domingo, 16 de noviembre de 2008

Atando cabos


"Si escuchas a ambas partes, se hará en ti la luz; si escuchas a una sola, permanecerás en las tinieblas" (Proverbio chino)


Corren tiempos en los que está mal considerado pronunciarse acerca de cualquier cosa. La suspensión de todo juicio, y no precisamente como precaución metódica, ha devenido el salvoconducto que abre las fronteras del país de lo políticamente correcto. Pero nos balanceamos en nuestras contradicciones. Propongo una sencilla prueba. Introduzca en su buscador favorito el siguiente sintagma: "las diez mejores" y juzgue (si su credo se lo permite) por sí mismo. Es imposible sustraerse a la valoración.

Arrimaré el ascua a mi sardina. Sé que nadie me lo ha pedido, pero si tuviera que establecer un concepto fundamental para entender las relaciones económicas, aun en su versión más simple, me decantaría por el de 'reciprocidad'. Una de las razones para justificar mi preferencia residiría en el hecho de que permite constatar hasta qué punto, más allá de la complejidad con la que se pinta todo lo económico, la economía está inserta en la propia condición humana. Habrá quien discuta que exista algo así como la 'condición humana', pero, aunque seductor, no es ése el debate de hoy. No quiero dejarme transportar por cantos de sirenas a terrenos ciertamente movedizos.

Por otro lado, mi idea no deja de ser una obviedad. Si todas las relaciones humanas se basan en la reciprocidad y todas las relaciones económicas son relaciones humanas, entonces todas las relaciones económicas se basan en la reciprocidad. Silogismo habemus. De la primera figura. Barbara, en concreto. La cuestión, as always, reside en la aceptación de las premisas, pero esa sin duda no es una cuestión de lógica.



Vuelvo a la reciprocidad. El otro día hablaba de la demanda. No cabe entender, sin embargo la demanda sin su recíproca, la oferta. La condición de posibilidad de la demanda es que exista una oferta que la satisfaga. De hecho, se asegura que los esfuerzos de marketing se encaminan a, de alguna forma, estimular la demanda. Correcto, pero no hay que perder de vista la idea de que quienes realizan estos esfuerzos son los oferentes.



Quienes pacientemente leen este cuaderno de bitácora tendrán claro que una de mis manías es el gusto por la definición. Por eso, comenzaré señalando qué es la oferta individual. Se suele utilizar una explicación semejante a ésta: la cantidad ofertada de un bien X es la cantidad que de dicho bien que se estaría dispuesto a vender si concurrieran determinadas condiciones.



Al igual que la demanda de un bien, la oferta de un bien depende de un conjunto de variables. La primera de ellas es el precio. Si el precio de un bien aumenta, también lo hará la cantidad ofrecida. La razón es que aumentan las expectativas de obtener beneficios y por eso, entrarán en el mercado nuevas empresas "al olor del beneficio", lo que supone más cantidad de producto para la venta. A mayor precio, mayor oferta. Es lo que se conoce como "ley de la oferta".

No acaban aquí las influencias. De la misma forma que ocurría con la demanda, sucede que el precio de los demás bienes también influye en la oferta de la empresa. Sin no se pierde de vista que las empresas acuden allá donde intuyen que pueden maximizar sus beneficios, se entenderá que un aumento de los precios de los otros bienes, causa que su elaboración o prestación resulte más atractiva para la empresa. Evidentemente esta producción de otros bienes, hará que disminuya la oferta del bien objeto de estudio. Un ejemplo tal vez ayude a entender lo que quiero decir. Supongamos que la peluquera de la entrada anterior además de peinar, se dedica a labores de limpieza de cutis. Si el precio de las limpiezas de cutis experimenta una subida del 20% permaneciendo constante el caché de los cortes de pelo y (del peinado y marcado), está claro que decidirá centrar sus esfuerzos en limpiar los cutis ajenos, primándolos sobre los tradicionales peinado y marcado.

Esto no es todo. Los avances tecnológicos, a los que he dedicado alguna entrada en este foro, permiten conseguir una mayor cantidad de producto con un coste menor. En ocasiones incluso con mayor calidad. Vuelvo a la misma lógica: en la medida en que dismuyen los costes, aumentan los beneficios, con lo que las empresan tenderán a producir los bienes que les permitan un mayor ahorro en costes. El desarrollo tecnológico, a la postre, incrementa la oferta. El ejemplo que se suele utilizar para explicar esta cuestión es el de los equipos informáticos. Recuerdo que mi primer ordenador (llamado Murdock) me costó 300.000 pesetas. Desconozco qué número de ordenadores se pusieron a la venta aquel año, pero intuyo que no demasiadas. El último, desde el que escribo, me costó 400 euros. En el comercio en el que lo adquirí había cientos de unidades en stock. Es obvio que la oferta ha aumentado, porque producir un ordenador es más barato.

Otra variable influyente es el precio de los factores de producción. La cantidad ofrecida de un bien depende del precio de los factores (tierra, trabajo y capital) utilizados en su producción. Si aumenta el precio de un factor de producción necesario para la fabricación de un bien que necesite gran cantidad de ese factor, las empresas centrarán sus esfuerzos en otro tipo de bienes que necesiten para su elaboración menor cantidad del factor cuyo precio se ha incrementado.

Y finalmente, los objetivos y las expectativas de las empresas influyen también en la oferta. Los objetivos empresariales son de distinta naturaleza y por eso tienen diferente influencia en la empresa. Vuelvo al manido objetivo de la maximización del beneficio: su consecución puede provocar un aumento o una disminución de la oferta, dependiendo del coste y el ingreso marginal de cada producto elaborado. Ahora bien, existen otros objetivos. Tanto es así que, en ocasiones, las empresas pueden renunciar a este objetivo por vender más un producto con el fin de acaparar más cuota de mercado. Pensemos en dos productos A y B. Aunque el A pueda proporcionar temporalmente un mayor beneficio, una empresa puede incrementar la producción de B para mejorar su posición de mercado. .

Sólo queda pensar en las expectativas empresariales. Si el futuro se ve con optimismo es muy probable que los empresarios produzcan y oferten más y a la inversa. A las pruebas me remito: en las crisis se multiplican los expedientes de regulación de empleo que son la dolorosa traducción del descenso de la producción. De todas formas, creo que las expectativas se han ganado por mérito propio una entrada con protagonismo en exclusividad en este cuaderno de bitácora. Se me acumula el trabajo.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta tarde al decidir pasarme por tu blog, he podido comprobar que has decidido escribir sobre la oferta y la demanda mayoritariamente, y así has podido poner al alcance de todos tus alumnos un texto medianamente fácil si se tienen claros los conceptos de oferta y demanda.
Me gustaría comentar un poco cada uno de los dos, aunque no se si lo haré del todo correctamente.
Sabemos que la oferta es la cantidad de bienes y servicios que se estaría dispuesto a vender en determinadas condiciones; pero como bien dice la propia definición, estaría dispuesto, lo que no quiere decir que siempre se vaya a lograr el objetivo.
Hablas del “olor del beneficio”. Supongamos que una empresa decide poner a la vente algo que se supone que va a ser todo un éxito y muchas empresas deciden imitarle.¿ Y si las condiciones no son las mejores como para demandar todos los bienes ofrecidos que la empresa produce? Entonces muchas de esa empresas, por seguir una idea codiciosa se irían al pique, ¿no?.
Sin embargo me e informado un poco mas sobre las clase de ofertas que existen: la individual (la cual se refiere a una empresa que estaría dispuesta a vender en las condiciones que establece el mercado) y otra agregada ( conjunto de empresas dispuestos a generas vienes durante un tiempo determinado).
Puede que halla entendido mal las definiciones, y por eso realizo esta pregunta: ¿es mas rentable la oferta individual que agregada no? Hago esta pregunta ya que opino que el beneficio que obtiene una empresa al innovar en solitario, y estando condicionado por las necesidades del mercado, será mayor que la oferta agregada.
Así pues la demanda es la cantidad de bienes y servicios que se desean adquirir en las mejores ofertas. No ha sido una sorpresa, encontrarme con un texto de Adam Smith al querer informarme sobre la demanda.

“Al perseguir su propio interés, frecuentemente la empresa fomentaría
el de la sociedad mucho mas eficazmente que si de hecho intentase
fomentarlo.”

Este texto refleja bien, lo que en parte opino sobre la demanda, ya que expresa ( a mi manera de entender, que las personas nos interesamos por la innovación, y que la demandamos mas si nos la ofrecen como algo novedoso, que como si nos la pusieran en bandeja.
También he observado que, al igual que en la oferta, existen dos tipos de demandas: individual ( en la cual solo un individuo esta dispuesto a adquirir un bien) y la agregada (formada por un conjunto de individuos dispuestos a adquirir ciertos bienes. Estoy segura de que, al contrario que en la oferta, para una empresa la mejor demanda será la agregada.

Espero sinceramente que no haya resultado demasiado pesado, pero me parecía un buen texto para poder escribir un poco mas.

Saludos, Adriana.

Anónimo dijo...

Hola Begoña:

Lo primero que hay que decir que no entiendo muy bien el 1ª párrafo.sobre la reprocidad se define como cualidad Humana atribuida al trabajo y al esfuerzo en las actividades que darán como resultado una recompensa, corresponder con buenas acciones para lograr un estimulo. Yo estoy de acuerdo con esta definición porque cuando tu produces un bien o un servicio obtienes una recompensa en el caso de las actividades economicas.después con el ejemplo de la peluquera no estoy de acuerdo porque si la limpieza de cutis vale la mitad que el corte de pelo, la empresaria va a seguir prefiriendo cortar el pelo en caso del aumento del 20%. por lo demás no tengo nada mas que decir
Un saludo:Iñaki

Begoña dijo...

Buenas noches a los dos:
Puede decirse que Adriana es una habitual en estos parajes, pero que Iñaki intervenga es toda una sorpresa. Bienvenido y bienhallada.

En fin, me resulta divertido leer que esta entrada es "medianamente sencilla". ¿Las otras no lo son? Espero que sí, porque lo cierto es que muchas veces he de moderarme. en aras de resultar inteligible.
Me agrada que te hayas documentado, Adriana; ahora bien, no se trata de elegir entre la oferta individual y la agregada: son dos conceptos diferentes que no se utilizan como disyuntivos sino como complementarios. Por eso, hablar de rentabilidad en este debate no tiene demasiado sentido. De todas formas, no lo podías saber porque todavía no hemos abordado el tema en clase. Lo que sí creo es que te ha venido bien familiarizarte con esos conceptos. El texto que has citado de Smith remite a su famosa teoría de "la mano invisible" que algún día os contaré en clase. Muy bien, Adriana.

Respecto a Iñaki, tengo que señalar que no he entendido bien qué entiendes por reciprocidad. Respecto al ejemplo de la peluquería creo que lo has adaptado a tu tesis, lo que es una pequeña trampilla por tu parte. Yo decía que si el precio de las limpiezas se incrementa, manteniéndose constante (esto es lo fundamental) el precio de los cortes de pelo, lo lógico es que la peluquera centre sus esfuerzos en las limpiezas de cutis que, a la postre, le reportarán más beneficios.
En cualquier caso, ahora que has roto el fuego, espero que te animes a dejar más comentarios (pero sin arrimar el ascua a tu sardina).
Un saludo a los dos y gracias:
Begoña

Anónimo dijo...

rubia!!!xdxd