martes, 4 de noviembre de 2008

La realidad y el deseo

"Pobre no es el que tiene poco, sino el que mucho desea" (L. A. Seneca)

Ayer no pude tratar el tema de la innovación como realmente hubiera deseado hacer. Repasando lo escrito, compruebo que quedaron en el aire muchos aspectos que matizar. Realmente hablar de innovación es como hablar del ser humano y de su capacidad de descubrir posibilidades ocultas en las mismas piedras. Entra sin duda en la categoría de tópico referirse a la magistral y proverbial habilidad de
Miguel Ángel para adivinar las formas de David en un trozo de mármol mostrenco. Por eso, la entrada de ayer no hizo en absoluto justicia al término. Prometo volver sobre él y seguir indagando en uno de los atributos o dones (según se mire) que convierten al ser humano en un auténtico demiurgo.

Pero no quiero dilatar más la incursión en la temática del día. Tras mucho jugar al suspense con las isocuantas e isocostes, no soy
Hitchcock, ha llegado el momento, querido internauta, de emprender la apasionante empresa de intentar explicar ambos conceptos.

El concepto de isocuanta hay que encuadrarlo en el contexto de la función de producción y de los factores de producción. Mis alumnos están cansados de escucharme la idea de que tradicionalmente se han distinguido tres factores de producción: tierra, trabajo y capital. Por otro lado, hay formas de producir que son tecnológicamente eficientes y otras que, obviamente, no lo son. Intuitivamente la idea es sencilla: si para obtener un determinado bien se utilizan con una determinada tecnología 3 hombres y dos máquinas y con otra 3 hombres y 3 máquinas, es fácil colegir que la segunda es menos eficiente que la primera. Pues bien, dados los factores de producción trabajo y capital, que se consideran variables a largo plazo, la
isocuanta es el lugar geométrico de los puntos del plano que representan combinaciones de factores que proporcionan un mismo nivel de producción. Pondré un ejemplo: la isocuanta relativa a la producción de un coche nos informa de que es posible conseguirlo con 3 hombres y 3 máquinas o con 2 hombres y 4 máquinas o con 4 hombres y dos máquinas.

Pero los economistas pecan de exigentes, como todo el mundo de sobra conoce. Por eso, además de perseguir la eficiencia técnica, esto es, conseguir la mayor producción con la menor utilización de factores, buscan la eficiencia económica, es decir, que la combinación de factores que permite la obtención del coche resulte lo más barata posible. Si el coste de una hora de trabajo es 10 euros y el de una máquina es de 5, es evidente que será menos gravoso utilizar 2 hombres y 4 máquinas que 4 máquinas y 3 hombres. Las rectas isocostes representan las combinaciones de factores que presentan el mismo coste, para unos precios de los factores dados.

Aún falta una pieza más en el puzzle de la producción. Tiene que ver con el concepto de equilibrio, al que por su importancia y sus orígenes dedicaré otra entrada. Realmente resultaría muy fatigoso (por no decir imposible) analizar manualmente todas y cada una de las combinaciones de factores y sus correspondientes costes en aras de determinar qué combinación es la que comporta costes mínimos. Una vez más, la geometría comparece cuando el economista la invoca. El punto de tangencia entre la curva isocuanta y la isocoste asociada representa la opción óptima, es decir, aquella que proporciona un determinado nivel de producción a un coste mínimo. Si el lector no se lo imagina aún, extremo bastante plausible, puede pinchar
aquí.

Las funciones microeconómicas tienen vocaciones elevadas (la máxima producción, el máximo beneficio) pero han de enfrentarse al principio de realidad que se disfraza de mínimo coste. Una vez más,
la realidad y el deseo. Probablemente la solución más inteligente pase por no desear aquello que no se puede conseguir. O desear sólo aquello que se puede alcanzar. Hasta mañana.

4 comentarios:

KING SOLOMON dijo...

"Pobre no es el que tiene poco, sino el que mucho desea"
Olá! Esta frase dá para muita conversa/discussão. É um tema muito subjectivo.....

Begoña dijo...

Buenas noches, Narciso:
¡Qué ilusión que este blog sea internacional! Bienvenido a nuestro sitio.
La frase de Séneca tiene trampa (como casi todas en cuanto se sacan del contexto en el que adquieren sentido) pero intentaba ilustrar la dicotomía existente entre la maximización de ciertas funciones objetivos y sus respectivos criterios de restricción que han de ser ineludiblemente minimizados. Por otra lado el tema de la pobreza más que subjetivo me parece relativo (aunque incluso la relatividad tiene límites, los que vienen dados por las necesidades más básicas). Es relativo a las necesidades, aunque sí quepa asegurar que éstas varían de unos sujetos a otros y, en ese sentido, son subjetivas.

Anónimo dijo...

Buenas tardes, Begoña:
En primer lugar quisiera decir que no poseo gran variedad de léxico por lo que intentaré expresarme lo mejor que pueda.
En cuanto a las isocuantas e isocostes, es cierto que nos ha costado diferenciarlas pero, en mi opinión,la gran diferencia que puede ayudar a entenderlas es saber de que derivan cada una de ellas. Así pues, si isocuanta significa igual cantidad, podemos deducir que se va a referir a la cantidad de productos que podemos obtener con factores técnicamente eficientes. En cambio, isocoste, como bien hemos estudiado, significa mismo coste, por lo que entendemos por isocoste la combinación de factores que una empresa puede emplear con un coste total dado.
Me parece que, si tenemos claro el significado de cada una de ellas, lo que has explicado en el texto, será más fácil de entenderlo, pues al fin y al cabo es lógica.
Espero que haya servido de algo mi comentario.
Saludos: Lorea

Begoña dijo...

Buenas tardes, Lorea:
Muchas gracias por tu aportación. Como bien apuntas, el prefijo "iso" quiere decir "lo mismo" y conocer su significado ayuda a comprender el concepto. Sin duda. Por eso es tan importante la genealogía de las palabras y realmente, en ocasiones, la comprensión o la incomprensión nacen de no compartir una serie de referentes comunes. De todas formas, ni tu léxico es tan pobre como afirmas, ni te has explicado mal como crees.
Ánimo, Lorea. Te quiero ver por aquí más a menudo.
Begoña