miércoles, 12 de noviembre de 2008

El camino a casa

"Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer cada cosa: Tiempo para llorar, y tiempo para reír" (Eclesiastés)

Todo pasa y todo queda. Todo pasa y todo llega. Después de muchas horas de trabajo y esfuerzo, muchas de ellas robadas (o devueltas, según se mire) al sueño, mis alumnos de bachillerato han finalizado los exámenes de la primera evaluación. He echado de menos su presencia en este foro. Todas las ausencias, aun las temporales, pesan. Por eso, espero que a partir de hoy vuelvan a campar a sus anchas por estos dominios que, en el fondo, cobran sentido en la medida en que ellos los visitan.

Decíamos anteayer. La demanda de un bien es la cantidad de éste que se desea o se puede adquirir en unas condiciones determinadas. Hice también un repaso somero de los factores que influían en la cantidad demandada y prometí explicar los efectos que se producen en el poder adquisitivo de la renta de un consumidor debidos a la alteración en los precios. No sé si lo prometido es en todos los casos deuda, pero lo que sí sé es que lo ha gozado de un digno comienzo se merece un no menos digno final.

Supongamos (verbo favorito de los economistas) que los precios de un determinado bien o servicio sufren una variación. Esta alteración provoca un cambio en el poder adquisitivo de la renta del consumidor que causa dos efectos sobre la demanda. Estos dos efectos tradicionalmente se han llamado efecto sustitución y efecto renta. Y la suma de ambos es el efecto total.

El efecto sustitución mide las consecuencias que tiene en la demanda de un bien el hecho de modificar su precio, bajo el supuesto de que el consumidor mantenga el mismo poder adquisitivo. Es decir, en este caso el comprador ha de variar su patrón de consumo. Si sube el precio de la carne de pollo y se mantienen constantes los precios de la carne de ternera o de cerdo, se puede afirmar que la carne de pollo se ha encarecido con respecto a las otras carnes. Por tanto, su consumo será sustituido por el de éstas. Cuanto más suba el pollo, más chuletones de ternera comeré (la teoría también contemplaría la posibilidad de que me convirtiese en vegetariana o vegariana). Algunos autores han llegado hasta el extremo de suponer que los animales también desarrollan comportamientos económicos en la medida en que actúan conforme al efecto sustitución. Los experimentos con ratas de Kagel y Battalio son un ejemplo de ello. Curioso, cuando menos, aunque por la abultada bibliografía generada en torno a estos estudios, cabe pensar que la cuestión no es ni mucho menos pristina.

El efecto renta es la consecuencia de una variación en el precio sobre la cantidad demandada debido a la alteración en la renta real del consumidor causada por el incremento o disminución en el precio del bien. Más claramente. Al bajar (subir) el precio de un bien, aumenta (desciende) la renta real o poder adquisitivo del consumidor, puesto que con unos mismos ingresos monetarios puede comprar ahora más (menos) cantidad de bien que antes. Pues bien, el efecto renta es es la parte del ajuste de la cantidad demandada que depende de la variación de la renta real. . Si se duplica el precio del cine y sigo recibiendo la misma y probablemente exigua asignación semanal, me vuelvo un poco más pobre, pues puedo adquirir menos productos, mi nivel de consumo no puede ser semejante. Por eso, tendré que reducir el consumo de películas y de otros bienes.

La clave está en entender que el efecto sustitución favorece al bien que se ha abaratado en terminos relativos, mientras que el efecto renta perjudica a ambos porque provoca un empobrecimiento con respecto a la situación anterior. Para un análisis más profundo, acompañado de gráficas y funciones matemáticas aconsejo abundar en este enlace del profesor Calvo, cuyo libro de Microeconomía me aclaró muchos conceptos.

Este análisis es correcto, suponiendo que el bien considerado sea normal. Nuevamente hay que matizar. Un bien normal es aquel cuyo consumo aumenta cuando lo hace la renta. Ahora bien, si el bien es inferior, aquel cuyo consumo disminuye cuando lo hace la renta (las patatas suelen ser el ejemplo más socorrido en este punto).

Pero como siempre, no conviene perderse en el laberinto de los conceptos. Lentos pero seguros. Se hace camino al andar, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se va a volver a pisar.
Machado dixit.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé si es como bien has nombrado la acumulación de sueño o que hoy definitivamente no estoy inspirada pero mi aportación se limita a:

Mostrar mi acuerdo con tigo ya que es algo obvio y bastante lógico que es "preferible" el efecto sustitución ya que, en este caso el bien, en realidad persona, afectada es una sóla. El consumidor se ve obligado a que los productos que adquiera no sean los deseados (bienes normales)pero, en este caso el comerciante que se dedica a la venta de bienes inferiores aumenta sus ventas y resulta aventajado por la situación creada. Mientras que el efecto sustitución, no perjudica únicamente a la persona cuya renta es reducida sino también a los vendedores de bienes normales e inferiores aunque, en menor medida a estos últimos.

Soy consciente de que mi intervención no ha sido muy enriquecedora pero, prometo intentar mejorar en la próxima.

Buenas noches, Nora.