"No es el camino de la violencia el que nos conducirá a la paz deseada; es la misma paz, o mejor, la rebeldía pasiva.Con que los esclavos, todos los esclavos víctimas de los modernos fariseos, que envenena y explotan las almas, se cruzaran de brazos, la hora del humilde habría llegado. De modo tan sencillo rodarían por el suelo los ídolos, los dioses personales que han venido a substituir a los impersonales del verdadero cristianismo.Y sin embargo, la sangre continua derramándose en todas partes, como en los mejores tiempos de la barbarie. Las clases directoras civilizan y educan a cañonazos; los dirigidos procuran su bienestar armándose de aprestos destructores. No es el camino. Moriré sin ver bien inclinados a los hombres. No será por mi culpa y esto me consuela" Leon Tolstoi. Lo que yo pienso de la guerra.
A lo largo de este largo año de relación, querido lector, ha quedado patente -espero- mi interés por el cine. Sin embargo, existe un género que no me resulta especialmente simpático, a pesar de que reconozco que ha dado grandes películas. En algún lugar del cerebro femenino, debe de existir la razón para ese rechazo, porque conozco pocas féminas que me lleven la contraria en este punto. Me estoy refiriendo -como habrán adivinado sin mayores dificultades- al cine bélico.
No me mueve una visión ingenua y buenista al afirmar que toda guerra es mala. Desgraciadamente, el conflicto, la dialéctica, está presente en la naturaleza humana, si se me permite tal declaración esencialista. Y la economía no escapa a este instinto. Pero, ¿no es la civilización, la cultura un intento de emancipación de lo estrictamente natural? Cuestión aparte será la de dilucidar si ese esfuerzo resulta a la postre fallido o no. Pero en llegando a este punto, como en muchos otros, me declaro ferviente seguidora de Tolstoi. Inciso, ¿por qué a menudo se plantea una suerte de disyuntiva entre este autor y Dostoievski? La respuesta en el imprescindible libro de G. Steiner Tolstoi o Dostoievski.
Mis alumnos de 1º de Bachillerato se han adentrado en la última semana de curso en el estudio de los oligopolios (hermoso vocablo de noble origen) y en su tendencia natural a verse embaucados en crueles guerras de precios. De nuevo, los deslizamientos semánticos resultan obvios. En cualquier caso, comenzaré definiendo qué es un oligopolio. La caracterización tradicional de esta estructura de mercado apunta a un pequeño número de empresas que, al ser pocas, son plenamente conscientes de la interdependencia e incluso vicariedad de sus acciones. De ahí que traten de estimar las reacciones de sus rivales. La competencia entre las empresas que forman el oligopolio puede ser grande en relación con la competencia perfecta y mayor la facilidad de entrada de nuevas firmas, así como menor el tiempo que tardan en reaccionar las rivales ante una acción por parte de una de ellas.
Los oligopolistas conocen quién es el enemigo. Y ya se sabe que si no se puede con el enemigo la mejor opción siempre es unirse a él. De ahí que la tentación para el oligopolista pase por establecer acuerdos que eliminen o reduzcan la competencia, por lo que formalmente los modelos de oligopolio se pueden clasificar en dos grandes tipos: colusivos o coaliciones o no colusivos. Como muestra de colusión upper class un botón aportado por el nobel Krugman en su libro Fundamentos de Economía.
Ahora bien, los caminos del amor resultan difíciles en un mundo sin corazón. O lo que es lo mismo y en palabras de Krugman: "a veces la colusión se rompe y se produce una guerra de precios. En ocasiones, una guerra de precios implica algo tan sencillo como que los precios converjan hacia su nivel no cooperativo. Otras veces los precios incluso disminuyen por debajo de dicho nivel, lo que sucede cuando los vendedores intentar expulsar del sector a sus competidores o, al menos, castigarles por haber, en su opinión, incumplido el acuerdo". En el amor, como en la guerra, aseguran algunos, todo vale.
El problema deriva del hecho de que la colusión aporta más beneficios que la no colusión; y la paz más beneficios que la guerra. Esa es una de las posibles enseñanzas del famoso dilema del prisionero. Pero ésa, sin duda es otra historia. To be continued...
4 comentarios:
Buenas Tardes Begoña:
Primeramente decir que a mi tampoco es que me apasionen las peliculas belicas al tratarse de conflictos belicos, de asesinatos y mas...(aunque sean peliculas), y claro, en la realidad moririan muchas personas, tambien hay que decir que las peliculas belicas tambien tienen su punto bueno despues de todo...
En lo del oligopolio no me termina de gustar puesto que eso de que haya pocas empresas puede encarecer el producto y pues logicamente habra menos gente dispuesta a comprarlo. Otra cosa interesante que se menciona en el texto, lo de que las empresas (que son pocas) se unen para un mayor beneficio a mi me parece fatal, puesto que el consumidor a la hora de la verdad es el que mas perjudicado sale...y vale, se beneficiaran las empresas, pero eso yo creo que no les conviene puesto que los consumidores son los que tienen la ultima palabra, pueden hacer un boikot a la empresa en cuestion y chafarles todos los planes.
En fin, espero haber aportado algo a este tema (interesante por cierto) y feliz año nuevo!
Saludos, David Irañeta.
Buenos días, Begoña:
Tras unas vacaciones que en mi opinión eran merecidas para todo el mundo, creo que ha llegado la hora de volver a la rutina y el trabajo diario.
Creo que la forma en la que has comparado la economía y el oligopolio es muy buena, sin embargo; ¿me podrías explicar que significa lo que habías dicho sobre los beneficios que se lleva la paz frente a la guerra?
Al igual que David, creo que el oligopolio es una de las peores maneras de organización económica existentes, porque creo que la principal causa para que sus productos se vendan es el precio,y ahí es donde se presenta el problema:
Si pocas empresas poseen el mismo producto, para beneficiarse (solo a ellas) subirán todos los precios.
Pero hay un punto en el que discrepo contigo, David:
Es cierto que cabe la posibilidad de que las personas hagan un "boikot",pero imagina que es un bien de elevada necesidad. Sería casi una situación de compra obligada, y ahí no hay manera de evitar esa injusticia.
Espero que mi comentario haya servido para algo.
Saludos,
Alberto Gabari
Buenas tardes Begoña:
Primeramente decir que yo debo ser una de las pocas chicas entoces a la que le encante las películas béticas, pero siempre que se basen en hechos reales, quizá para darme cuenta de lo que sufre mucha gente o quizá por experiencias que cada uno tiene en la vida que le abren nuevas puertas me resulte más bonita una película de este tipo aunque casi siempre más triste, pero que siempre me dejan pensando y reflexionando y eso me gusta.
Pero adentrandonos en los oligopolios, he de decir que discrepo con David y Alberto pues a mi no me parece que el oligopolio sea uno de los peores mercados que exista siempre y cuando este controlado por el Estado, de hecho, es de los más comunes. Me explico porque no me parece tan malo, aunque por supuesto siempre todo es mejorable, pero bajo mi punto de vista el consumidor no tiene porque salir perjudicado. Precisamente creo que las empresas si que pueden salir muy perjudicadas si juegan con los precios y las ofertas, pues si una empresa aumenta su oferta deberá bajar el precio de sus productos ya que el resto de empresas reaccionaría. Otro caso que se puede dar es que una empresa decida aumentar los precios, y en ese caso se verá perjudicada en el sentido en que perderá clientes pues estos pueden encontrar productos idénticos en otra empresa oligopolista a menos precio; si por lo contrario decide bajar los precios, se verá afectada en el sentido que no podrá hacer frente a la toda la demanda pues todos los clientes querrían comprar en ella.
Precisamente para evitar este tipo de guerra de precios, las empresas de un mercado adoptan acuerdos entre sí llamados cárteles.
Además, no creo que el cliente pueda salir perjudicado pues si todas las empresas fijan un precio y el cliente lo acepta, y alguna de las empresas decide por su cuenta aumentar o disminuir sus precios, por las razones que he dicho antes no tardará mucho en volver al precio normal; incluso si todas las empresas se ponen de acuerdo y bajan los precios les perjudicará pues obtendrán menos ingresos. Y si los suben, pueden perder clientes, y en este punto es donde comparto la idea de David de hacer ´´boikot´´ por ejemplo no comprando sus productos, pero también estoy de acuerdo con Alberto pues si en un bien muy necesario deberíamos buscar otra solución.
En cualquier caso, y como ya he dicho antes no creo que sea un mal método el oligopolio ya que las autoridades públicas tratan de prohibir la colaboración entre las empresas porque puede ser perjudicial para el consumidor, mientras que la competencia entre ellas favorece al consumidor.
Espero que sirva de algo mi comentario.
Saludos:
Lorea Chocarro Goñi
En el comentario anterior, que es mío, puse películas béticas, y es bélicas jaja siento el error.
Saludos: Lorea CHocarro Goñi
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