lunes, 15 de diciembre de 2008

El tercer hombre

"Esto es el oeste, señor. Cuando la leyenda se convierte en hecho, se escribe sobre la leyenda".(De El hombre que mató a Liberty Valance, John Ford)



Pongamos que hablo de Ford. No precisamente de John Ford, -aunque también-, cineasta que ha sido citado en este foro, y a quien debo muchas tardes de auténtico deleite. Tras su aparente simplicidad, bienaventurados los sencillos, podría incluso hacer extensiva a su persona la sentencia que Nietzsche dedica a Dostoievski en El crepúsculo de los ídolos, " el único psicólogo, dicho sea de paso, del que yo he tenido que aprender algo: él es uno de los más bellos golpes de suerte de mi vida...". Bienaventurados los sutiles. Una de mis películas favoritas es El hombre que mató a Liberty Valance. Me pasa con pocas películas, pero ésta, sin duda, reúne gran número de esas imágenes que quedan grabadas a fuego en la retina. Como la mirada de Wayne contemplando el incendio de su vida. Pero ése es indudablemente otro tema.



Yo quería hablar de otro Ford. Henry. Hoy en día más conocido que el propio director. Intuyo que no per se, sino por la marca con la que bautizó sus automóviles. Y lo traigo a colación porque hoy he comenzado con mis alumnos de 2º de Bachillerato a analizar el interesante tema de la función de producción de la empresa.



El apellido de Ford, -de éste Ford- va inextricablemente asociado al de Taylor. De hecho se suele hablar de taylorismo y fordismo. Ambos representan el estereotipo americano del self made man, el hombre que de la nada construye un imperio: Bien es cierto que la encarnación de este Prometeo moderno es más nítida en el caso de Ford que en el de Taylor.

El segundo hombre de hoy, Frederick Winslow Taylor (1856-1915), comenzó a trabajar de aprendiz en un taller; posteriormente cambió de empleó y finalizó estudios de ingeniería. Taylor, que por algo fue cocinero antes que fraile, sospechaba que la productividad en las fábricas era bastante inferior a la esperable. El verdadero mal que había que combatir era el derroche del tiempo y la pereza inherentes al género humano. En última instancia, el enemigo habita en nosotros. Por eso, realizó las primeras mediciones de tiempos de la época que fueron contrastadas con tiempos predeterminados, tomando como referencia los invertidos por obreros capacitados por la realización de esos trabajos. Su visión del ser humano, que no hace demasiadas concesiones al optimismo, le lleva a afirmar que los óptimos de productividad pueden alcanzarse mediante un sistema de retribuciones equiparable al esfuerzo realizado. La avaricia infinita del ser humano así lo demanda: el salario se erige en elemento motivador par excellence.

Henry Ford (1863-1947), el auténtico tercer hombre, tuvo una trayectoria bastante similar a la de Taylor. Comenzó trabajando de aprendiz en una fábrica. Sus capacidades, su carácter emprendedor y su iniciativa provocaron que fuese ascendido y nombrado ingeniero de la Edison Iluminating Co. Circulan una serie de leyendas, que no he podido confirmar, pero que mencioó para que el lector juzgue por sí mismo, en torno a sus habilidades. Se cuenta que construyó su primer automóvil por piezas, un coche con motor de cuatro tiempos refrigerado por agua: algo verdaderamente revolucionario en su época.

Pero lo que, sin duda, lo convierte en meritorio poseedor de un lugar privilegiado en el Olimpo de los Emprendedores, cuyo Zeus actual se llama Bill Gates, es su impulso a lo que hoy se conoce como 'consumo de masas'. Ford fue ardiente defensor de la fabricación del coche para y por el pueblo. La democracia entendida como capacidad de consumo, en contra de la corriente de opinión de los años 20 que defendía un consumo ostensivo, esto es, como símbolo de poder y refinamiento. Para ello, y este es precisamente el punto en el que nos hemos quedado en clase de 2º de Bachillerato, ideó cadenas de producción con la máxima simplificación de tareas, evitando los movimientos rutinarios para reducir costes. Aplicando, de alguna forma, los dogmas taylorianos. Con él nació la producción en serie y las cadenas de montaje, que tan brillantemente fueron satirizadas por Charles Chaplin en la que para mí (junto con el Gran Dictador, imprescindible la escena en la que juega con el mundo convertido en inocente globo) es su mejor película Tiempos modernos. Volveré sobre el tema.

El sueño americano convertido en leyenda. Aunque a veces el trabajo en la cadena se parezca más a una pesadilla. A mayor gloria del consumo. Felices compras.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena, Begoña:
Soy un compañero de la UNED. Hemos coincidido alguna vez en la Biblioteca. Al ver tu foto en el periodico te he seguido la pista y he encontrado esta maravilla de blog.
Un abrazo, guapa:
Javier
P.D. A mí tambien me gusta Ford (John)

Anónimo dijo...

Enhorabuena Begoña,
ya que se puede, aprovecho este foro para felicitarte por el premio. ¿Cuando te sacan el TV?
Saludillos,
do Teruel

Anónimo dijo...

Hola Begoña, aprovecho este rato de descanso de estudiar geografía para comentar.
Lo primero, te felicito por el premio que has ganado, lo único malo de ese premio es que no vas a poder estar en nuestro "pequeño" controlillo...por tanto no nos vas a poder resolver las dudas... :)
Continuo diciendo que me alegro de que nos hayas nombrado en esta estrada, jeje.
Y ya, comento acerca de la entrada.
Las tres primeras líneas creo que, por desgracia, son verdad; ya que no se ponen "remedios" (por llamarlo de alguna manera) a las cosas hasta que no pasan.
Pienso que fue un gran logro el estudio que realizó Taylor acerca de la productividad, puesto que nos beneficia a nosotros, los consumidores, y a las empresas.
Aquí concluyo mi intervención.
Pásatelo bien el jueves en Madrid Begoña, y acuérdate de nosotros, que estaremos haciendo el examen, jeje.
ELSA

Begoña dijo...

Muchas gracias a todos.
Un abrazo:
Begoña

Anónimo dijo...

Buenas noches, Begoña:

Tras el gran ausentismo por mi parte en tu blog vuelvo a realizar mis comentarios nocturnos.

Lo primero y para no romper la serie, quería felicitarte por tu premio aunque, me alegre mucho por ti estoy de acuerdo con elsa en que voy a sufrir en el examen.
A mi problema del tiempo se le añade el de que no voy a tenerte para resolver mis dudas.

Respecto a la entrada, quería hacer un apunte en la cita: "El enemigo habita en nosotros"
Estoy de acuerdo con esta frase pero, también creo que al igual que el "enemigo" habita en nosotros (pereza, falta de motivación o simplemente poco sentido de la responsablidad) también lo hace la satisfacción del trabajo bien hecho y los medios necesarios para hacerlo. Y con esto quiero decir que no deberiamos movernos únicamente por motivaciones exteriores como puede ser una mayor retribución o un mayor reconocimiento por parte de nuestros superiores; sino también por la satisfacción que aporta el saber que estás haciendo tu trabajo empleandote al máximo y con el fin de obtener los mejores resultados (eficiencia).

Soy consciente de que lo que acabo de escribir puede sonar a tópico pero, también es algo muy cierto.
Y si hay alguien que siempre hace inacapié en esto último, esa eres tu, Begoña.
Además por lo que veo predicas con el ejemplo, ya que no creo que los 600 € de premio fueran el mayor aliciente para ti. Soy más partidaria de pensar que tu afán insaciable por saber más te han llevado a sacar esas notas.
(Me podría aplicar el cuento..jeje)

Un saludo y disfruta tu momento de gloria.

Nora.

Begoña dijo...

Muchas gracias, Nora.
No os preocupéis por el examen. Seguro que lo superáis sin dificultades y sin mi presencia. Respecto a los incentivos,
evidentemente el mayor es el propio saber. Desgraciadamente, aún me encuentro a años luz de su consecución, por eso, como objetivo sigue siendo motivador. Más adelante, hablaremos en clase de las teorías clásicas de la motivación. En el fondo, repiten lo que ya los griegos habían descubierto: los seres humanos tienen por naturaleza el deseo de saber. Y que dure.
Un abrazo, Nora