miércoles, 26 de noviembre de 2008

Los inmortales

"No quiero alcanzar la inmortalidad mediante mi trabajo, sino simplemente no muriendo" (Woody Allen)

Es costumbre en la ciencia bautizar las leyes que explican ciertos fenómenos con el nombre del científico que las descubrió. Las archifamosas leyes de Newton, la ley de Proust (no confundir con el escritor) de las proporciones definidas, la ley de Dalton, las leyes de Kepler son algunos ejemplos. La economía también ha querido premiar a sus hijos más notables dotándoles de esa especie de inmortalidad que confiere el saber que generaciones de estudiantes asociarán un determinado fenómeno o la relación entre variables al propio apellido. El elenco de leyes con propietario se presenta de esta forma como el correlato científico del Paseo de la Fama de
Sunset Boulevard. Obviamente, sin su glamour. No deja de ser una forma de reconocimiento al trabajo bien hecho.


Hoy en clase de 1º de Bachillerato he explicado la ley de
Okun. Grosso modo, la ley de Okun afirma que las variaciones en el desempleo son proporcionalmente menores que las
variaciones del PIB en una economía. Es decir, que la ley permite establecer una relación entre dos variables macroeconómicas importantísimas: el empleo y el PIB. Es evidente que entre ambas existe una relación de signo contrario. Cuando la producción se contrae, aumenta el desempleo. Dicho de otro modo, la mayor producción en épocas expansivas obliga a la búsqueda de trabajadores adicionales que pasan, por consiguiente, del desempleo a la ocupación. Si este flujo de trabajadores prevalece sobre el de nuevos entrantes en la población activa, la consecuencia es una disminución de la tasa de paro. Por eso, la relevancia del crecimiento del PIB reside no tanto en la posibilidad de que de ese modo crezca el poder adquisitivo de los ciudadanos, cuanto en que supone el aumento de empleo.

El problema que surge al hablar de leyes económicas es que en ocasiones se suelen interpretar como enunciados causales. En este sentido, una interpretación errónea de la
ley de Okun llevaría a afirmar que cualquier incremento de la producción es consecuencia del aumento de la población empleada. Un contraejemplo ayudará a comprender la falsedad de esta afirmación. La sustitución de una máquina que realiza el trabajo de 5 hombres puede provocar el incremento de la producción, suponiendo, simultáneamente, un descenso de la utilización del factor trabajo. Lo que quiero mostrar es que el cambio tecnológico, la famosa innovación, puede dar razón suficiente de los incrementos de producción. Al igual que una mejor gestión puede mejorar la producción. En definitiva, no hay que considerar que siempre que se incrementa la producción es debido a un aumento del factor trabajo.


Ahora bien, cuando decrece el PIB es muy difícil crear empleo. De hecho, como señala el profesor
Pampillón "sólo es posible reducir la tasa de paro (proporción de parados respecto a la población activa) si la economía crece por encima de lo que puede considerarse como normal". G. Mankiw en su libro Macroeconomía lo explica de una manera que resulta muy didáctica y asequible a todas las entendederas. Incluso a las de los que no aspiramos a la inmortalidad conferida por las leyes con nombre propio.

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