miércoles, 3 de diciembre de 2008

El hundimiento

"Ignoranti, quem portum petat, nullus suus ventus est" (Ningún viento es favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige). L. A. Seneca

A veces ocurre. Hay películas, libros, viajes e imágenes que inesperadamente se cuelan en nuestras casi siempre anodinas vidas para instalarse definitivamente en ellas. Se hacen carne de nuestra carne y amplían nuestro mapa del mundo. La historia que ayer vi en el cine no se cuenta entre las que han dejado ese poso en mí. A pesar de que su argumento resultaba a priori interesante: un profesor de instituto idea una peculiar metodología para que sus alumnos comprendan el alcance real del tema que le ha tocado en suerte explicarles: la autocracia. En castellano, -la película era alemana-, se utiliza más su sinónimo: la tiranía. Como digo, la acción me atraía porque pone sobre el tapete un tema que muchas veces se pasa por alto: la responsabilidad del educador frente al educando. La deontología docente, cuestión, que, muchas veces, no se ha abordado con la profundidad que sin duda merece.

La ola, que así se titula la película en cuestión (no confundir con Rompiendo las Olas de Lars von Trier), se atreve a hacer frente al reto. El problema es que lo hace de una forma ciertamente superficial, grosera incluso, sin profundizar y sin explicar que el principal instrumento al servicio de la manipulación, pero también de la educación, -no son sinónimas- es el uso de la retórica. Y su fin último es la persuasión. En mi opinión, la retórica es la condición de posibilidad de la educación. Pero ése es otro tema.

La ola no hila tan fino (y no es mucho afinar, la verdad). El profesor se sirve de otros medios. Los uniformes, las normas, la disciplina que los alumnos deberán acatar en las clases calarán de tal forma en ellos que acabarán confundiendo la realidad con la ficción. Pero el uso del uniforme, o la sumisión a unas normas, sin que medie explicación alguna para su obediencia, no dan razón del sentimiento de pertenencia al grupo: ese es el fallo de la película. Es justamente al revés, uno está dispuesto a calarse una vestimenta indiferencia cuando siente que pertenece al grupo. Lo que convierte a un conjunto de personas en miembros de un colectivo es la asunción de unos valores comunes, de unos objetivos comunes, de unas normas comunes. La persuasión juega aquí un papel fundamental. El profesor de la película no hace uso de este instrumento, razón por la que considero inverosímil el planteamiento de la película. Por el contrario, esa arma aparece maravillosamente cuidada en El club de los poetas muertos del infinitamente más sutil (si se me permite la hipérbole) Peter Weir. El profesor Keating es plenamente consciente de cuáles son sus objetivos como educador y de hecho, utiliza todos los medios a su disposición para alcanzarlos. Por eso, es capaz incluso de asumir los efectos no deseados o colaterales, -en términos económicos, las externalidades-, de su acción. Se responsabiliza de los efectos de sus actos, aunque estuviera fuera de su voluntad provocarlos. Al profesor alemán el asunto se le va de las manos porque su praxis no obedece a ninguna intencionalidad más allá de la de salvar la engorrosa papeleta que le habían encomendado con el curso sobre la autocracia.



El lector se estará ya planteando qué tiene que ver lo anterior con la economía. Probablemente nada y todo. Porque saber es saber relacionar. Ayer me dejé llevar por un optimismo injustificable. Perdí el norte, la brújula, la intencionalidad que ha de guiar siempre a todo el que se mete farolero. Aunque a veces perderse sea también una necesidad. La realidad me ha puesto en mi sitio. Los comienzos absolutos, la tabula rasa, se presenta como vano intento: el pasado pesa y los errores que nunca se enmendarán más. Fui frívola porque hoy los titulares de los periódicos nos han vapuleado con la cifra de desempleados. 2.989.269. Un número con millones de rostros humanos detrás.

Por eso, me resulta especialmente duro hablar de los tipos de desempleo, tema que he explicado a mis alumnos de 1º de Bachillerato. Imagino que un médico sentirá algo parecido, salvando las distancias obvias, cuando tenga que tratar a un paciente sin implicarse emocionalmente. Lo que sigue son las categorías en las que se clasifica el desempleo con el fin de atajar cada problema de forma específica.

Se suele hablar de desempleo friccional para referirse al asociado al perido de tiempo que transcurre desde que una persona abandona su empleo actual hasta que encuentra otro. También incluye a los que buscan su primer empleo. Por ejemplo, un trabajador que cansado de las malas condiciones horarias de su empresa, se despide, y se dedica a buscar otro trabajo mejor. Es, sin duda, el menos grave.

El desempleo estacional, como su propio nombre indica, es el que se produce al finalizar trabajos que se llevan a cabo en determinadas épocas del año. Es el caso de un trabajador de un hotel en Benidorm cuando termina la temporada estival.

El desempleo estructural pasa por ser la verdadera bestia negra para los economistas. Aparece como consecuencia de los desajustes entre la oferta y la demanda de empleo. Es decir, el tipo de trabajador que las empresas demandan no está en consonancia con la formación o capacitación profesional de los que ofrecen su fuerza de trabajo. Es frecuente que los empleos de nueva creación requieran unas habilidades peculiares de difícil adquisición por el trabajador. El problema se agrava al acentuarse la velocidad en la innovación tecnológica. La consecuencia es que se amplía la brecha entre las habilidades requeridas y ofrecidas por lo que el desempleo estructural aumenta.

El desempleo cíclico aparece cuando la demanda de trabajo por parte de las empresas es inferior a la oferta. Suele asociarse a épocas de crisis económicas como la actual.

Hasta aquí la teoría. Sólo me queda pedir disculpas por la ligereza de mis apreciaciones de anteayer. Prometo no ser tan inconsciente.

4 comentarios:

David dijo...

Hola Begoña

Una amiga común me habló de tu blog hace unos días. He ido leyéndote y hoy me atrevo a escribirte.
Ayer estabas optimista, hoy más realista... La situación económica nos lleva a estos cambios de apreciación. Yo estoy en un estado que contiene un poco más de desesperanza. "La que está cayendo", como bien dices, en mi visión es mucho más "la que está empezando a caer".
Y me explico. Cada día recibimos pequeñas gotas de esperanza. En el segundo semestre de 2009 se iniciará la recuperación, indica el periódico Tal. En el primer semestre de 2010 volveremos a ver el PIB en crecimiento, dice el periódico Cual (en crecimiento no sé muy bien respecto a qué período comparativo).
Pero mi desesperanza sobre la crisis no se calma con estas gotas. Porque, en mi opinión, estamos ante una crisis social, de la que sólo vemos la parte económica.
Y resolver la parte social que ha conducido a la recesión no nos va a llevar un año. Ni dos. Ni probablemente tres. Vamos para largo.

El día que deje de parecernos normal comprar un piso por 400.000 euros, que nos extrañe que presentando una nómina nos den un crédito para un coche de 24.000 euros cuando sólo tenemos veinte años, habremos empezado el cambio social que necesitamos.
Porque nos hemos acostumbrado a lo fácil. Y la parte económica de la vida, nunca ha sido fácil. La historia demuestra que la economía, en su estado de supervivencia personal más puro, ha generado disputas, violencia, incluso conflictos bélicos. Pero últimamente (years scope, no lo sé) nos habíamos acostumbrado a lo que no es normal. ACCESO FÁCIL AL DINERO. Posibilidades casi ilimitadas. Endeudamiento rápido. Consumo excesivo a todas luces y sin soporte financiero real, detrás de él.
Y no era normal. Pero nos vendían hipotecas, coches, vacaciones, a precios carísimos, pero con pagos mucho más cómodos. Comienza la crisis, se recorta el crédito, el consumo se reduce, nuestro inflexible país no toma medidas en pacto social, en recorte de salarios, de bajada (sustancial) precios de vivienda... El paro se agudiza. La parálisis empieza a aparecer. Económica. Social detrás.

Sólo cuando regresen los valores económicos sociales anteriores a esta locura consumista (gasta de lo que tienes; endeúdate poco y con límite; no importa lo que posea tu amigo, tu vecino, importa lo que tú puedes permitirte...), veremos la resurrección, que no recuperación. Pero falta tiempo. Bastante.

Yo soy una persona ahorradora. Lo primero que siempre he hecho el día que cobro la nómina es destinar mi ahorro a lo más conveniente en cada momento. Pero lo primero era ahorrar. Es un valor personal. Antes frecuente en la sociedad, ahora también en recesión.
Ummm... Tengo 38 años y siento estar escribiendo como si tuviera 50. Pero es lo que siento.

Y mientras espero al cambio social, recuento en mi armario más de cuarenta corbatas en uso, más de cuarente camisas, también en uso. ¿Qué hacen aquí conmigo? ¿Por qué me acompañan? No lo sé muy bien. Pero me están gritando que yo también he gastado en aquello que no necesitaba. Porque tocaba, porque podía. Ahora sigo pudiendo, pero ya no quiero. Tal vez me haya dejado parte de algún otro valor económico personal en el camino. Debería pensar en intentar recuperarlo.

Pero también me gritan que si yo reduzco mi consumo, no pondré mí molécula de grano de arena en la reactivación del consumo, que conduzca a la recuperación económica. Pequeño gran dilema. Otro día te cuento qué haré.

Me despido Begoña. Creo que estamos ante una crisis social. Hoy vemos su desagradable cara económica. Cuando nos acostumbremos veremos su fea cara en forma de inseguridad ciudadana creciente. Y espero que un poco más tarde, estemos gozosos de ver que algunas cosas, pequeñas, imperceptibles, nos están devolviendo valores que teníamos y que en la carrera por el consumo hemos perdido. Todo ha sido demasiado fácil, demasiado rápido. Y tenía un precio que no leímos en la etiqueta.

Como te gusta el cine te diré que haré como un poco apreciado y gran actor en "El hombre tranquilo". Esperaré pacientemente mi momento para ver qué hago frente a esta crisis ¿económica? ¿socioeconómica? ¿o tan solo social?

David

Begoña dijo...

Buenas noches, David:
Consuela comprobar que la gente de mi generación comparte mi cosmovisión. Por algo pertenecemos a la generación JASP, criados por unos padres que han vivido tiempos más duros que los actuales. Nos movemos en la contradicción. Somos la bisagra entre dos generaciones que oscilan entre el ahorro extremo y el consumismo más atroz. Nuestros abuelos combatieron en una guerra que hoy queda muy lejana y sufrieron en propias carnes las famosas cartillas de racionamiento. Ciencia ficción para todos los que hoy han atiborrado los centros comerciales en el día de Navarra, San Francisco Javier, y, por tanto, festivo.

El mismo ocio se concibe hoy como consumo. El ocio convertido en negocio (nec-ocio, no ocio, etimológicamente). Por tanto, estoy completamente de acuerdo contigo cuando afirmas que las raíces de la crisis no son únicamente económicas, siempre y cuando, obviamente, entiendas el término 'económico' en un sentido academicista. Si me has leído te habrás dado cuenta que peco de puntillosa en lo relativo al referente de los conceptos.
La crisis es, en este sentido económica, porque la economía se nutre de lo social, en la medida en que es una actividad social. No creo que sea posible dividir estrictamente la reaidad en compartimentos estancos. La crisis es social, económica y ética en la medida en que comporta una transmutación de los valores tradicionales.


Tienes razón. Vivimos una suerte de enfermedad mortal, nuestra vida se articula en torno al acto de consumo, de tal forma que incluso hemos llegado a identificar 'nivel de vida' con 'nivel de consumo'. El lenguaje no es neutral.
Comparto también contigo la idea de que los indicadores no permiten augurar nada bueno. La cosa no ha hecho más que empezar. Hoy en Navarra nos hemos desayunado con la noticia de que Bosch-Navarra dejará de fabricar los sistemas de frenos de Pamplona en 2009. Una pieza más en este macabro dominó. Porque el paro, evidentemente es un problema que, como si de un agente erosivo se tratase, se inmiscuye en todos los resquicios del sistema social. El propio estado del bienestar está amenazado.

Desfacer el entuerto llevará tiempo, sobre todo porque, como muy bien apuntas, no se trata simplemente de un ajuste técnico de cuatro magnitudes, las implicaciones son éticas: de ahí que me parezca fundamental la labor educativa encaminada a la consecución de un consumo responsable.

Con esto ya adelanto que no creo que la solución a la crisis económica pase por un incremento del consumo. Esa es una idea errónea. Tan importante como el consumo es el ahorro. Sin entrar en demasiadas matizaciones, macroeconómicamente un país que no ahorra ha de buscar financiación en el exterior. El mayor consumo comporta normalmente mayor endeudamiento. Es obvio que si la tasa de ahorro de las familias disminuye, aumenta su necesidad de financiación. Bien es cierto que es sólo uno de los sumandos que se utilizan para calcular el agregado conocido como Necesidad de Financiación exterior de la Nación.

Son tantos y tan interesantes los temas que apuntas, que creo que me voy a dosificar. En cualquier caso, muy buena película El hombre tranquilo.John Ford: control de calidad asegurado. Sin duda la mejor interpretación de toda la carrera de John Wayne. Como anécdota te diré que cuando estuve en Irlanda, me empeñé en visitar los escenarios naturales donde se rodó la película.

Un saludo y muchísimas gracias por tu interesante aportación. Espero que sigas visitándonos:
Begoña

David dijo...

Inisfree, gran pensamiento para dormir. Coincido en que fue la mejor interpretación de Wayne (junto a Centauros del Desierto, ineludible Ford, Sesión de Tarde, Televisión Española, 16:00h., catorce años, sentado junto a mi padre y viendo los créditos que terminaban, muchas veces, con "Directed by: John Ford" y un servidor pensando que ese era el bi-director y preguntándose por el director principal; injusto inglés). Pero mi favorito siempre ha sido James Stewart.

Confesión: es el primer blog en el que escribo en mi vida.
Así que ni siquiera sé si vale salirse mucho de la economía y hablar tanto de cine. No sé si hay una blog-etiquete.

Un poco más de economía antes de dormir.
Coincido en que somos generación bisagra. En la cabecera de tu blog mencionas una frase de Jeffrey Sachs, en la que también indica que somos la primera que puede eliminar la pobreza. No he leído su famoso libro, pero cuando estuvo en junio en Madrid, leí entre sus palabras que también nos decía que probablemente también seamos la última que lo puede hacer, al menos hasta dentro de mucho mucho tiempo.

Economía-sociedad-ética. Tienes razón. No hay compartimentos estancos. Como en casi nada hoy en día. Uno casi puede confundir causa y origen, porque la gallina y el huevo nunca estuvieron tan intrínsecamente unidos en el tiempo. Casi es lo mismo y en muchos órdenes de la vida.
Que no te pese pecar de puntillosa en los conceptos, porque nos viene muy bien a todos los que te leemos. Además infiero que aunque quisieras ser menos puntillosa, te resultaría difícil, porque la profesión es la profesión. Así que adelante. Uno es ingeniero y principiante en economía (y en ingeniería ni principiante).

También coincido en la necesidad de que balances y déficits encuentren su punto de estabilidad. Y ciertamente, esos indicadores sí que se nos están escapando de las manos.

El mes pasado estuvo en Vitoria (que es donde resido) Guillermo de la Dehesa. Fue una charla de hora y media de lo más interesante. Y pintó, entre otras muchas cosas, un escenario de lo sucedido con la economía islandesa como para preocuparse. Algo así como una moneda devaluada tres veces, para un montante total de un 90% en apenas un año y el país tremendamente empobrecido. Supongo que muchos islandeses mirarán su ombligo y se preguntarán... "Y yo... Yo... Yo, ¿qué he hecho mal?".

Aunque eso no es nada comparado con un artículo que practicamente viene a decir que los estados están tapando los agujeros de los bancos (y pronto otras empresas), pero nadie va a tapar los agujeros que el estado se va a generar a sí mismo, así que habrá estados que, para cuando salgamos de la crisis dentro de cinco años, prácticamente hayan desaparecido. Minucias, porque el mismo artículo augura el fin del capitalismo para el 2070. Lo he caricaturizado un poco, pero el artículo (http://www.formacionventas.com/Publicaciones/2010crisis.pdf) menciona como fuente a Santiago Niño Becerra, Catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull de Barcelona (no tengo el gusto, pero a veces uno se deja inpresionar por las titulaciones).

Pero seguro que no será tan difícil. Hoy no vemos luz al final del túnel, pero el final del túnel, existe seguro. Si no, no sería un túnel.

Volveré al blog, no lo dudes.

Gracias Begoña. Da gusto leerte.
David

Begoña dijo...

Buenos días, David:
Gracias por elegir este modesto blog para estrenarte como comentarista. Además, con nota. El furor pedagógico que nos acaba caracterizando a los de mi profesión nos lleva a valorar todo lo que encontramos a nuestro paso. En esta casa virtual la única norma es respetar la inteligencia ajena. La idea de utilizar "blog-etiquetes" en este espacio se sitúa en las antípodas de las pretensiones (escasas, por otro lado) con las que nació. Tengo la impresión de que el discurso económico se ha recubierto con una especie de patina de opacidad que hace que la gente común se sienta incapacitada para comprenderlo. Cuando paradójicamente ha de padecer en última instancia y en propias carnes las consecuencias de las decisiones de ese supuesto grupo de iniciados.

Esta (y otras) son ideas perversas que se cuelan de matute entre la gente y que provocan la inacción o la no participación de la ciudadanía en decisiones que les atañen. Esa es la verdadera educación para la ciudadanía. Lo demás son historias que no me interesan. Por eso este blog aboga por entender la economía como una actividad humana más, que, en sus fundamentos básicos, es accesible para todos aquellos que decidan tomarse unas mínimas molestias. Por eso la "contaminación ambiental" de otras ciencias, artes o simplemente placenteras actividades son recibidas con gozo y aplauso en este cuaderno de bitácora. La economía es interesante, es divertida (lo dice alguien que la odiaba antes de que las circunstancias le obligaran a ponerse al día) y es una actividad humana más. Todo esto, para señalar que estoy encantada con la idea de que introduzcas referencias cinéfilas.

Acabo de leer el interesante enlace que aportas. Como tú bien apuntabas, se trata de una entrevista y el género no da para grandes matices. Por eso, las críticas que yo voy a hacer están sometidas al más estricto principio de prudencia intelectual, porque imagino que en otros foros, esas opiniones se habrán justificado con más datos. Es lo que tienen ciertos géneros, como el que estamos usando aquí y ahora. Ahí voy. La ciencia para ser considerada tal ha de poseer un atributo que es su capacidad predictiva. Ahora bien, tengo para mí, que el horizonte de predicción de la economía es bastante limitado. Por eso, vaticinar que en 2070 el sistema de economía de mercado conocerá su particular despedida y cierre me parece casi de ciencia ficción.Pese a que sí pienso, de hecho está ocurriendo ya, que las cotas de poder, incluso político, que las corporaciones están alcanzando son cada vez mayores. Me creo más lo que asegura del medio plazo. Como apuntábamos ayer, la cosa pinta fea y los indicadores y macromagnitudes hacen presagiar lo peor.

En cualquier caso, mil gracias, la verdad es que otro objetivo, este personal, del blog es aprender y aportaciones como la tuya ayudan. De verdad.

Un saludo:
Begoña