jueves, 16 de octubre de 2008

Los años que vivimos peligrosamente

"Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír" (G. Orwell)

Cuando decidí poner en marcha este proyecto virtual, persuadida por el buen hacer de mis compañeros Daniel Sánchez y Joaquín Urízar de cuyos blogs me confieso admiradora, pensaba que la mayor dificultad sería encontrar diariamente temas interesantes.

Aunque aún es pronto para echar las campanas al vuelo, he comprobado que precisamente lo que escasea es el tema. El problema estriba en que las características del medio, la audiencia a la que va dirigida y mis propias limitaciones motivan que pase por importantes cuestiones como elefante en cacharrería. De forma tan grosera que haría sonrojarse a mentes más sutiles que la mía. Pido disculpas por ello.

Excusatio non petita, accusatio manifesta aseguraban los medievales. Traigo a colación esta sentencia porque el tema en el que me he enfrascado con los alumnos de 1º de Bachillerato excede con mucho mis posibilidades. Pero podría decirse que es el tema. Al menos el del momento. No voy a mantener más la intriga. Hoy he comenzado a explicar los dos grandes sistemas económicos del siglo XX: la economía de mercado y la economía de planificación centralizada.

La primera advertencia que hay que hacer es que para preservar la simplicidad de la explicación se habla de dos y no de enésimos sistemas económicos. Entre el estadounidense y el de la antigua Unión Soviética hay un continuo de interpretaciones y de mezclas que dificulta encontrar en la realidad lo que en los manuales se describe con tanta precisión. Además, los acontecimientos de los últimos días, con el comentadísimo plan de rescate firmado por Bush, -una intervención en toda regla-, desdibuja aún más la aparente nitidez de los extremos.

Nuevamente, me veo como un elefante caminando por una tela de araña. Pero es necesario hacer un poco de historia. La Revolución Rusa de 1917,- inspirada en las ideas marxistas tamizadas por la interpretación de su epígono, Lenin, -se desencadenó cuando el país acababa de completar las primeras etapas de un proceso de modernización económica que comenzó a finales del XIX. Diez días que estremecieron al mundo es el título del libro que el norteamericano J. Reed escribió entre los años 1918 y 1919, en caliente. Fue prologado por el propio Lenin, quien lo recomendó a todos los obreros del mundo. La contrarréplica habría que buscarla en Rebelión en la granja de G. Orwell, fábula altamente recomendable que, de forma original y crítica, recrea este episodio histórico.

El estremecimiento no fue pasajero: se extendió desde la revolución bolchevique a la caída en 1989 del muro de Berlín. En estos años, se materializó un sistema económico completamente nuevo: el socialismo. Su peculiaridad radicaba en que la propiedad colectiva sustituía a la propiedad privada (origen de las desigualdades según Marx), y la planificación reemplazó al mercado como medio de asignar los recursos.

La virtud de la revolución soviética, con todas sus enormes sombras (sobre todo en la época estalinista y sus tristemente famosos campos de concentración, los gulags), radica en cómo marcó la evolución de otros países. En el capitalismo la desigualdad no es un problema, sino más bien un punto de partida, y los perjudicados por esa situación vieron en la URSS un apoyo y una alternativa. Sin la revolución rusa no se hubieran alcanzado buena parte de las conquistas sociales de los trabajadores de los países capitalistas ni las aspiraciones de independencia de muchas colonias. El coste de oportunidad fue, sin duda, la mengua de libertades, que, sin embargo están presentes en el sistema de economía de mercado. Igualdad adversus libertad. Nuevamente, ya tengo tema.

2 comentarios:

Amaya Mugueta Labayen dijo...

Hola Begoña,
Soy Amaya Mugueta.Hoy es el primer dia que entro en el blog y está bastante interesante.
Yo principalmente te quería hablar sobre la economía planificada de la cual emos estado hablando hoy.Una de las cosas que mas me ha llamado la atención ha sido lo que nos has comentado sobre el caso de China al intentar adrentarse en la planificación centralizada de producción.Tambien quería preguntarte sobre..¿porque hasta hace poco el gobierno no les permitía tener uso de teléfonos móviles?Si todos somos libres de elegir y tenemos una cierta libertad..
Un saludo,Amaya

Begoña dijo...

Hola, Amaya:
Muchas gracias por participar en blog. Me alegro de que te interesen sus contenidos.
Con respecto a la pregunta que planteas, te tengo que responder que probablemente me haya explicado mal en clase.
Lo que quería decir, simplificando mucho los términos del debate, es que los sistemas económicos del S.XX, el capitalismo y la economía planificada de corte socialista, se ven obligados a primar respectivamente la libertad frente a la igualdad o la igualdad frente a la libertad. Ambos tienen sus luces y sus sombras.
Yo os conté que la China actual conserva pocos, por no decir ninguno, de los elementos que definen a una economía planificada. Sí que intenté explicaros que en los últimos años, en parte por su interés en lavar su imagen internacional antes de la celebración de los Juegos Olímpicos, había intentado evitar que el mundo se enterase de sus intervenciones en el Tibet. La forma de hacerlo fue la habitual en estos casos: la más elemental censura. El problema es que en la era de Internet el asunto es más complicado, por eso, han necesitado la colaboración de algunos famosos buscadores. Si te interesa seguir profundizando en el tema, puedes consultar este enlace:
http://www.elpais.com/articulo/internet/Google/autocensura/China/elpportec/20060125elpepunet_1/Tes

En cualquier caso, muchas gracias y espero que esta no sea tu última intervención en el foro.
Begoña