miércoles, 17 de diciembre de 2008

Cuento de invierno

En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.

El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de Alençón,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.

Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;
entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeño
como una rosa roja que fuera flor de lis.

Abre los ojos, mírame con su mirar risueño
,y en tanto cae la nieve del cielo de París.
(Rubén Darío, De invierno)

Debe de ser el tiempo. El climatológico y el otro. El que pesa. Hoy me siento muy perezosa y de hecho, he tenido tentaciones de interrumpir mi contacto con ustedes, queridos internautas. Sin embargo, las relaciones epistolares mantenidas en el tiempo acaban creando adicción y ésta, indudablemente, no iba a ser la excepción. Mañana no estaré tampoco presente y dos días se convierten en demasiado tiempo.

En realidad, hoy suspendo en productividad, concepto que pasa por ser un clásico de las clases de economía de Bachillerato, del discurso político y hasta de la Asociación para la racionalización de los horarios que pretende cambiar los inveterados hábitos hispanos y convertir a los noctámbulos españoles en plácidos soñadores. No les falta razón, porque el descanso adecuado es la condición sine qua non de la productividad.


Vuelvo a las andadas. A las mías propias. El concepto de 'productividad'. La productividad según el diccionario de la RAE es "la relación entre lo producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc". Y aporta un sencillo ejemplo para clarificar el término: La productividad de la cadena de montaje es de doce televisores por operario y hora. Definición clarificadora. Los economistas hablan de inputs y outputs: de esa forma, expresa la relación que existe entre la cantidad de output obtenido y los inputs utilizados en el proceso.

No hay que olvidar que el proceso de producción consiste fundamentalmente en combinar capital y trabajo para conseguir un producto final. Por tanto, cuanto mejor es la calidad de ambos factores, más productividad se puede obtener. Pero la responsabilidad de combinar de una determinada forma, -que me perdonen los ingenieros-, el capital y el trabajo, que constituye la función propia de los directivos, es también un factor que favorece y posibilita los incrementos de productividad. De ahí, que haya que recalcar una idea básica y fundamental que nunca debe perderse de vista: los directivos constituyen un factor de producción más, además de los clásicos tierra, trabajo y capital. De nuevo, una idea fundamental asoma entre toda la terminología productiva: el factor más importante es el humano. Aunque a veces se olvide.

En última instancia, incrementar la productividad implica obtener una mayor cantidad de producto utilizando las mismas cantidades que antes de la mejora, o bien, obtener la misma cantidad de output aplicando en el proceso de producción menos cantidad de inputs que la que antes era necesaria. Una combinación determinada de capital y trabajo generará mayor productividad en la medida en que sea más eficiente. Además, la mejora de la productividad propicia un incremento de la remuneración de los factores que intervienen en el proceso de producción y, con ello, la posibilidad de compensar mejor a los grupos humanos que prestan su colaboración a la empresa. Todo ello redundará en un aumento del bienestar económico de la población. Esa mejora depende, por consiguiente, de la pericia y formación de los gestores del área funcional de producción.

La importancia económica de la productividad tiene su origen en la idea de que incrementar la productividad equivale a mejorar la competitividad de la empresa. Además, si se incrementa la productividad de forma generalizada en el tejido productivo de un país, mejora la posición relativa de dicho país. Como se apreciará, todo forma parte del mismo entramado: una economía de mercado altamente competitiva en la que el incremento de la productividad se constituye en salvavidas en épocas de crisis.

El incremento de la productividad constituye por tanto un objetivo económico de primer orden. Existen factores que condicionan la consecución de esta meta: la calidad y disponibilidad de los recursos naturales, la estructura de la industria y la existencia de barreras de entrada, la tecnología, la cualificación de los trabajadores, el entorno macroeconómico y el microeconómico influyen y causan que de hecho se consiga una mayor o menor productividad.

Acabo. Me invade el dulce sueño, pero no soy Carolina, ni tengo abrigo de marta cibelina, ni jarra de porcelana china, ni fuego en el salón. A pesar de todo, dejen su abrigo gris, acomódense. Fuera hace frío.

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