lunes, 11 de enero de 2010

Thelma y Louise






"Buenos días, damas y caballeros: esto es un asalto. Ahora, si nadie pierde la cabeza, nadie perderá la cabeza. Simon, diles que se tumben en el suelo, por favor, ahora mismo. Déjame ver quien ganará un premio por permanecer tranquilo. Señor, ¿quiere hacer los honores? Saque todo el dinero de ese cajón y póngalo en una bolsa de papel. Tendrá una increíble historia que contar a todos sus amigos. Si no, tendrá un agujero en el pie. Usted decide." (De Thelma y Louise, cuando Ridley Scott aún tenía algo que contar)


Tal vez lo más correcto tras mi dilatada ausencia fuera comenzar deseando un feliz 2010. Como lo cortés no está reñido con lo valiente, permítanme que en lugar de emprender la senda del tópico, empiece mi andadura por esta nueva década con una edificante historia con final abierto. He de confesar, no obstante, que sin Paul Krugman tal narración no hubiera sido posible.


Imaginen dos fugitivas de la justicia, llamadas por un azar Thelma y Louise. Imaginen que son capturadas por la policía momentos antes de materializar un heróico pero increíble final. Aunque todo el mundo sabe que el delito que cometieron está penado con una condena de 20 años, las pruebas en el haber de la justicia no alcanzan sino para una pena de 5 años como máximo (y echando mano de alguna triquiñuela legal ad hoc). No así si cada una de las prisioneras acusa a su compañera. Difícil empresa la de los guardianes de la ley y el orden, después de la epopeya construida y protagonizada al alimón. Pero, como todo el mundo sabe también, la policía no es tonta. Imaginen al poli bueno ma non troppo, encarnado en un clon de John Malkovich, clavando, por separado, a Thelma y a Louise el aguijón de la futurible libertad sin cargos. "Este es el trato, -susurra con voz grave e inquietante sonrisa- si ninguna de las dos se va de la lengua, os mandaremos a la cárcel durante dos años. Si confiesas e inculpas a tu compañera, pero ella no te acusa a ti, te dejaremos en libertad. Pero si tu socia confiesa y tú no lo haces, te caerá la pena máxima, 20 años. Si las dos os denunciáis, seréis condenadas a 15 años".




¿Cuántos años de cárcel le esperan a cada una? Se admiten apuestas. La solución, Nash o cómo (no) ligarse a una rubia.


Prometo que éste sigue siendo un foro de economía. Tengan fe.

To be continued...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmmmm, teoría de juegos, matriz de soluciones...Yo apuesto por que las dos se traicionan aunque sea "menos óptimo" para ambas. Así que: 15 añitos para cada una.

No había visto algo pareceido desde la universidad. Espero no haberos reventado el juego.

Begoña dijo...

¡¡¡Bingo!!!
Pero, ¿por qué?...

Anónimo dijo...

Una vez que una de las dos elige delatar a la otra, la otra no puede mejorar su situación y viceversa.
Además desde el punto de vista de cualquiera de las dos sujetas, supongamos que una decide no confesar, entonces si la otra confiesa la condena es de 20 años así que es mejor confesar (15 años) que no confesar. Lo mismo le sucede a la otra individua. Así llegaremos a la solución (15,15) que aunque no es la más óptima para ambas (2,2) pero si la de equilibrio de Nash.

Pello dijo...

Buenas noches.
El problema es que no siempre se actúa en busca del bien común, sino que entre los miembros de un grupo (o de una pareja) se establece una suerte de competición pura, aunque no sea con la pérfida intención de infligir ningún mal a los otros jugadores. Rara vez la solución encontrada es racional en el sentido de que satisfaga relativamente los deseos de todos los miembros. Supongo que todos nos esforzamos en llegar a acuerdos, pero a pesar de ello las negociaciones -y las relaciones- suelen soportar lastres que, inevitablemente, las desequilibran hacia alguno de los lados.
Gracias por tu bitácora.

Anónimo dijo...

Buenas tardes Begoña,

En efecto, como explicaste ayer, la mejor opcion para "Thelma y Louise" seria mantener un acuerdo en el que ninguna de las dos delataria a la otra ( o menos malo, por asi decirlo)
Esa es la mejor opcion si estamos hablando de un oligopolio, porque en cuanto uno de los oferentes baje los precios esta perjudicandose a si mismo; aunque es verdad que si los oferentes bajan los precios de los bienes eso nos beneficia a nosotros, los demandantes.

Espero que mi comentario haya servido para algo, saludos:

Alberto Gabari

Begoña dijo...

Buenas tardes y bienvenidos a todos:
Creo que a las buenas de Thelma y Louise les esperan 15 años de sombra. Como muy bien explica la persona que tan certeramente ha intervenido al comienzo de esta cadena de comentarios, la expuesta es una situación en la que los implicados no tienen en cuenta el efecto de sus decisiones sobre los otros. Se trata por tanto de un equilibrio no cooperativo: el perseguir el propio y exclusivo beneficio comporta la incómoda consecuencia de que todos salen perdiendo. Por tanto, Alberto, no hay duda de que a nuestras fugitivas favoritas se les habría mostrado un destino menos aciago si se hubieran comportado cooperativamente, es decir, si hubieran callado. Por eso, estoy de acuerdo con Pello cuando señala que, a pesar de no querer inflingir deliberadamente ningún mal a los otros jugadores, de facto lo consigue quien sólo considera su propio bien. Al menos ésa es la conclusión que cabe extraer del llamado equilibrio de Nash, situación en la que ningún agente tiene incentivos para modificar su decisión.
Gracias por vuestras intervenciones.
Un saludo:
Begoña