domingo, 31 de enero de 2010

La profecía


"Predecir es muy difícil, y sobre todo el futuro". (BOHR, Niels , progenitor de un modelo atómico que hace las delicias de los estudiantes de química)


Se veía venir, a pesar de que mis dotes de visionaria sean raquíticas. El miércoles 22 de abril del año pasado ,en este mismo foro, ya enseñó la patita la amenaza, quiero decir "propuesta" (a mayor gloria del eufemismo) de reforma del sistema de pensiones español. El Gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, dando un paso adelante e -imagino- apretando los dientes, fue uno de los primeros en levantar (públicamente) la liebre al advertir que el sistema de pensiones fallaba en la línea de flotación. ¿Porque al barco le sobraba carga? ¿o quizá porque tenía un defecto de fábrica? ¿o tal vez porque la tripulación desconocía cómo afrontar el problema?

Resulta sencillo consultar cualquier hemeroteca y comprobar cómo quienes tildaban al Gobernador de apuntar al blanco equivocado, hoy afirman que es necesario "abrir el debate" de las pensiones. Sobran las consideraciones relativas a la fecha de caducidad de las opiniones del zoon politikon (entiéndase de un modo no aristotélico) y falta, tal vez, observar este debate desde una perspectiva más amplia que pasa por relacionar la urgencia por abrir la caja de Pandora de las pensiones con la otra noticia económica de la semana (además del incremento del número de desempleados): el incremento del déficit público. Si se echa una ojeada al Avance de la actuación económica y financiera de las administraciones públicas publicado por el IGAE (en especial al ilustrativo cuadro de la página 49) se podrá comprobar que no son precisamente los gastos sociales (entre los que se incluyen las pensiones) los que se llevan la palma. En cualquier caso, la discusión, interesante sin duda, excede los objetivos de este cuaderno de bitácora con vocación introductoria. Sólo quiero apuntar que los argumentos de sobrecarga en el sistema no tienen por qué ser definitivos. La razón es que olvidan la introducción de la variable productividad: si se consiguiera incrementar la ratio producción/trabajador, menos trabajadores podrían mantener la misma carga.

Sin embargo, y aún a riesgo de meterme en camisa de once varas, intuyo que el debate se quiere reconducir a familiarizar al electorado con la posibilidad de un cambio de modelo en la gestión del sistema de pensiones. En la entrada anterior a la que he aludido al principio, explicaba el modelo de reparto. El otro gran modelo es el de capitalización. A grandes rasgos en este sistema cada trabajador cotiza para constituir su propia pensión. La cuantía cotizada va a parar a un fondo de capital que cobrará en el momento de la jubilación: es obvio, que cuanto más trabaje y más aporte, mayor será su pensión futuro. Como mis alumnos saben en las anualidades de capitalización se utiliza un tipo de interés explícito que hará que al final del periodo el fondo final se incremente, por lo que, la pensión futura está ligada a la evolución de los tipos de interés. Además, con este sistema, se elimina el principio de solidaridad intergeneracional que caracterizaba al de reparto.

Recupero la pregunta con la que finalicé mi entrada de hace 9 meses: ¿Qué nos cabe esperar? ¿Un sistema mixto? En 9 meses la respuesta. Como reza el tópico, lo importante es que la criatura nazca sana.

viernes, 29 de enero de 2010

El guardián entre el centeno.






"En casi cuatro años de universidad, y esto es la pura verdad, en casi cuatro de universidad la única vez que recuerdo haber oído la expresión "sabios" fue en mi primer año. ¿Y sabes cómo la usaron? La usaron refiriéndose a un viejo estadista que había hecho una fortuna jugando a la Bolsa y luego se había ido a Washington para ser consejero del presidente Roosvelt" (Franny y Zooey. JD Salinger)


Este enero está eligiendo sus víctimas con esmero: todas pata negra, si se me permite el humor ídem. Las famosas y las que no lo son tanto. La de ayer fue J.D. Salinger. Ríos de tinta (imagen algo obsoleta, lo admito) han corrido en un intento de glosar su obra literaria (los menos) y, de paso o principalmente, de acercarse al mito y a sus miserias, a lo que algún cursi llamaría la leyenda. Y sin embargo, Salinger tuvo lectores. Muchos.

Cuando Holden Caulfield, protagonista de El guardian entre el centeno, entró en mi vida, yo ya había rebasado la edad en la que la lectura de un libro puede inducir al suicidio, como la leyenda negra señala que sucedió tras su publicación. Sin embargo, y con la venia de Holden, mi novela favorita sigue siendo Franny y Zooey, menos conocida pero plagada de pasajes que acaban haciendo mella.

Aunque éste es un foro fundamentalmente económico, me declaro ferviente defensora de la libertad en todas sus formas, y en especial, en las que niegan la existencia de compartimentos estancos entre la ciencia, la filosofía y la literatura. Viva la tercera cultura. Por eso, la entrada de hoy, a pesar de la propuesta de reforma del sistema de pensiones y el incremento de la tasa de desempleo, está dedicada enteramente a Salinger. El corazón de una historia quebrada. De nuevo, la vida sigue. Pero mañana.

jueves, 28 de enero de 2010

The cube


"Saber es recordar" (Libre adaptación de la teoría de la reminiscencia de Platón)
Entre los regalos que SS. MM. los Reyes Magos de Oriente escogieron para mi sobrino este año se encontraba el cubo de Rubik, versión bazar chino. Yo también recibí hace años mi ración de geometría lúdica: yo también fui una niña Rubik. De hecho, una de mis mayores frustraciones de ese día fue comprobar que dar con la solución al dichoso cubo no resultaba tan fácil como lo era a los 8 años. Me asaltó una sensación de angustia matemática similar a la de los protagonistas de la claustrofóbica The cube. Además del corolario típico y tópico del tempus fugit, la enseñanza que puede extraer fue que resolver el misterioso cubo no resulta comparable a andar en bicicleta que, según dice, es un conocimiento práctico que nunca se olvida.



No acaba aquí la historia: cuando ya había hallado consolación a mi amnesia lógico-motora, llegué al aula de 2º de Bachillerato y, oh, sorpresa, me encontre con que uno de mis alumnos era capaz de ordenar en un minuto todas las caras del artefacto demoniaco de Rubik. Y sin necesidad de levantar las pegatinas. Sin trampa ni cartón, en último término. ¿Cómo era posible? Cuando yo era niña, las claves del arcano se revelaban únicamente a aquellos a los que se profesaba verdadera amistad. ¿Ha existido algo así como una suerte de hermandad que ha mantenido vivo el secreto del cubo durante estos años en los que disfrutaba de un agradable letargo? Reconozco que la teoría de la conspiración o las logias tiene sus adeptos, pero he de confesar que no me encuentro entre ellos. Con la navaja de Ockam en la mano, he de decir que la respuesta la encontré en internet: la solución al alcance de todo el que sepa leer e interpretar los movimientos que allí se enseñan.




No crean que he decidido utilizar este cuaderno de bitácora como un instrumento de terapia personal en el que volcar mis frustraciones. El cubo de Rubik se ha apoderado de mis pensamientos cuando, al documentarme sobre el ciclo de vida del producto en el ya conocido manual de Santesmases, he leído lo siguiente: "los casos de productos que han estado de moda fugazmente ilustran esta situación, como el cubo de Rubik y las muñecas Repollo". Dejando a un lado la imposible conjunción a la que alude el autor, el caso Rubik ¿apunta a una resurrección en toda regla?




Vayamos por partes. La teoría del ciclo de vida del producto afirma que todo producto sufre una especie de evolución biológica (como las cucarachas de un viejo anuncio) que se concreta en una serie de etapas secuenciales. "El ciclo de vida del producto es el proceso cronológico que transcurre desde el nacimiento o lanzamiento del producto al mercado hasta su muerte o desaparición". Tradicionalmente se ha hablado de introducción, crecimiento, madurez y declive.



Aunque los análisis al uso en ocasiones propicien la interpretación contraria, lo cierto es que no se trata de un proceso inexorable, ni ajeno a las estrategias de marketing. Por otro lado, no todos los productos sufren esta evolución o pasan por estas fases. Precisamente para ilustrar esta idea con un ejemplo, Santesmases aludía al cubo de Rubik como paradigma de productos que después de llegar al máximo de las ventas, mueren jóvenes, esto es, saltan directamente a la fase de extinción.



Debe de ser que morir joven supone alimentar el mito o que simplemente en la teoría del ciclo de vida -por cierto, un clásico en el test de la Prueba de Acceso a la Universidad- ese producto deviene excepción a la regla general. Mientras dilucido con qué hipótesis me quedo, intentaré resolver el cubo. Sin cambiar las pegatinas o mirar en Internet. Saber es recordar, dijo alguno.

miércoles, 27 de enero de 2010

Lost

"Un primer curso de economía no permite dominar todos sus intrincados y esotéricos temas, pero puedo decirle basándome en la experiencia de estudiantes de todo el mundo que el mejor curso de economía es el de introducción. Una vez que haya entrado este nuevo y extraño jardín de ideas, el mundo nunca será igual. Y cuando dentro de unos años recuerde la experiencia, incluso lo que no entendía mucho entonces habrá madurado claramente." Paul Samuelson

Llevamos una semana emulando a Jack, Kate, Sawyer, John, Claire, Son y demás supervivientes del más famoso accidente de aviación televisivo. Perdidos. En la jungla macroeconómica (más que en la apacible metáfora versallesca de Samuelson) o, más bien, en su traducción cuantificable: las macromagnitudes. No sé si el Producto Interior Bruto, el Producto Nacional Bruto, la Renta Nacional y la Renta Nacional Disponible quitan el sueño a mis alumnos, pero lo que sí puedo asegurar es que los sumen en la perplejidad. De nuevo, la sombra de Samuelson es alargada y de esta batalla depende la victoria en la guerra (sin víctimas) macroeconómica.

Mi entrada de hoy pretende, en última instancia, ejercer de guadaña o machete y desbrozar la exuberante vegetación de términos nuevos a la que han tenido que enfrentarse los alumnos de 1º de Bachillerato. Espero conseguirlo.

Comenzaré con el Producto Nacional Bruto (PNB). La definición al uso señala que es una macromagnitud que recoge el valor monetario de los bienes y servicios finales generados por los factores de producción de un país en un período determinado, normalmente un año, con independencia del lugar donde se realiza la producción. De este enunciado se desprende que una parte de las rentas que conforman el PNB procede de empresas multinacionales que operan desde el exterior (por ejemplo, las rentas generadas por Zara Milano se computan en el PNB español). Asimismo, las rentas generadas por residentes de un país en el extranjero forman parte del PNB español.

Aunque mis conocimientos futbolísticos son más que exiguos, inexistentes, llegan hasta el punto, furor pedagógico obliga, de poder afirmar que las rentas generadas por Torres, a la sazón jugador del Liverpool, forman parte del PNB español. Sin embargo, el inefable Ronaldo, a pesar de su inconmensurable salario, no contribuye con el sudor de su frente a engrosar la cifra del PNB español, sino del portugués. Tras esta digresión balonpédica -que diría un comentaristas del NO-DO-, la conclusión que cabe extraer es que existen flujos de renta hacia fuera y hacia dentro de un país que habrán de ser considerados dependiendo del agregado macroeconómico que se esté utilizando, a saber, el PIB o el PNB. De hecho, el PNB es igual al PIB añadiendo la rentas de los factores nacionales en el exterior (las rentas de los Torres y demás españoles en el extranjero agregadas) y deduciendo las rentas de los factores extranjeros en el territorio nacional (las rentas de los Ronaldos -no confundir con el grupo musical- y demás extranjeros en España)

Llegados a este punto, los alumnos suelen preguntar si existen grandes diferencias entre ambos agregados. La respuesta, como casi siempre, es que depende. La regla general mantiene que cuanto más abierta sea una economía, mayores resultan las diferencias entre ambas magnitudes (por ejemplo, el Principado de Andorra o Luxemburgo). Los flujos migratorios y el fenómeno de la globalización han contribuido a acrecentar estas diferencias.

Hasta aquí llegamos hoy. Necesito afilar el machete y la guadaña. Cualquier superviviente sabe que es necesario dosificar las fuerzas. Mientras esperan la sexta temporada, espero que, al menos, se sientan menos perdidos. Pero, nunca se sabe (y menos con Lost).

martes, 26 de enero de 2010

Desayuno con diamantes

"Los días rojos son terribles y en esos momentos lo único que me viene bien es ir a Tiffanys, porque nada malo me ocurre allí" (Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes)

A vueltas con los colores. Y con los días. Y sobre todo, con el tiempo.Tal vez uno de los nombres del ser humano sea el de animal temporal. Otro, no menos cierto, animal lujoso. ¿Cambian los significados con el tiempo? ¿Comparece el lujo ante el tribunal de la temporalidad?


http://www.emprendedorestv.com/esadealumni/video/798-1/esade-alumni/estrategia-en-mercados-de-lujo

lunes, 25 de enero de 2010

Azul




─ ¿Por qué lloras?

─ Porque usted no lo hace.

(Diálogo de Tres Colores: Azul)


Pensaba hoy en la nada original idea de que la capacidad de determinadas películas para influir, afectar o emocionar a los espectadores no deriva únicamente de las cualidades del objeto, -la película en sí-, ni tampoco del sujeto, -el que la ve-, sino de la peculiar relación que se establece entre ambos y que depende también de ambos. Prueben a regalarse una tarde libre con alguna de sus películas favoritas y comprueben si la red de significados que suscita en ustedes es semejante a la que compareció la primera vez o incluso la segunda. Y, para continuar con el experimento, intenten extraer el jugo a alguno de los bodrios infumables que con frecuencia les hacen lamentar haber perdido su tiempo y su dinero. Esfuerzo baldío, sin duda. Ex nihilo, nihil fit, aseguraba el adagio clásico.


La película de hoy, Azul, dirigida por el fallecido K. Kieslowski, pertenece al primer grupo: la fantástica música (que no banda sonora) de Zbigniew Preisner,-lo mejor de mi entrada de hoy- la historia de una libertad no querida y sin embargo hallada, que muestra -no sé si a partes iguales- la indigencia y la grandeza características del ser humano (Poros y Penia, de nuevo) y sobre todo, la diferente percepción que se tiene de los acontecimientos cuando se contemplan como algo externo y ajeno a cuando se viven como propios. Y aquí quería llegar: a la percepción, cuestión que entronca con el tema que estoy abordando en 2º de Bachillerato y que no es otro que la teoría del consumidor.


Desde el punto de vista del marketing, la percepción es un determinante (casi nada) del comportamiento del consumidor. La palabra 'determinante' pertenece al género de las que se arrogan la potestad de despertar mis suspicacias. No creo en ninguna forma de determinismo, con lo que, en mi opinión, podría hablarse con mayor propiedad de 'condicionantes' del comportamiento del consumidor.


¿Qué es la percepción? Según J.L.Pinillos, uno de mis gigantes de hoy y de mi biografía, "la percepción es una aprehensión de la realidad a través de los sentidos; un proceso sensocognitivo en el que las cosas se hacen manifiestas como tales en un acto de experiencia. Tal experiencia no es, por otra parte, un reflejo pasivo de la acción estimular ni una captación puramente figural de los objetos; percibir entraña un cierto saber acerca de las cosas percibidas y sus relaciones, una cierta prise de signification que alberga de algún modo una pretensión de verdad".


La percepción, por consiguiente, tiene que ver con un proceso de selección, organización e integración de los estímulos sensoriales en una imagen significativa y coherente. Además, como señala Santesmases "la percepción es selectiva, se percible lo que interesa". Esta idea comporta que un mismo producto puede ser percibido de forma distinta por diferentes consumidores según sus intereses particulares, propios y probablemente intransferibles. Para algunos potenciales compradores resultan indispensables ciertas características técnicas, para otros, sin embargo, los aspectos económicos, o estéticos, o, la imagen de marca. De hecho, la "imagen de marca", el prestigio que ostenta, puede hacer que la percepción sea favorable independientemente de las características que en realidad posea un determinado producto.


Resulta interesante la aplicación de la Ley de Weber al marketing. En su enunciado se afirma que es preciso un deterinado nivel de variación en el estímulo para ser percibido y esta variación es proporcional a la cantidad inicial del estímulo. Pondré un ejemplo: si se precisa una variación del 15% para en el precio de un producto para llegar a ser percibida como tal, la variación deberá mantener esa proporción cuando el precio inicial sea distinto. Si inicialmente era de 10 euros, la variación para ser percibida, deberá ser de 1,5 euros. Si era de 100 euros, habrá de serlo de 15.


La conclusión parece evidente: el marketing, por tanto, si quiere ganar en eficacia ha de nutrirse de los conocimientos de ciencias como la psicología o la sociología. Para alguien que intenta moverse en los géneros difusos, el marketing es una fuente inagotable de placeres. Que no decaiga.

domingo, 24 de enero de 2010

El río de la vida

"Piensa globalmente y actúa localmente" (Leitmotiv del llamado desarrollo sostenible)

Todos los años, más o menos por estas fechas, emulando a César, materializo mi particular paso del Rubicón. Y cada vez, constato la máxima de Heráclito de Éfeso según la cual nadie se baña dos veces en el mismo río. Al menos, consolatio philosophiae, se trata del mismo puente: el que permite el tránsito de la microeconomía a la macroeconomía. En esas me encuentro con mis alumnos de 1º de Bachillerato. Aunque el río cambie los dos territorios que demarca no lo hacen tan fácilmente. Por eso, y porque este es un cuaderno de bitácora para principiantes, tal vez resulte útil delimitar el objeto de estudio de las dos ramas que conforman la economía teórica. Para hacerlo con el rigor necesario y requerido, me subiré a los hombros del gigante J.M. Andreu.

La microeconomía se centra en el estudio y análisis del comportamiento individual de los distintos agentes económicos. Si preguntara a mis alumnos cuáles son, creo poder asegurar que responderían sin vacilación que las familias (como consumidores o suministradores de recursos humanos o materiales de que disponen), las empresas (como proveedoras de los bienes que producen) y el sector público, que también produce, consume e invierte. Además, para completar esta primera aproximación a la microeconomía, convendría resaltar que se ha construido en torno a las posibles respuestas a tres preguntas. ¿Qué producir? ¿Cómo producir? ¿Para quién producir? A la primera cuestión daría respuesta la Teoría del Consumo, a la segunda, la Teoría de la Producción, y a la tercera, la Teoría de la Distribución.

¿Qué nos espera en la otra orilla? La macroeconomía, que concentra sus esfuerzos en el estudio de la actividad económica, su evolución y sus condicionantes, de modo agregado. Por lo que su objeto girará en torno al análisis de ciertos problemas globalmente relevantes, v.g., inflación o desempleo, sin dejar a un lado cuetiones relativas al equilibrio de la balanza de pagos o a los fenómenos del crecimiento o del desarrollo económicos.

Piensa globalmente y actúa localmente. Piensa localmente y actúa globalmente. ¿Imposible Rubicón?





viernes, 22 de enero de 2010

Men in black

"Los errores causados por los datos inadecuados son mucho menores que los que se deben a la total ausencia de datos" Babbage, Charles

Sigo las noticias, ergo no soy Rilke. Obviamente, tal conclusión dista mucho de ceñirse a las reglas más ortodoxas de la lógica, pero explica por qué el común de los mortales ha de contentarse con las perlas, falsas probablemente, que la actualidad regala. Como todo el mundo sabe, expertos en marketing a la cabeza, enero es época de rebajas y de cuestas y esto es lo que hay.

Y, ¿qué es lo que hay? Por lo pronto, intrigas palaciegas o gubernamentales. La historia comenzó hace apenas semana y media cuando Celestino Corbacho, Ministro de Trabajo, mentó la bicha, esto es, la coexistencia más o menos pacífica de la economía oficial con la economía sumergida. No contento con admitir que como las meigas, haberla hayla, se atrevió a asignar un valor a tales actividades arcanas: nada menos que entre un 16 y un 20% del PIB (producto interior bruto o valor monetario de los bienes y servicios finales que se producen en el interior de un país durante un periodo de tiempo).



El PIB sólo recoge los intercambios que se producen en los mercados legalmente reconocidos; sin embargo, es denominador común de todas las economías la existencia de un conjunto de transacciones que escapan al control de las autoridades económicas. Un ejemplo de este tipo de actividades lo representan los denominados "mercados negros", consecuencia habitual del intento de mantener el precio de un bien por debajo del precio de equilibrio, creando por ende una escasez del producto que hace que la oferta comparezca por otros cauces.



Otro ejemplo viene dado por la economía sumergida, o lo que es lo mismo, el tipo de transacciones que surgen cuando los agentes económicas intentan burlas ciertas actuaciones reguladoras que ejerce el sector público (como el establecimiento de impuestos). No obstante, no hay que pensar que las actividades que conforman la economía sumergida han de ser necesariamente ilegales: servicios como los trabajos extra de un fontanero o de un pintor, socialmente deseables, pueden engrosar las cifras que escapan a la supervisión oficial. La cuantificación del peso real de estas actividades resulta de suyo extremadamente compleja, porque como es evidente lo que precisamente se pretende es evitar el control público.

De ahí que las ¿imprudentes? declaraciones del ministro provocaran la reacción de la Vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado. "No hay estimaciones sobre la economía sumergida en España como no las hay en ninguno de los países de nuestra economía occidental", afirmó. "Por tanto, creo que las estimaciones, pues tienen únicamente ese valor: son estimaciones, en algunos casos de algunas fuentes sin ninguna base científica", Salgado dixit. Aunque Corbacho rectificó casi instantáneamente, la oposición pidió un careo parlamentario entre ambos con el objetivo de explicar qué fuentes manejaban y cuáles eran sus opiniones acerca de la economía sumergida.

Más allá de la anecdótico, el verdadero interés de este episodio reside, en mi opinión, en que hace patente que el PIB no es un indicador que recoge toda la actividad económica que se desarrolla en el interior de un país. Por no hablar de su valor como indicador de desarrollo económico. Pero, ése es otro tema del que Samuelson sabe mucho. A él me encomiendo para cuando la ocasión lo merezca.

jueves, 21 de enero de 2010

Superman



Suena presuntuoso afirmar que llevo tiempo ocupándome de lo importante en perjuicio de lo urgente. Tal vez la verdadera sabiduría resida en distinguir ambas categorías. En cualquier caso, si la urgencia guarda relación con lo que la prensa publica, he de decir que este cuaderno de bitácora carece en los últimos tiempos de alusiones periodísticas. Siempre me había gustado Rainer Maria Rilke, -inciso: curiosa la semblanza que hace de su figura Manuel Vicent en Póquer de ases-. Sin embargo, creo que me ganó definitivamente cuando leí que en Cartas a Benvenuta se atrevió a confesar "has de saber que nunca leo ningún periódico". ¿Vanitas vanitatis?
No sé si para enmendarme o para incidir en un concepto que mis alumnos de 2º de Bachillerato deberían conocer bien, voy a dedicar mi entrada de hoy a una noticia que anteayer recogió la prensa local -no soy Rilke, ay- y que informaba del nacimiento de un holding de facto, aunque jurídica y nominalmente existiera desde el mes de septiembre, de empresas públicas navarras bajo la denominación "Corporación Pública Empresarial de Navarra".


Hablar de holdings famosos se parece a realizar la prueba del carbono 14. Quienes sepan de Ruiz Mateos y recuerden el holding Rumasa y su expropiación, su indescriptible disfraz de superman y la cara de estupefacción de Miguel Boyer, flamante y flemático ministro de economía artífice de la expropiación, al recibir un soberano tortazo, (el tartazo se lo llevó su mujer, Isabel Preysler de manos de una hija del ínclito Ruiz Mateos) pueden incluirse en el género de maduros, por utilizar un eufemismo que no hiera sensibilidades. Sin complejos.
Pero, ¿qué es un holding? En una definición de wikipedia, cabría afirmar que el término designa a una compañía, la llamada matriz, que controla las actividades de otras mediante la propiedad de todas o de una parte significativa de sus acciones. También se utiliza para aludir al conglomerado formado por todas ellas. Las ventajas que comporta acogerse a esta forma de crecimiento empresarial son como se señala en http://www.sociedadesurgentes.com/ guardan relación directa con el ahorro de costes fiscales.


No parece ser la explicación más apropiada para dar cuenta del holding que nos ocupa. En el caso de la Corporación Pública Empresarial Navarra, la propia Corporación será la sociedad pública "matriz" y dependerá directamente del Gobierno foral. El objetivo del proyecto de ley según el consejero de Economía, Álvaro Miranda, es crear un instrumento unitario que ordene y controle el sector empresarial público, de modo que se pueda "racionalizar, coordinar y optimizar". Entre sus fines, cita la "transparencia" en este entramado empresarial y unificar los procedimientos, al concretar directrices y políticas comunes de actuación para todas las sociedades públicas. Lo que se materializó el lunes 18 de enero fue la integración de 33 empresas públicas navarras, que suman más de mil millones de euros de fondos propios, en la nueva sociedad.


Hay holdings más allá de Rumasa: aunque no ofrezcan el edificante espectáculo de ver a Superman en acción, que estará ocupado en lanzar Nueva Rumasa. Él es así.


miércoles, 20 de enero de 2010

The game

"Deporte: yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara".
Jorge Luis Borges.

¿Quién dijo que este juego había acabado? Por aclamación popular parece que no es así...



Y además, un clásico:
la guerra de los sexos. Benditos déjà vus...

martes, 19 de enero de 2010

The Fan




"El ser no sólo se toma en el sentido de sustancia, de cualidad, de cantidad, sino que hay también el ser en potencia y el ser en acto".(Aristóteles, Metafísica, libro IX)




El primer paso para superar una adicción es reconocerla. Pues bien, como habrán comprobado, estoy viviendo mi peculiar Aristóteles-manía, si es que tal afición rayana en la adicción resulta verosímil. Todo me recuerda a él y sus frases me sirven para un roto y para un descosido. En mi descargo, he de apuntar que resulta imposible no remontarse al Estagirita cuando se mencionan los adjetivos 'actual' y 'potencial'. Y mañana ambos comparecerán en la clase de 2º de Bachillerato cuando aluda al concepto y los límites del mercado.

Después de meter a Aristóteles en su caja durante un ratito, he de admitir que al hablar de marketing, mi gigante vuelve a ser Santesmases. Me subiré a sus hombros, -somos enanos a hombros de gigantes-, para explicar la diferencia existente entre el mercado potencial y el actual. No obstante, no conviene comenzar la casa por el tejado, sino por los cimientos que, en este caso, remiten al propio concepto de 'mercado'.

Si se consulta el diccionario de la Real Academia se comprueba que el término contiene ocho acepciones. La que se ajusta a la perfección al tema del marketing es la que asegura que 'mercado' es "el conjunto de consumidores capaces de comprar un producto o servicio". Santesmases precisa esa definición canónica al señalar que mercado es "un conjunto de personas individuales u organizadas que necesitan un producto o servicio determinado, que desean o pueden comprar y que tienen capacidad (económica y legal) para comprar".


Las implicaciones de esta afirmaciones resultan interesantes. La existencia de necesidades y deseos no puede considerarse condición suficiente para la aparición de un mercado. Además, ha de concurrir la circunstancia de que quienes experimentan esas necesidades y deseos tengan capacidad económica para adquirir esos bienes. Y aún y todo, habría que añadir una condición ulterior: la de que quienes experimentan esos deseos y tienen capacidad económica suficiente estén en disposición legal de satisfacerlos.


Pero, ¿qué hace un chico como Aristóteles en un lugar como éste? o, dicho de otro modo, ¿cómo encajar la distinción entre acto y potencia en este contexto? En honor a la verdad, no quiero ser acusada de forzar a un clásico, Dios me libre, la distinción aristotélica no es exactamente igual a la que ahora explicaré. Intertextualidad non fingo. A pesar de ello, como ya he adelantado, cabe hacer una distinción que tiene su importancia en marketing y es la que discrimina el mercado potencial del actual. Éste viene dado por el número de clientes que en un momento dado demanda un producto determinado. Sin embargo, los que de facto conforman la cartera de clientes de una organización no agotan el mercado. Desde esta perspectiva cobra sentido la alusión al mercado potencial como el número de compradores máximo al que la empresa pueden dirigir la oferta comercial y que está disponible para todas las firmas que comparten sector. Aunque no sólo, los esfuerzos del marketing irán encaminados a que estos compradores potenciales reciban suficientes estímulos para llegar a demandar el producto ofertado.


Aristóteles es una mina...¿sin explotar?

lunes, 18 de enero de 2010

Un paseo por las nubes

"Cada objeto de propiedad tiene un doble uso. Ambos son usos del mismo objeto, pero no de la misma manera; uno es propio del objeto y el otro no. Por ejemplo, el uso de un zapato: como calzado y como objeto de cambio." Aristóteles, Política.


Hay conceptos que, a pesar de ser utilizados à gogo, se muestran reacios a una definición universal o que pueda ser aceptada sin reticencias por todos. Entre ese grupo se cuenta el término 'valor'. ¿Son sinónimos el valor y la utilidad? Esta ha sido la interesante cuestión que ha consumido parte de la clase de economía de 2º de Bachillerato de hoy y que ha surgido tras la lectura de una "misteriosa afirmación" publicada en el profusamente citado libro de Santesmases, Marketing, conceptos y estrategias. El párrafo rezaba así: "La utilidad es una medida de la satisfacción obtneida al recibir algo de valor en un intercambio. La utilidad es subjetiva, la experimenta el que recibe algo. El valor supone una comparación con otros objetos". La controversia se ha originado por causa de la última oración. ¿Por qué el valor supone una comparación con otros objetos?


Back to paradise, o lo que es lo mismo, volvamos a los orígenes y no precisamente a Adán y Eva -aunque algún Adam encontraremos-, sino a Grecia. Les invito a un paseo por las nubes del valor. Es inevitable experimentar una especie de sensación de déjà vu cuando afirmo que ya Aristóteles intentó dar con una respuesta precisa a la pregunta por el valor de las cosas. Inciso: ¿existe algún detalle que afecte a nuestra existencia, por nimio que sea, que no haya sido abordado por Aristóteles? Retomo mi discurso. Sin entrar en muchos matices, con toda seguridad necesarios, el alumno más aventajado de Platón distinguió entre "valor en uso y valor en cambio".

Esa sutil diferenciación prendió con éxito, siglos y tormentas después, Adam Smith -al que este curso he relegado involuntariamente al olvido- la recupera para criticar a los mercantilistas. El autor de La Riqueza de las Naciones señala que el valor de uso consiste reside en la utilidad de un bien para satisfacer una necesidad; y el valor de cambio en la posibilidad de cambiar un bien por otro bien. Según los mercantilistas, el valor de cambio depende de la utilidad de las mercancías (cuanto más útil sea una mercancía, mayor será su valor de cambio). Es decir que el valor de cambio dependería del valor de uso. Smith refuta esta teoría poniendo como ejemplo al aire y los diamantes. Los diamantes poseen mucho valor de cambio pero poco valor de uso. El aire, por contra, mucho valor de uso pero nada de valor de cambio.

David Ricardo y más tarde Karl Marx conceptuaron el valor como "trabajo acumulado". Grosso modo: si se necesitaban 2 unidades de trabajo para producir una mercancía X y sólo 1 unidad de trabajo para producir una mercancía Y, el valor de X era, necesariamente, el doble que el de Y. A esta concepción del valor se la denominó "teoría objetiva del valor".


El británico William S. Jevons dio un paso más al reparar en la relación entre utilidad y precio e introdujo el concepto de 'utilidad marginal'. En el fondo, estaba sentando las bases para la teoría que se dio en llamar "teoría subjetiva del valor", según la cual existiría, mas allá de la diversidad de los gustos individuales, una ley psicológica, según la cual la satisfacción lograda mediante el consumo de un bien aumenta con el incremento del consumo, pero tal aumento de satisfacción se produce a un ritmo cada vez más débil, de tal manera que se presenta una saturación progresiva, pero jamás total.

Por último, Alfred Marshall concluyó en la llamada síntesis neoclásica
que el valor de las cosas dependía de la combinación de ambas teorías: el valor de los bienes es el de mercado y que éste depende tanto de la utilidad (demanda) como del trabajo (costes u oferta).

Llegamos al final del paseo: ¿Convendrían conmigo en aceptar la siguiente afirmación "la utilidad es una relación entre las necesidades del hombre y los productos susceptibles de satisfacerlas, y el valor es la relaciónde estos objetos entre sí? Se aceptan enmiendas a la totalidad.



domingo, 17 de enero de 2010

Capitalismo: una historia de amor



"MAX.- Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
DON LATINO.- Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
MAX.- Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática
perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las
normas clásicas.
DON LATINO.- ¿Y dónde está el espejo?"

(Ramón María del Valle-Inclán. Luces de Bohemia)


Esperpéntico. Tal vez no sea el adjetivo más apropiado para calificar el último documental de Michael Moore, pero es el primero que me vino ayer a las mientes a la salida del cine. Preciso: deliberadamente esperpéntico con ese estilo documentalista que constituye la imagen de marca (si se me permite la metáfora capitalista) de ese enfant terrible, disfrazado de tal, que es Moore.

No es que me cuente entre los que consideran que un documental ha de perseguir denodadamente la "objetividad". No creo que la cámara se asemeje a un ojo, no mediatizado o sesgado por voluntad alguna, que muestra la realidad tal cual es. Aún en el mejor de los casos -aquel en el que no se persigue mostrar nada determinado a priori-, el propio montaje, la selección de las imágenes que constituirán el trabajo final comportan una selección que, no deja de ser uno de los nombres de la manipulación.

El capitalismo: una historia de amor no es sólo voluntariamente ajeno a esa búsqueda de la objetividad. Su director, Michael Moore, enfrenta al espectador a su propia visión de los hechos, que como toda visión, es subjetiva per se. Y no lo oculta. De ahí, que se trate de un falso documental, sin que ello merme, en mi opinión, su valía. De tal forma, que las fronteras entre documental y ficción se desdibujan. Aunque ajeno a las etiquetas, tal vez cabría improvisar una: se trata de un documental de tesis. El capitalismo supone una amenaza para la democracia, en la medida en que la tendencia natural de áquel es fagocitar a ésta. Y este leitmotiv es defendido de manera esperpéntica: las imágenes deformadas que se suceden a lo largo de los más de 120 minutos de metraje recuerdan a los espejos cóncavos valleinclanescos. Sólo de esa manera, a través de la deformación buscada y hallada merced a innumerables recursos (música -fantástica, por cierto-, grabaciones añejas, imágenes más o menos burdas) se evidencian los desastres sociales y personales que trae consigo el capitalismo financiero, en opinión de Moore.


Las bases del capitalismo (estructura de incentivos, búsqueda del beneficio a corto plazo, propiedad de los medios de producción) son puestas en tela de juicio de esta peculiar manera tan ajena a la crítica académica. La mirada de Moore no es la de un filósofo, ni la de un sociólogo, ni siquiera la de un economista, ni pretende disfrazarse de tales y, a la postre, ni falta que hace. De ahí que, aún compartiendo algunas de las críticas que comparecen en su falso documental, categoría en modo alguno peyorativa, no convence por su ausencia de alternativas reales y factibles. ¿Qué significado real tiene el término democracia? ¿Se trata de resucitar el debate entre igualdad y libertad o simplemente de hacer una loa a la socialdemocracia? ¿O una boutade naïf del chico malo oficial?


Si algo hay que reconocerle a M. Moore es que no deja indiferente y lo sabe: "Soy consciente de ser la persona de izquierdas con más audiencia en mi país. No me puedo permitir el lujo de aburrir a alguien que contrata una canguro un viernes por la tarde para el cine. Quiero entretener, emocionar... ¿Es esto malo?".


Solté más de una carcajada, así que no seré yo la que tire la primera piedra. Doctores tiene la santa madre crítica.






viernes, 15 de enero de 2010

Un equilibrio delicado





"Todo conocedor rehuye el exceso y el defecto , y busca el término medio no de la cosa, sino el relativo a nosotros". Aristóteles. Ética a Nicómaco.


Díficil búsqueda y casi imposible hallazgo el del equilibrio. Sobre todo porque resulta complicado delimitar qué sea el exceso y qué el defecto. Platón en El Banquete relata cómo fue concebido el propio Eros, el dios del amor. Sus progenitores, Poros (abundancia) y Penia (escasez), explican su naturaleza menesterosa y a la vez deseosa de completitud para dejar caer finalmente que el que no cree estar necesitado no desea tampoco lo que cree necesitar. De nuevo, los extremos que buscan la conciliación.

Aunque la empresa no es Eros, sí comparte la necesidad de alcanzar el equilibrio o el orden.Esta semana, he intentado explicar a mis alumnos de 2º de Bachillerato una verdad (casi) de perogrullo: optimizar supone intentar encontrar la mejor solución a pesar de las condiciones o restricciones impuestas. Incluso admitiendo à la Leibniz que esté sea el mejor de los mundos posibles -un día como hoy tal afirmación resulta irónica-, las restricciones existen.

En esa tesitura se encuentra algo tan prosaico como el inventario de una empresa. Como señala L. Heizer "el inventario es uno de los activos más caros de muchas empresas (...) y los directores de operaciones se han dado cuenta hace mucho tiempo de que la gestión del inventario es fundamental. Una empresa puede reducir costes reduciendo su inventario; por otro lado, la producción puede llegar a interrumpirse y afectar al servicio a los clientes cuando se agota el stock de un artículo. Hay que conseguir un equilibrio entre la inversión en inventario y el servicio al cliente."


Todas las organizaciones necesitan un sistema de planificación y control de inventarios. Las entidades financieras controlan su inventario de caja. Los hospitales han de supervisar sus stocks de plasma sanguíneo y de fármacos. Las bibliotecas gestionan sus fondos bibliográficos y sobre todo, las fábricas deben llevar un control exhaustivo de sus materias primas, productos semielaborados y productos terminados. No obstante, una óptima gestión de inventarios se mueve entre la escila de la escasez y el caribdis de la abundancia. Como Eros. La escasez puede suponer la ruptura de stock o la imposibilidad de dar curso a la demanda de los clientes; sin embargo, la abundancia -el sobrealmacenamiento- implica incurrir en mayores costes.


Pero, ¿qué costes se generan en la gestión de un inventario? Como señalan Heizer y Render, básicamente tres:


  • Costes de mantenimiento: son los costes correspondientes a mantener los inventarios a lo largo del tiempo. Incluyen también los achacables a la obsolescencia de los materiales y los relacionados con el almacenamiento (seguros, contratación de personal adicional y pago de intereses). También hay que considerar el sempiterno coste de oportunidad: lo que se deja de ganar por tener inmovilizado un activo. Muchas empresas no tienen en cuenta todos estos costes y los infravaloran.

  • Costes de pedidos:incluyen los costes de materiales, impresos, etc. necesarios para procesar los pedidos.

  • Costes de preparación: son los correspondientes a la preparación de una máquina o proceso para elaborar el pedido. Los directores de operaciones pueden reducir los costes de los pedidos.

Los modelos de gestión de inventarios ayudan a decidir cuándo pedir y qué cantidad, intentando minimizar los costes totales. De esta forma, el tamaño óptimo de pedido será el que consiga que los costes sean mínimos. Un equilibrio delicado.

jueves, 14 de enero de 2010

Terremoto

"Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse".
Gabriel García Márquez


Todavía estoy conmocionada por las imágenes que llegan de Haití. Me resisto a la inacción, pues creo firmemente en las virtudes del efecto sinergia. Por eso, y a pesar del poco margen de maniobra del que dispongo -del que dispones-aisladamente, quiero aprovechar este modesto foro para animar a aportar fondos (me resisto a utilizar el término 'donativo') a su ong u organismo favorito. Contribuirán, sin duda, a paliar una situación verdaderamente trágica.

Rastreando en la red datos acerca de esta isla, he encontrado esta página de Cruz Roja de 2006 que no requiere comentario adicional. Y, además, el terremoto. Sin palabras.

http://www.cruzroja.es/preportada/tv/index.html
http://www.manosunidas.org/
http://www.unicef.es/
http://www.msf.es/

miércoles, 13 de enero de 2010

Bonnie and Clyde

Polonio: ¿Qué leéis, mi señor?
Hamlet: Palabras, palabras, palabras.
W. Shakespeare. Hamlet

Todo el mundo tiene en su haber pequeñas espinitas que, ni el paso de los años ni la adquisición de bienes sustitutivos, pueden aliviar. Hurgando entre las muchas propias, me topo con dos especialmente dolorosas: la tesis que pudo haber sido y nunca fue (y ay, ni será) y el no haber elegido el griego como asignatura optativa en 1º de Filosofía. Miedos juveniles con elevado coste de oportunidad. Sin embargo, y aún a riesgo de encarnar el adagio popular que afirma aquello de que "dime de qué presumes y te diré de qué careces", me gusta indagar la etimología de las palabras en general y las que alberguen reminiscencias egeas en particular.

Hoy mi entrada la protagoniza una palabreja griega, συνεργία, esto es, sinergia. Como he señalado en más de una ocasión en este foro no deja de maravillarme la facilidad con que ciertos términos extienden su campo de uso de un público más bien especializado al común de los mortales sin solución de continuidad. 'Sinergia' es uno de ellos, al igual que en su día lo fue "empatía" (capacidad cognitiva que hace 15 años nadie poseía o no era consciente de hacerlo y hoy todo el mundo posee a raudales). El efecto sinergia también ha entrado con fuerza, a pesar de que etimológicamente significa "trabajar con", esto es, cooperar.

En el fondo, se trata de algo de sobra conocido: la unión hace la fuerza. Sindicatos, asociaciones, grupos de presión y acción colectiva e incluso protagonistas famosos de road movies, como Bonnie y Clyde. Pero lo verdaderamente interesante es que de alguna forma se conculcan las leyes básicas de la aritmética o, tal vez, de la dinámica newtoniana. La suma de las fuerzas tiene un módulo superior al de su sumatorio. Cuando se trabaja en equipo los efectos son superiores a los que se hubieran obtenido en el caso de haber actuado de forma aislada. De ahí, que como mis alumnos de Bachillerato saben, la empresa, en la medida en que es un sistema, atesora la virtualidad de producir un efecto superior al de las partes que lo constituyen. De tal manera, que puede decirse que posee una consistencia propia.

Sinergia o los beneficios de la unión. Que se lo digan a Thelma y Louise o a Bonnie y Clyde. Coopera que algo queda.

martes, 12 de enero de 2010

El rayo verde

"Ver una película de Rohmer es como ver crecer una planta" (Diálogo extraído de la película La noche se mueve)

Anteayer murió
Éric Rohmer. No era economista, pero sí un auténtico experto en dilemas éticos, que probablemente constituyan el género al que pertenecen las especies económicas. 89 años y 36 películas. Irrelevantes datos que pierden su sentido al someterlos al análisis más elemental coste-beneficio. Si la economía es la ciencia de la elección, el cine de Rohmer deviene arte de la indecisión: de quien se sabe incapacitado para tomar una resolución sin columpiarse por sus propias contradicciones. Como en Mi noche con Maud, sin duda, mi favorita (magistral la conversación sobre Pascal, por cierto).


Vuelvo a las sendas del tópico que nunca debí abandonar para afirmar aquello de la vida continúa y en la edición anterior dejé a las dos prisioneras inmersas en un terrible dilema. Como bien ha explicado nuestro comentarista anónimo, les auguramos un largo periodo en la prisión del condado. ¿Es extrapolable esta situación bandidesca al campo de la economía? Espero estar a la altura de la confianza que ayer me fiaron al afirmar que el famoso dilema del prisionero (la historia de la víspera) se utiliza en ocasiones para explicar el comportamiento de los oligopolios. Aunque ya ha sido definido en este foro, no está de más recordar que un oligopolio es una estructura de mercado que se caracteriza por la existencia de pocos oferentes, homogeneidad del producto y existencia de barreras de entrada. De ahí, que la curva de demanda a la que se enfrenta el oligopolista sea decreciente.

Por tanto, los oligopolistas se asemejan a los miembros de un selecto club que han de tolerarse entre sí, pero que, en sus sueños más profundos, desearían que el patrimonio común fuese de su exclusiva propiedad. Como señala Krugman, un oligopolista estándar espera mantenerse en el mercado durante muchos años y además sabe que, el secreto de una relación larga remite a la honradez y la ausencia de tretas o trucos. Por consiguiente, un oligopolista perspicaz no toma las decisiones del presente considerando únicamente un horizonte cortoplacista; mantendrá un comportamiento estratégico y considerará qué efectos comportarán sus decisiones actuales sobre las decisiones futuras de sus compañeros de lid. Dicho de otra forma, el equilibrio de Nash, el del dilema del prisionero, se alcanza sin considerar la influencia de las decisiones ajenas sobre las propias. Sin embargo, un oligopolista con visión de futuro no puede dejarse constreñir por las limitaciones de este planteamiento teórico: el largo plazo le aguarda.

¿Significa esto que necesariamente los oligopolistas están abocados a formar cárteles? No necesariamente. Significa que en su universo de decisión no están solos y sus estrategias han de considerar las acciones de los otros. Por ejemplo, siguiendo la estrategia definida por la gráfica expresión "ojo por ojo", de
resonancias taliónicas, un oligopolista cooperaría con sus competidores en un primer periodo para, posteriormente, pagarles con su misma moneda. "Si tú eres bueno conmigo, yo lo seré contigo y si no, atente a las consecuencias, porque yo actuaré de la misma forma".

Tal vez, observar la historia de un oligopolio sea semejante a ver crecer un planta, pero sin rayos verdes. Un cactus, con toda seguridad.


lunes, 11 de enero de 2010

Thelma y Louise






"Buenos días, damas y caballeros: esto es un asalto. Ahora, si nadie pierde la cabeza, nadie perderá la cabeza. Simon, diles que se tumben en el suelo, por favor, ahora mismo. Déjame ver quien ganará un premio por permanecer tranquilo. Señor, ¿quiere hacer los honores? Saque todo el dinero de ese cajón y póngalo en una bolsa de papel. Tendrá una increíble historia que contar a todos sus amigos. Si no, tendrá un agujero en el pie. Usted decide." (De Thelma y Louise, cuando Ridley Scott aún tenía algo que contar)


Tal vez lo más correcto tras mi dilatada ausencia fuera comenzar deseando un feliz 2010. Como lo cortés no está reñido con lo valiente, permítanme que en lugar de emprender la senda del tópico, empiece mi andadura por esta nueva década con una edificante historia con final abierto. He de confesar, no obstante, que sin Paul Krugman tal narración no hubiera sido posible.


Imaginen dos fugitivas de la justicia, llamadas por un azar Thelma y Louise. Imaginen que son capturadas por la policía momentos antes de materializar un heróico pero increíble final. Aunque todo el mundo sabe que el delito que cometieron está penado con una condena de 20 años, las pruebas en el haber de la justicia no alcanzan sino para una pena de 5 años como máximo (y echando mano de alguna triquiñuela legal ad hoc). No así si cada una de las prisioneras acusa a su compañera. Difícil empresa la de los guardianes de la ley y el orden, después de la epopeya construida y protagonizada al alimón. Pero, como todo el mundo sabe también, la policía no es tonta. Imaginen al poli bueno ma non troppo, encarnado en un clon de John Malkovich, clavando, por separado, a Thelma y a Louise el aguijón de la futurible libertad sin cargos. "Este es el trato, -susurra con voz grave e inquietante sonrisa- si ninguna de las dos se va de la lengua, os mandaremos a la cárcel durante dos años. Si confiesas e inculpas a tu compañera, pero ella no te acusa a ti, te dejaremos en libertad. Pero si tu socia confiesa y tú no lo haces, te caerá la pena máxima, 20 años. Si las dos os denunciáis, seréis condenadas a 15 años".




¿Cuántos años de cárcel le esperan a cada una? Se admiten apuestas. La solución, Nash o cómo (no) ligarse a una rubia.


Prometo que éste sigue siendo un foro de economía. Tengan fe.

To be continued...