Y por último, el mercado de corros, es un mercado que se celebra a diario en el parqué entre las 10 y las 12. Los participantes se reúnen físicamente formando un corro, de ahí su nombre, en el que cada título se negocia durante un período de 10 minutos. Es una subasta a viva voz; el vendedor de títulos utiliza la expresión 'doy' indicando la cantidad de títulos ofertada y el precio que pide por ello; mientras que, quien compra los títulos utiliza la expresión "tomo" indicando la cantidad de títulos que quiere comprar y el precio. Si hay acuerdo se utiliza la expresión "póngalos" y "hecho". La operación queda cerrada. Asimismo, el precio se expresa en enteros y la variación máxima permitida en el precio para la primera sesión es de un 10% con respecto al cierre del día anterior. Como se comprenderá el volumen de títulos contratados por este sistema es muy reducido.
Es suficiente por hoy. Otra etapa más. Otro episodio. Cincuenta días juntos. Y los que vendrán. Seguiré tocando el viento y el resto de músicas celestiales. O no tanto.
2 comentarios:
Hola Begoña,
Yo pienso que la educación, tal y como has mencionado en el texto, "es la forma en la que los adultos han transmitido una serie de conocimientos, de valores, de formas de estar en el mundo a las generaciones que han tomado el testigo.", pero considero que a esta se le debería añadir una ligera idea de lo que Platón afirmó de la educación, es decir, que es la capacidad de cada persona de despertar, por medio de la reminiscencia, las ideas para que vuelvan a estar presentes, y con esto, a mi modo de pensar, estaría más o menos completa la definición, ya que nos tenemos que otorgar algo de mérito, jeje.
ELSA
Buenas noches, Elsa:
Touchée. Me rindo. No puedo competir con Platón.
Ahora en serio, su teoría de la educación me parece que bien merece una reflexión. En el fondo, educar es extraer algo que ya estaba. Los profesores no somos dioses, sino que nuestra labor es la de ser instrumentos que ayuden a aflorar lo que de alguna forma, ya está presente en el educando.
No a modo de ciencia infusa,evidentemente. El educando es activo y no es un mero receptáculo de conocimientos inconexos. Interesante, sin duda.
Un saludo:
Begoña
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