"Un primer curso de economía no permite dominar todos sus intrincados y esotéricos temas, pero puedo decirle basándome en la experiencia de estudiantes de todo el mundo que el mejor curso de economía es el de introducción. Una vez que haya entrado este nuevo y extraño jardín de ideas, el mundo nunca será igual. Y cuando dentro de unos años recuerde la experiencia, incluso lo que no entendía mucho entonces habrá madurado claramente." Paul Samuelson
domingo, 31 de enero de 2010
La profecía
"Predecir es muy difícil, y sobre todo el futuro". (BOHR, Niels , progenitor de un modelo atómico que hace las delicias de los estudiantes de química)
Se veía venir, a pesar de que mis dotes de visionaria sean raquíticas. El miércoles 22 de abril del año pasado ,en este mismo foro, ya enseñó la patita la amenaza, quiero decir "propuesta" (a mayor gloria del eufemismo) de reforma del sistema de pensiones español. El Gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, dando un paso adelante e -imagino- apretando los dientes, fue uno de los primeros en levantar (públicamente) la liebre al advertir que el sistema de pensiones fallaba en la línea de flotación. ¿Porque al barco le sobraba carga? ¿o quizá porque tenía un defecto de fábrica? ¿o tal vez porque la tripulación desconocía cómo afrontar el problema?
Resulta sencillo consultar cualquier hemeroteca y comprobar cómo quienes tildaban al Gobernador de apuntar al blanco equivocado, hoy afirman que es necesario "abrir el debate" de las pensiones. Sobran las consideraciones relativas a la fecha de caducidad de las opiniones del zoon politikon (entiéndase de un modo no aristotélico) y falta, tal vez, observar este debate desde una perspectiva más amplia que pasa por relacionar la urgencia por abrir la caja de Pandora de las pensiones con la otra noticia económica de la semana (además del incremento del número de desempleados): el incremento del déficit público. Si se echa una ojeada al Avance de la actuación económica y financiera de las administraciones públicas publicado por el IGAE (en especial al ilustrativo cuadro de la página 49) se podrá comprobar que no son precisamente los gastos sociales (entre los que se incluyen las pensiones) los que se llevan la palma. En cualquier caso, la discusión, interesante sin duda, excede los objetivos de este cuaderno de bitácora con vocación introductoria. Sólo quiero apuntar que los argumentos de sobrecarga en el sistema no tienen por qué ser definitivos. La razón es que olvidan la introducción de la variable productividad: si se consiguiera incrementar la ratio producción/trabajador, menos trabajadores podrían mantener la misma carga.
Sin embargo, y aún a riesgo de meterme en camisa de once varas, intuyo que el debate se quiere reconducir a familiarizar al electorado con la posibilidad de un cambio de modelo en la gestión del sistema de pensiones. En la entrada anterior a la que he aludido al principio, explicaba el modelo de reparto. El otro gran modelo es el de capitalización. A grandes rasgos en este sistema cada trabajador cotiza para constituir su propia pensión. La cuantía cotizada va a parar a un fondo de capital que cobrará en el momento de la jubilación: es obvio, que cuanto más trabaje y más aporte, mayor será su pensión futuro. Como mis alumnos saben en las anualidades de capitalización se utiliza un tipo de interés explícito que hará que al final del periodo el fondo final se incremente, por lo que, la pensión futura está ligada a la evolución de los tipos de interés. Además, con este sistema, se elimina el principio de solidaridad intergeneracional que caracterizaba al de reparto.
Recupero la pregunta con la que finalicé mi entrada de hace 9 meses: ¿Qué nos cabe esperar? ¿Un sistema mixto? En 9 meses la respuesta. Como reza el tópico, lo importante es que la criatura nazca sana.
viernes, 29 de enero de 2010
El guardián entre el centeno.
Este enero está eligiendo sus víctimas con esmero: todas pata negra, si se me permite el humor ídem. Las famosas y las que no lo son tanto. La de ayer fue J.D. Salinger. Ríos de tinta (imagen algo obsoleta, lo admito) han corrido en un intento de glosar su obra literaria (los menos) y, de paso o principalmente, de acercarse al mito y a sus miserias, a lo que algún cursi llamaría la leyenda. Y sin embargo, Salinger tuvo lectores. Muchos.
Cuando Holden Caulfield, protagonista de El guardian entre el centeno, entró en mi vida, yo ya había rebasado la edad en la que la lectura de un libro puede inducir al suicidio, como la leyenda negra señala que sucedió tras su publicación. Sin embargo, y con la venia de Holden, mi novela favorita sigue siendo Franny y Zooey, menos conocida pero plagada de pasajes que acaban haciendo mella.
jueves, 28 de enero de 2010
The cube
No acaba aquí la historia: cuando ya había hallado consolación a mi amnesia lógico-motora, llegué al aula de 2º de Bachillerato y, oh, sorpresa, me encontre con que uno de mis alumnos era capaz de ordenar en un minuto todas las caras del artefacto demoniaco de Rubik. Y sin necesidad de levantar las pegatinas. Sin trampa ni cartón, en último término. ¿Cómo era posible? Cuando yo era niña, las claves del arcano se revelaban únicamente a aquellos a los que se profesaba verdadera amistad. ¿Ha existido algo así como una suerte de hermandad que ha mantenido vivo el secreto del cubo durante estos años en los que disfrutaba de un agradable letargo? Reconozco que la teoría de la conspiración o las logias tiene sus adeptos, pero he de confesar que no me encuentro entre ellos. Con la navaja de Ockam en la mano, he de decir que la respuesta la encontré en internet: la solución al alcance de todo el que sepa leer e interpretar los movimientos que allí se enseñan.
No crean que he decidido utilizar este cuaderno de bitácora como un instrumento de terapia personal en el que volcar mis frustraciones. El cubo de Rubik se ha apoderado de mis pensamientos cuando, al documentarme sobre el ciclo de vida del producto en el ya conocido manual de Santesmases, he leído lo siguiente: "los casos de productos que han estado de moda fugazmente ilustran esta situación, como el cubo de Rubik y las muñecas Repollo". Dejando a un lado la imposible conjunción a la que alude el autor, el caso Rubik ¿apunta a una resurrección en toda regla?
Vayamos por partes. La teoría del ciclo de vida del producto afirma que todo producto sufre una especie de evolución biológica (como las cucarachas de un viejo anuncio) que se concreta en una serie de etapas secuenciales. "El ciclo de vida del producto es el proceso cronológico que transcurre desde el nacimiento o lanzamiento del producto al mercado hasta su muerte o desaparición". Tradicionalmente se ha hablado de introducción, crecimiento, madurez y declive.
Aunque los análisis al uso en ocasiones propicien la interpretación contraria, lo cierto es que no se trata de un proceso inexorable, ni ajeno a las estrategias de marketing. Por otro lado, no todos los productos sufren esta evolución o pasan por estas fases. Precisamente para ilustrar esta idea con un ejemplo, Santesmases aludía al cubo de Rubik como paradigma de productos que después de llegar al máximo de las ventas, mueren jóvenes, esto es, saltan directamente a la fase de extinción.
Debe de ser que morir joven supone alimentar el mito o que simplemente en la teoría del ciclo de vida -por cierto, un clásico en el test de la Prueba de Acceso a la Universidad- ese producto deviene excepción a la regla general. Mientras dilucido con qué hipótesis me quedo, intentaré resolver el cubo. Sin cambiar las pegatinas o mirar en Internet. Saber es recordar, dijo alguno.
miércoles, 27 de enero de 2010
Lost
Llevamos una semana emulando a Jack, Kate, Sawyer, John, Claire, Son y demás supervivientes del más famoso accidente de aviación televisivo. Perdidos. En la jungla macroeconómica (más que en la apacible metáfora versallesca de Samuelson) o, más bien, en su traducción cuantificable: las macromagnitudes. No sé si el Producto Interior Bruto, el Producto Nacional Bruto, la Renta Nacional y la Renta Nacional Disponible quitan el sueño a mis alumnos, pero lo que sí puedo asegurar es que los sumen en la perplejidad. De nuevo, la sombra de Samuelson es alargada y de esta batalla depende la victoria en la guerra (sin víctimas) macroeconómica.
Mi entrada de hoy pretende, en última instancia, ejercer de guadaña o machete y desbrozar la exuberante vegetación de términos nuevos a la que han tenido que enfrentarse los alumnos de 1º de Bachillerato. Espero conseguirlo.
Comenzaré con el Producto Nacional Bruto (PNB). La definición al uso señala que es una macromagnitud que recoge el valor monetario de los bienes y servicios finales generados por los factores de producción de un país en un período determinado, normalmente un año, con independencia del lugar donde se realiza la producción. De este enunciado se desprende que una parte de las rentas que conforman el PNB procede de empresas multinacionales que operan desde el exterior (por ejemplo, las rentas generadas por Zara Milano se computan en el PNB español). Asimismo, las rentas generadas por residentes de un país en el extranjero forman parte del PNB español.
Aunque mis conocimientos futbolísticos son más que exiguos, inexistentes, llegan hasta el punto, furor pedagógico obliga, de poder afirmar que las rentas generadas por Torres, a la sazón jugador del Liverpool, forman parte del PNB español. Sin embargo, el inefable Ronaldo, a pesar de su inconmensurable salario, no contribuye con el sudor de su frente a engrosar la cifra del PNB español, sino del portugués. Tras esta digresión balonpédica -que diría un comentaristas del NO-DO-, la conclusión que cabe extraer es que existen flujos de renta hacia fuera y hacia dentro de un país que habrán de ser considerados dependiendo del agregado macroeconómico que se esté utilizando, a saber, el PIB o el PNB. De hecho, el PNB es igual al PIB añadiendo la rentas de los factores nacionales en el exterior (las rentas de los Torres y demás españoles en el extranjero agregadas) y deduciendo las rentas de los factores extranjeros en el territorio nacional (las rentas de los Ronaldos -no confundir con el grupo musical- y demás extranjeros en España)
Llegados a este punto, los alumnos suelen preguntar si existen grandes diferencias entre ambos agregados. La respuesta, como casi siempre, es que depende. La regla general mantiene que cuanto más abierta sea una economía, mayores resultan las diferencias entre ambas magnitudes (por ejemplo, el Principado de Andorra o Luxemburgo). Los flujos migratorios y el fenómeno de la globalización han contribuido a acrecentar estas diferencias.
Hasta aquí llegamos hoy. Necesito afilar el machete y la guadaña. Cualquier superviviente sabe que es necesario dosificar las fuerzas. Mientras esperan la sexta temporada, espero que, al menos, se sientan menos perdidos. Pero, nunca se sabe (y menos con Lost).
martes, 26 de enero de 2010
Desayuno con diamantes
A vueltas con los colores. Y con los días. Y sobre todo, con el tiempo.Tal vez uno de los nombres del ser humano sea el de animal temporal. Otro, no menos cierto, animal lujoso. ¿Cambian los significados con el tiempo? ¿Comparece el lujo ante el tribunal de la temporalidad?
http://www.emprendedorestv.com/esadealumni/video/798-1/esade-alumni/estrategia-en-mercados-de-lujo
lunes, 25 de enero de 2010
Azul
domingo, 24 de enero de 2010
El río de la vida
Todos los años, más o menos por estas fechas, emulando a César, materializo mi particular paso del Rubicón. Y cada vez, constato la máxima de Heráclito de Éfeso según la cual nadie se baña dos veces en el mismo río. Al menos, consolatio philosophiae, se trata del mismo puente: el que permite el tránsito de la microeconomía a la macroeconomía. En esas me encuentro con mis alumnos de 1º de Bachillerato. Aunque el río cambie los dos territorios que demarca no lo hacen tan fácilmente. Por eso, y porque este es un cuaderno de bitácora para principiantes, tal vez resulte útil delimitar el objeto de estudio de las dos ramas que conforman la economía teórica. Para hacerlo con el rigor necesario y requerido, me subiré a los hombros del gigante J.M. Andreu.
La microeconomía se centra en el estudio y análisis del comportamiento individual de los distintos agentes económicos. Si preguntara a mis alumnos cuáles son, creo poder asegurar que responderían sin vacilación que las familias (como consumidores o suministradores de recursos humanos o materiales de que disponen), las empresas (como proveedoras de los bienes que producen) y el sector público, que también produce, consume e invierte. Además, para completar esta primera aproximación a la microeconomía, convendría resaltar que se ha construido en torno a las posibles respuestas a tres preguntas. ¿Qué producir? ¿Cómo producir? ¿Para quién producir? A la primera cuestión daría respuesta la Teoría del Consumo, a la segunda, la Teoría de la Producción, y a la tercera, la Teoría de la Distribución.
¿Qué nos espera en la otra orilla? La macroeconomía, que concentra sus esfuerzos en el estudio de la actividad económica, su evolución y sus condicionantes, de modo agregado. Por lo que su objeto girará en torno al análisis de ciertos problemas globalmente relevantes, v.g., inflación o desempleo, sin dejar a un lado cuetiones relativas al equilibrio de la balanza de pagos o a los fenómenos del crecimiento o del desarrollo económicos.
Piensa globalmente y actúa localmente. Piensa localmente y actúa globalmente. ¿Imposible Rubicón?
viernes, 22 de enero de 2010
Men in black
Sigo las noticias, ergo no soy Rilke. Obviamente, tal conclusión dista mucho de ceñirse a las reglas más ortodoxas de la lógica, pero explica por qué el común de los mortales ha de contentarse con las perlas, falsas probablemente, que la actualidad regala. Como todo el mundo sabe, expertos en marketing a la cabeza, enero es época de rebajas y de cuestas y esto es lo que hay.
Y, ¿qué es lo que hay? Por lo pronto, intrigas palaciegas o gubernamentales. La historia comenzó hace apenas semana y media cuando Celestino Corbacho, Ministro de Trabajo, mentó la bicha, esto es, la coexistencia más o menos pacífica de la economía oficial con la economía sumergida. No contento con admitir que como las meigas, haberla hayla, se atrevió a asignar un valor a tales actividades arcanas: nada menos que entre un 16 y un 20% del PIB (producto interior bruto o valor monetario de los bienes y servicios finales que se producen en el interior de un país durante un periodo de tiempo).
El PIB sólo recoge los intercambios que se producen en los mercados legalmente reconocidos; sin embargo, es denominador común de todas las economías la existencia de un conjunto de transacciones que escapan al control de las autoridades económicas. Un ejemplo de este tipo de actividades lo representan los denominados "mercados negros", consecuencia habitual del intento de mantener el precio de un bien por debajo del precio de equilibrio, creando por ende una escasez del producto que hace que la oferta comparezca por otros cauces.
Otro ejemplo viene dado por la economía sumergida, o lo que es lo mismo, el tipo de transacciones que surgen cuando los agentes económicas intentan burlas ciertas actuaciones reguladoras que ejerce el sector público (como el establecimiento de impuestos). No obstante, no hay que pensar que las actividades que conforman la economía sumergida han de ser necesariamente ilegales: servicios como los trabajos extra de un fontanero o de un pintor, socialmente deseables, pueden engrosar las cifras que escapan a la supervisión oficial. La cuantificación del peso real de estas actividades resulta de suyo extremadamente compleja, porque como es evidente lo que precisamente se pretende es evitar el control público.
De ahí que las ¿imprudentes? declaraciones del ministro provocaran la reacción de la Vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado. "No hay estimaciones sobre la economía sumergida en España como no las hay en ninguno de los países de nuestra economía occidental", afirmó. "Por tanto, creo que las estimaciones, pues tienen únicamente ese valor: son estimaciones, en algunos casos de algunas fuentes sin ninguna base científica", Salgado dixit. Aunque Corbacho rectificó casi instantáneamente, la oposición pidió un careo parlamentario entre ambos con el objetivo de explicar qué fuentes manejaban y cuáles eran sus opiniones acerca de la economía sumergida.
Más allá de la anecdótico, el verdadero interés de este episodio reside, en mi opinión, en que hace patente que el PIB no es un indicador que recoge toda la actividad económica que se desarrolla en el interior de un país. Por no hablar de su valor como indicador de desarrollo económico. Pero, ése es otro tema del que Samuelson sabe mucho. A él me encomiendo para cuando la ocasión lo merezca.
jueves, 21 de enero de 2010
Superman
miércoles, 20 de enero de 2010
The game
Jorge Luis Borges.
¿Quién dijo que este juego había acabado? Por aclamación popular parece que no es así...
Y además, un clásico: la guerra de los sexos. Benditos déjà vus...
martes, 19 de enero de 2010
The Fan
lunes, 18 de enero de 2010
Un paseo por las nubes
Hay conceptos que, a pesar de ser utilizados à gogo, se muestran reacios a una definición universal o que pueda ser aceptada sin reticencias por todos. Entre ese grupo se cuenta el término 'valor'. ¿Son sinónimos el valor y la utilidad? Esta ha sido la interesante cuestión que ha consumido parte de la clase de economía de 2º de Bachillerato de hoy y que ha surgido tras la lectura de una "misteriosa afirmación" publicada en el profusamente citado libro de Santesmases, Marketing, conceptos y estrategias. El párrafo rezaba así: "La utilidad es una medida de la satisfacción obtneida al recibir algo de valor en un intercambio. La utilidad es subjetiva, la experimenta el que recibe algo. El valor supone una comparación con otros objetos". La controversia se ha originado por causa de la última oración. ¿Por qué el valor supone una comparación con otros objetos?
Back to paradise, o lo que es lo mismo, volvamos a los orígenes y no precisamente a Adán y Eva -aunque algún Adam encontraremos-, sino a Grecia. Les invito a un paseo por las nubes del valor. Es inevitable experimentar una especie de sensación de déjà vu cuando afirmo que ya Aristóteles intentó dar con una respuesta precisa a la pregunta por el valor de las cosas. Inciso: ¿existe algún detalle que afecte a nuestra existencia, por nimio que sea, que no haya sido abordado por Aristóteles? Retomo mi discurso. Sin entrar en muchos matices, con toda seguridad necesarios, el alumno más aventajado de Platón distinguió entre "valor en uso y valor en cambio".
Esa sutil diferenciación prendió con éxito, siglos y tormentas después, Adam Smith -al que este curso he relegado involuntariamente al olvido- la recupera para criticar a los mercantilistas. El autor de La Riqueza de las Naciones señala que el valor de uso consiste reside en la utilidad de un bien para satisfacer una necesidad; y el valor de cambio en la posibilidad de cambiar un bien por otro bien. Según los mercantilistas, el valor de cambio depende de la utilidad de las mercancías (cuanto más útil sea una mercancía, mayor será su valor de cambio). Es decir que el valor de cambio dependería del valor de uso. Smith refuta esta teoría poniendo como ejemplo al aire y los diamantes. Los diamantes poseen mucho valor de cambio pero poco valor de uso. El aire, por contra, mucho valor de uso pero nada de valor de cambio.
David Ricardo y más tarde Karl Marx conceptuaron el valor como "trabajo acumulado". Grosso modo: si se necesitaban 2 unidades de trabajo para producir una mercancía X y sólo 1 unidad de trabajo para producir una mercancía Y, el valor de X era, necesariamente, el doble que el de Y. A esta concepción del valor se la denominó "teoría objetiva del valor".
El británico William S. Jevons dio un paso más al reparar en la relación entre utilidad y precio e introdujo el concepto de 'utilidad marginal'. En el fondo, estaba sentando las bases para la teoría que se dio en llamar "teoría subjetiva del valor", según la cual existiría, mas allá de la diversidad de los gustos individuales, una ley psicológica, según la cual la satisfacción lograda mediante el consumo de un bien aumenta con el incremento del consumo, pero tal aumento de satisfacción se produce a un ritmo cada vez más débil, de tal manera que se presenta una saturación progresiva, pero jamás total.
Por último, Alfred Marshall concluyó en la llamada síntesis neoclásica
que el valor de las cosas dependía de la combinación de ambas teorías: el valor de los bienes es el de mercado y que éste depende tanto de la utilidad (demanda) como del trabajo (costes u oferta).
Llegamos al final del paseo: ¿Convendrían conmigo en aceptar la siguiente afirmación "la utilidad es una relación entre las necesidades del hombre y los productos susceptibles de satisfacerlas, y el valor es la relaciónde estos objetos entre sí? Se aceptan enmiendas a la totalidad.
domingo, 17 de enero de 2010
Capitalismo: una historia de amor
DON LATINO.- Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
MAX.- Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática
perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las
normas clásicas.
DON LATINO.- ¿Y dónde está el espejo?"
viernes, 15 de enero de 2010
Un equilibrio delicado
- Costes de mantenimiento: son los costes correspondientes a mantener los inventarios a lo largo del tiempo. Incluyen también los achacables a la obsolescencia de los materiales y los relacionados con el almacenamiento (seguros, contratación de personal adicional y pago de intereses). También hay que considerar el sempiterno coste de oportunidad: lo que se deja de ganar por tener inmovilizado un activo. Muchas empresas no tienen en cuenta todos estos costes y los infravaloran.
- Costes de pedidos:incluyen los costes de materiales, impresos, etc. necesarios para procesar los pedidos.
- Costes de preparación: son los correspondientes a la preparación de una máquina o proceso para elaborar el pedido. Los directores de operaciones pueden reducir los costes de los pedidos.
Los modelos de gestión de inventarios ayudan a decidir cuándo pedir y qué cantidad, intentando minimizar los costes totales. De esta forma, el tamaño óptimo de pedido será el que consiga que los costes sean mínimos. Un equilibrio delicado.
jueves, 14 de enero de 2010
Terremoto
Gabriel García Márquez
Todavía estoy conmocionada por las imágenes que llegan de Haití. Me resisto a la inacción, pues creo firmemente en las virtudes del efecto sinergia. Por eso, y a pesar del poco margen de maniobra del que dispongo -del que dispones-aisladamente, quiero aprovechar este modesto foro para animar a aportar fondos (me resisto a utilizar el término 'donativo') a su ong u organismo favorito. Contribuirán, sin duda, a paliar una situación verdaderamente trágica.
Rastreando en la red datos acerca de esta isla, he encontrado esta página de Cruz Roja de 2006 que no requiere comentario adicional. Y, además, el terremoto. Sin palabras.
http://www.cruzroja.es/preportada/tv/index.html
http://www.manosunidas.org/
http://www.unicef.es/
http://www.msf.es/
miércoles, 13 de enero de 2010
Bonnie and Clyde
Hamlet: Palabras, palabras, palabras.
W. Shakespeare. Hamlet
Todo el mundo tiene en su haber pequeñas espinitas que, ni el paso de los años ni la adquisición de bienes sustitutivos, pueden aliviar. Hurgando entre las muchas propias, me topo con dos especialmente dolorosas: la tesis que pudo haber sido y nunca fue (y ay, ni será) y el no haber elegido el griego como asignatura optativa en 1º de Filosofía. Miedos juveniles con elevado coste de oportunidad. Sin embargo, y aún a riesgo de encarnar el adagio popular que afirma aquello de que "dime de qué presumes y te diré de qué careces", me gusta indagar la etimología de las palabras en general y las que alberguen reminiscencias egeas en particular.
Hoy mi entrada la protagoniza una palabreja griega, συνεργία, esto es, sinergia. Como he señalado en más de una ocasión en este foro no deja de maravillarme la facilidad con que ciertos términos extienden su campo de uso de un público más bien especializado al común de los mortales sin solución de continuidad. 'Sinergia' es uno de ellos, al igual que en su día lo fue "empatía" (capacidad cognitiva que hace 15 años nadie poseía o no era consciente de hacerlo y hoy todo el mundo posee a raudales). El efecto sinergia también ha entrado con fuerza, a pesar de que etimológicamente significa "trabajar con", esto es, cooperar.
En el fondo, se trata de algo de sobra conocido: la unión hace la fuerza. Sindicatos, asociaciones, grupos de presión y acción colectiva e incluso protagonistas famosos de road movies, como Bonnie y Clyde. Pero lo verdaderamente interesante es que de alguna forma se conculcan las leyes básicas de la aritmética o, tal vez, de la dinámica newtoniana. La suma de las fuerzas tiene un módulo superior al de su sumatorio. Cuando se trabaja en equipo los efectos son superiores a los que se hubieran obtenido en el caso de haber actuado de forma aislada. De ahí, que como mis alumnos de Bachillerato saben, la empresa, en la medida en que es un sistema, atesora la virtualidad de producir un efecto superior al de las partes que lo constituyen. De tal manera, que puede decirse que posee una consistencia propia.
Sinergia o los beneficios de la unión. Que se lo digan a Thelma y Louise o a Bonnie y Clyde. Coopera que algo queda.
martes, 12 de enero de 2010
El rayo verde
Anteayer murió Éric Rohmer. No era economista, pero sí un auténtico experto en dilemas éticos, que probablemente constituyan el género al que pertenecen las especies económicas. 89 años y 36 películas. Irrelevantes datos que pierden su sentido al someterlos al análisis más elemental coste-beneficio. Si la economía es la ciencia de la elección, el cine de Rohmer deviene arte de la indecisión: de quien se sabe incapacitado para tomar una resolución sin columpiarse por sus propias contradicciones. Como en Mi noche con Maud, sin duda, mi favorita (magistral la conversación sobre Pascal, por cierto).
Vuelvo a las sendas del tópico que nunca debí abandonar para afirmar aquello de la vida continúa y en la edición anterior dejé a las dos prisioneras inmersas en un terrible dilema. Como bien ha explicado nuestro comentarista anónimo, les auguramos un largo periodo en la prisión del condado. ¿Es extrapolable esta situación bandidesca al campo de la economía? Espero estar a la altura de la confianza que ayer me fiaron al afirmar que el famoso dilema del prisionero (la historia de la víspera) se utiliza en ocasiones para explicar el comportamiento de los oligopolios. Aunque ya ha sido definido en este foro, no está de más recordar que un oligopolio es una estructura de mercado que se caracteriza por la existencia de pocos oferentes, homogeneidad del producto y existencia de barreras de entrada. De ahí, que la curva de demanda a la que se enfrenta el oligopolista sea decreciente.
Por tanto, los oligopolistas se asemejan a los miembros de un selecto club que han de tolerarse entre sí, pero que, en sus sueños más profundos, desearían que el patrimonio común fuese de su exclusiva propiedad. Como señala Krugman, un oligopolista estándar espera mantenerse en el mercado durante muchos años y además sabe que, el secreto de una relación larga remite a la honradez y la ausencia de tretas o trucos. Por consiguiente, un oligopolista perspicaz no toma las decisiones del presente considerando únicamente un horizonte cortoplacista; mantendrá un comportamiento estratégico y considerará qué efectos comportarán sus decisiones actuales sobre las decisiones futuras de sus compañeros de lid. Dicho de otra forma, el equilibrio de Nash, el del dilema del prisionero, se alcanza sin considerar la influencia de las decisiones ajenas sobre las propias. Sin embargo, un oligopolista con visión de futuro no puede dejarse constreñir por las limitaciones de este planteamiento teórico: el largo plazo le aguarda.
¿Significa esto que necesariamente los oligopolistas están abocados a formar cárteles? No necesariamente. Significa que en su universo de decisión no están solos y sus estrategias han de considerar las acciones de los otros. Por ejemplo, siguiendo la estrategia definida por la gráfica expresión "ojo por ojo", de resonancias taliónicas, un oligopolista cooperaría con sus competidores en un primer periodo para, posteriormente, pagarles con su misma moneda. "Si tú eres bueno conmigo, yo lo seré contigo y si no, atente a las consecuencias, porque yo actuaré de la misma forma".
Tal vez, observar la historia de un oligopolio sea semejante a ver crecer un planta, pero sin rayos verdes. Un cactus, con toda seguridad.