"Tener una moralidad es como haber adquirido un firme compromiso previo; porque debemos atenernos a los principios de la moralidad aunque sea en perjuicio propio” (J. Rawls, filósofo estadounidense).
Por razones obvias, no pude acudir ayer a la mañana a la mesa redonda/debate que bajo el sugestivo título de "Crisis alimentaria en África" y dentro del programa "África imprescindible" tuvo lugar en la UPNA.
La casualidad ha querido además que este mismo martes se inaugurara el ciclo de conferencias Codesarrollo 2008. Si a Picasso le había de pillar la inspiración trabajando, a mí, salvando les distancias, me encontrará evaluando. Es la razón por la que, bien a mi pesar, no pude acudir. La pena nace de que, recientemente, mientras navegaba por la red, me topé, con un clarificador artículo acerca de los efectos de la globalización. Su autor, Arcadi Oliveres, fue precisamente el encargado de inaugurar este ciclo. Me he tenido que conformar con leer una breve reseña, publicada en la prensa local, de las propuestas que este catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Autónoma de Barcelona presentó para alcanzar una verdadera solidaridad en tiempos de crisis.
"La crisis alimentaria es más grave, quizá, que la financiera". Menudo titular. Da que pensar. Sobre todo, en dónde se sitúa habitualmente el foco, porque lo que es evidente es que ambas crisis existen. Mis hermanos se reirían si me vieran acudir nuevamente a la cita de Berkeley que tanto me gusta usar "Ser es ser percibido". Absolutamente descontextualizada, lo admito, pero que ilustra a la perfección lo que quiero decir. Sólo existe, al menos para nosotros, sujetos del primer mundo, aquello que se percibe. De ahí la importancia de centrarse en el problema: luz y taquígrafos. De rescatarlo de esa maraña de acontecimientos que acaparan diariamente nuestra atención y nos adormecen. De la manida crisis. De los ninja, pese a su indudable gracia.
Como señalaba Oliveres, nunca está de más reivindicar la importancia de la buena información como paso previo a cualquier planteamiento solidario. De la buena, no de cualquier información, porque su consumo indiscriminado acaba por empachar.Y por eso, me parece que el artículo de Oliveres al que aludía más arriba (pínchese en autor), bien merece media hora de nuestra vida. Aunque sólo sea para percibir y, por consiguiente, para dotar de existencia real y significativa al padecimiento de miles de gentes que soportan las consecuencias de una especulación sin escrúpulos. Que llega a extender sus dominios incluso al terreno de los bienes primarios y estrictamente necesarios. Especulación que deja en mantillas a la inmobiliaria.
Y ya para completar el sermón de hoy, quiero hacer alusión a una noticia que me ha llegado de la Fundación Entorno cuyo titular es esperanzador: "La venta de productos de Comercio Justo se refuerza frente a los productos tradicionales". En el artículo se asegura que, aunque la crisis también ha afectado a las ventas, en comparación con los productos tradicionales el descenso ha sido significativamente menor. La explicación hay que buscarla en un hecho que ya detecto una de mis alumnas aventajadas, Nora, y es la importancia de la fidelización al cliente. Sólo que en este caso, la fidelización nace, más que de los esfuerzos del oferente, Intermon Oxfam, de los compromisos éticos del demandante. Un golpe bajo al homo oeconomicus.
5 comentarios:
Buenas noches, Begoña:
Me gustaría comentar sobre el artículo de la pobreza:
En mi opinión, el titular de esa prensa local, tiene un poco de razón; porque para mí es más importante slavar a las personas que se mueren de hambre que generar dinero, que ese es el objetivo financiero.
Yo creo que la solución a todo esto sería que los ricos dejaran de ser tan ricos y donasen en un acto de caridad gran parte de su dinero a los países subdesarrollados, para acabar con el hambre y conseguir que tengan una mejor calidad de vida.
Finalmente y a modo de conclusión, me atrevo a decir que el mundo en el que vivimos es una mera discordancia de valores éticos y morales, dado que el rico siempre quiere tener dinero por ambición y el pobre quiere medrar en su vida. Creo que si se intentase "cambiar el mundo" no habría más pobres ni crisis alimentarias ni financieras.
“Si las limosnas no se diesen más que por compasión, ya habrían muerto de hambre todos los mendigos”. Nietzsche, Humano, demasiado humano.
Buenos días a todos:
Es la segunda vez que intervengo en este foro. Enhorabuena a todos por la cantidad de sugerencias e ideas que van apareciendo. Escribo porque no estoy de acuerdo con la solución que plantea Yaiza para erradicar la pobreza en el mundo. En mi opinión, no se trata (o al menos no sólo) de realizar donaciones a los países que más lo necesiten. Además, suponiendo que la fórmula acertada fuera una “donación altruista” primero habría que acordar cosas tan fundamentales como: ¿qué países ricos son los que deben realizar la donación? ¿qué países deben recibirla y cómo? ¿cuál es el límite de lo que se considera rico y pobre? ¿las donaciones serían las mismas para cada país? ¿cómo hacer para que el reparto de la donación llegue a cada individuo y no se lo queden los intermediarios? ¿cómo conseguir que el reparto sea equitativo? Y la pregunta más importante: ¿resolvería una donación todos los males del tercer mundo? ¿desaparecerían así las enfermedades y el hambre para siempre? Me parece que no. Que se me entienda, no estoy en contra de las donaciones, de hecho creo que gracias a ellas vive mucha gente pero la solución no es tan sencilla.
Yo parto de la idea de que el ser humano es egoísta y envidioso por naturaleza. “Nadie es completamente infeliz ante el fracaso de su mejor amigo”-Groucho Marx, Groucho y yo-. Efectivamente es una frase cruel pero, desde mi punto de vista, cierta. Somos envidiosos hasta el punto de no alegrarnos cuando a nuestro amigo le va bien. Somos egoístas insatifechos, insaciables. Acumulamos riquezas para llevarlas con nosotros a la tumba sin pensar en los demás. Desde mi punto de vista, si es esto cierto, el capitalismo sin moral (nuestro caso) invita a olvidarse del resto del mundo y a concentrarse sólo en nosotros mismos. Debería reinventarse un nuevo sistema económico más justo, el nuestro, para mí, ha quedado obsoleto. Pero esto, de momento, no va a ocurrir. Y ahora no se trata de que los políticos hagan algo para cambiar la realidad sino que la solución pasa por hacer algo nosotros mismos. Hay que abrir los ojos de esa gente que no ve el problema real de la injusticia. Todos somos culpables silenciosos de lo que ocurre. Debemos concienciar a todo el mundo de la necesidad de cambiar la realidad. Se trata de hablar del problema en la calle. La tesis del cambio climático ha calado en la sociedad. Sin embargo, en la calle poco se habla sobre el hambre y la injusticia. ¿Realmente no podemos hacer nada o no queremos?
Debemos luchar por un mundo más justo, por supuesto, pacíficamente. Ahora bien, ¿qué es lo justo? ¿cómo controlar los intereses egoístas de cada ser humano? Mucha gente ha meditado sobre el tema de la justicia social pero yo quisiera exponer brevemente el pensamiento de un filósofo americano: Rawls.
La justicia, según Rawls, determina que los beneficios y cargas en cualquier sociedad han de repartirse entre sus individuos atendiendo a la equidad. Hasta aquí todos firmaríamos. El problema sería definir qué es justo o, mejor, equitativo, en una sociedad contemporánea caracterizada por desigualdades y diversas interpretaciones acerca de los objetivos de las vidas particulares. Sugiere que justicia y equidad serían aquellas que unánimemente aceptarían todos los hombres en una hipotética "posición original", en la cual todos coincidirían a la hora de señalar dos "bienes primarios":
a) Los derechos y libertades básicas; la libertad del individuo se debería extender hasta un límite marcado por el disfrute de similares libertades por los demás. En este punto además se incluye la tesis de la igualdad de condiciones para desempeñar cargos para todos.
b) Las desigualdades económicas y sociales deberían modificarse para proveer mayores beneficios a los menos favorecidos ("principio de diferencia").
¿Era Rawls un loco o un visionario?
Manu.
Buenas noches a todos:
Convengo contigo, Manu, en que las sugerencias aportadas por todos aquellos que se animan a participar en este foro son interesantes. Al menos, y no es poco, contribuyen a hacer que el problema exista en tanto que problema, que es precisamente la idea de fondo que animaba esta entrada.
Estoy también totalmente de acuerdo contigo cuando señalas que el problema del cambio climático ha logrado hacerse un hueco en el universo de lo urgente, extremo éste no predicable de otros problemas más acuciantes como el hambre o incluso la conculcación sistemática de los derechos humanos.
Hoy en día vende más la deep ecology o el biocentrismo que la antropocéntrica preocupación por el ser humano y su destino. Al fin y al cabo, sostienen sus defensores, el ser humano no es sino una parte, -activa, demasiado activa- en un todo informe cuyo atributo fundamental es la posesión de la vida. Desde esa perspectiva, solucionar el problema del hambre en el mundo no es, de iure, preferible a proteger la biodiversidad. Aunque, de facto, pocos sean capaces de defender que la muerte de un niño en África sea comparable a la de un ejemplar de oso blanco. Me gusta Savater en este punto.
Ahora bien, no creo que sea este el meollo real de la cuestión. El cambio climático nos afecta a todos, el hambre no. De ahí la urgencia en buscar soluciones. No obstante, incluso en este campo no acaba de cuajar el hipercitado leitmotiv de las agendas 21 "piensa globalmente, actúa localmente". Me explico. Todos estamos a favor de tomar medidas contra el cambio climático, pero cuando llega la hora de prescindir del automóvil las cosas cambian. De nuevo, la falacia de la composición.
El hambre es más problema desde la llegada de importantes flujos migratorios. Sin embargo, creo que más allá del interés particular es posible desarrollar comportamientos colectivamente responsables.
Me parece, además, muy pertinente la alusión a Rawls, cuyo libro, Teoría de la Justicia, debería ser de lectura obligada para todos los universitarios. No me resisto a citar un párrafo de Teoría de la Justicia que en su día subrayé: "cuando la sociedad es una empresa cooperativa para obtener ventajas comunes, se caracteriza típicamente, tanto por un conflicto como por una unidad de intereses". Ahí estamos.
Por otro lado, aunque la crítica que haces a Yaiza es certera, -no se trata de hacer caridad, considero que, en el fondo,ella abogaba por la necesidad de una cooperación internacional, en la línea del segundo principio de Rawls, y, en ese sentido, su aportación al debate es sugerente. En cualquier caso, creo que la propia Yaiza debería animarse y contestarte.
Muchas gracias por tu intervención. Me ha hecho pensar que quizá deba aprovechar alguna tarde libre para releer a Rawls. No es lo de menos, te lo aseguro. Por eso, te animo a que sigas visitándonos...
Begoña
Buenas tardes:
Yo también pienso al igual que Yaiza que a falta de iniciativas e ideas claras en los gobiernos actuales como medida de urgencia son necesarias las donaciones. De lo demás como no sé prefiero callar.
Carlos
Buenas noches Begoña,
Primeramente me gustaria decir que en parte estoy de acuerdo con yaiza, es mas importante salvar a las personas que generar millones de € para que las empresas se hagan mas ricas, pero por otra parte no estoy del todo de acuerdo porque creo que tambien es importante generar dinero, sino, ¿ con que se comprarian o producirian las cosas?, es solo mi opinión , nada mas.
De todas formas, creo recordar que con lo que ha pasado en haiti,una venezolana afincada ahí desde hace algun tiempo (que, por cierto, debe de ser millonaria) ha cedido mucha parte del terreno de su casa para atender a los damnificados, en total suman mas de 2.000 personas las que estan ahí, ademas, esa señora se encarga de alimentarles porque no llegan las ayudas suficientes.
Asi que, aunque es verdad que a los ricos aún les 'resvala' un poco este tipo de cosas como las de haiti, hay algunos/as como la que antes he mencionado que ya estan haciendo algo por ayudar.
Saludos, David Irañeta.
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