"Nadie puede en su vida escapar a una deplorable dosis de entusiasmo" (Stendhal)
Hoy he desayunado con Barack Obama. También cené la noche pasada con él y comí con su agradable presencia. No soy un caso único, lo sé. De hecho, ha sido prácticamente inevitable evitar su compañía. Desde que emprendió la carrera por las primarias demócratas enfrentándose nada más y nada menos que con la ex-primera dama, su rostro ha pasado a formar parte del álbum familiar.
Ha ganado las elecciones a su oponente, el republicano McCain. La entrada de mi cuaderno de bitácora está dedicada al programa político de ambos. Recomiendo pinchar aquí.
Que la suerte le acompañe.
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