lunes, 29 de marzo de 2010

Cómo casarse con un millonario

"Me han preguntado si volveré a trabajar con M. M. (Marilyn Monroe), y tengo una respuesta clara. Lo he discutido con mi médico, mi psiquiatra y mi contable, y todos me han dicho que soy demasiado viejo y demasiado rico para someterme de nuevo a una prueba semejante".Billy Wilder

Hay quien podrá pensar tras leer esta entrada, no sin cierta lógica, que el campo de mis intereses se centra últimamente en el rastreo de las hazañas de millonarios altruistas. Nada más lejos de la realidad. El azar tiene estas cosas y muchas más. Me encontraba buscando ejemplos que ilustrasen de manera práctica y sencilla la difícil cuestión de la redistribución de la riqueza, cuando he dado a parar con la edificante historia de Johan Eliasch, de profesión millonario y de origen sueco, que "harto de ver cómo los políticos hablan mucho y actúan poco" decidió comprar una parcelita de selva amazónica -es un decir, porque la superficie de la finca es superior a la de Guipuzcoa- con el fin de preserverla, limpiarla y darle esplendor.

Últimamente me ha dado por desconfiar, cosas de la edad, de los lobos travestidos de corderos. Y aunque, como Marilyn Monroe, todo el mundo aspira a a casarse con un millonario o millonaria, nunca he dejado de pensar en lo incierto de los orígenes de su fortuna. Ese, sin embargo, es otro tema, porque la cuestión real estriba en determinar si este proteccionismo auspiciado por lo que se ha dado en llamar deep ecology resulta (o no), a la postre, una suerte de colonialismo en toda o al menos en alguna regla.

No es que la cuestión sea nueva. Al fin y al cabo, la sabia sentencia del Eclesiastés ya advertía que no hay nada nuevo bajo el sol. En la segunda mitad del siglo XIX ciertas clases altas europeas y norteamericanas se vieron poseídas por un sentimiento romántico de acercamiento a la naturaleza, frecuentemente ruralizante y antiindustrial, acompañado de una especie de nostalgia de un mundo virgen. Como señalaron Jorge Riechmann y Fernández Buey en Redes que dan libertad "resulta significativo que la primera reserva natural del mundo se cree en la Francia del Segundo Imperio en 1853-1861... precisamente por iniciativa de un grupo de pintores que conseguirá la protección de 624 hectáreas en el bosque de Fontainebleau" o Lemkow en referencia al conservacionismo norteamericano "la mayoría de los conservacionistas, principalmente de clase media y alta, eran miembros de algún pequeño pueblo excursionista y estaban preocupados por el hecho de que la rápida pérdida de terrenos públicos, junto con la destrucción progresiva de los bosques y otras zonas excursionistas, amenazaba con destruir los pocos hábitats naturales que quedaban".

Es curioso que la deriva de estas asociaciones conservacionistas haya sido la fundación de organizaciones (que hoy popularmente se conocen como ecologistas) como Friend of the Earth. Sin embargo, estas asociaciones poco tienen que ver con los "altruistas" salvadores del medioambiente. En el Manual de Historia del Mundo Contemporáneo de Javier Tusell se afirma lo siguiente respecto a la base ideológica del colonialismo del siglo XIX: "se presentaba como una misión providencial, es decir, como una obligación moral del hombre blanco de civilizar y educar a los pueblos que consideraba atrasados e incultos. Tal creencia se basaba en la absoluta confianza en el desarrollo cultural y material europeo".

Las bases ideológicas parecen no haber cambiado demasiado: los millonarios occidentales se han impuesto una especie de imperativo universal que les compele a la protección de lo que sus antepasados confiaron desarrollar. De hecho, no faltan quienes han tildado a Johan Eliasch et. al. de ecoimperialistas y quienes lo han considerado como una suerte de héroe postmoderno y ecologista.

Si se eliminan las etiquetas valorativas, cuestión francamente difícil, se puede analizar la cuestión desde una perspectiva económica. Desde la atalaya privilegiada de la economía ambiental, no cabe sino acudir a Coase y a uno de sus integrantes de su escuela G. Hardin que en 1968 publicó un artículo titulado "The tragedy of the Commons" en el que defiende la tesis de que los recursos que pertenecen a la colectividad en realidad no pertenecen a nadie: el bosque público es frágil y vulnerable porque no está bien cuidado, mientras que cuando los elefantes de Zimbaue fueron entregados a las comunidades, pasaron a ser protegidos. Tanto Coase como Hardin aprobarían la intervención de estos millonarios. Ahora bien, ¿no puede venir la solución del lado de evitar que se produzca "la tragedia de los bienes públicos"? ¿Es admisible la premisa de que un bien público no va a ser cuidado o protegido?

Como de sobra sabía Marilyn, los millonarios dan mucho de sí. No todos son Billy Wilder.




5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas tardes Begoña,

Me resulta interesante la entrada que hoy has hecho, pues en el día a día la gente no se fija en como nos estamos comiendo el planeta y todas sus selvas, y es una pena. He leído parte del articulo en el que Johan Eliasch es el protagonista y es… llamativo. Nunca había escuchado el termino eco imperio (será porque a la gente no les preocupa esas cosas). En mi opinión, esta nueva faceta de los ricachones tiene dos facetas, como todo una negativa y una positiva. Creo que es bueno que alguien se preocupe por conservar el medio ambiente, y en este caso parte de la selva amazónica. Pero, sin embargo también opino que ese territorio no es de nadie, y no se puede comprar así como así. Si este hombre ha podido comprar una “selva guipuzcoana”, ¿quién dice que otro no podrá comprar una “selva navarra” y talar todos los árboles para venderlos? En esta posición nadie podría decirle nada, porque ahora esa tierra es suya.
Pero a pesar de eso creo que lo que ha hecho este hombre es una buena iniciativa.

Y contestando a tu ultima pregunta, ojala no hubiera nada que solucionar. Siempre esta la típica excusa de: “con mi aportación no hacemos nada” y entonces lo dejamos pasar. Pero el problema ya esta creado, y si todo el mundo nos concienciáramos e hiciéramos un eco imperio, pero a nuestro nivel, seguro que todo nos iría mejor.
Sin duda, aunque no haya tenido mucho que ver con la economía, no deja de ser un tema interesante la conservación de la naturaleza. Me gusta mucho este tema, y es una pena que mucha gente ni siquiera piense en las consecuencias de tirar una bolsa al rió.

Saludos, Adriana Errea.

Anónimo dijo...

Buenas tardes Begoña,

Estoy de acuerdo con Adriana en que no tenemos conciencia de cómo está el mundo a nuestro alrededor, no nos preocupamos por cuidar nuestro planeta y todo lo que hay en él y nos limitamos a decir que con nuestra sola aportación no haremos nada, pero… ¿si todas las personas que decimos esto diríamos lo contrario? Creo que de ocurrir esto, seriamos muchos los que aportaríamos nuestro pequeño granito de arena por salvar el mundo y seguro que todo iría muchísimo mejor. No es necesario hacer grandes obras, podemos empezar obrando desde casa.

Además, a veces parece que sólo nos acordamos de estas selvas, parques y parajes de nuestra naturaleza cuando ocurre alguna catástrofe. Y lo mismo es aplicable a aquellos pueblos menos desarrollados y con muchísima menor capacidad económica, es solamente cuando una ocurre una desgracia cuando vamos todos masivamente en su ayuda y las grandes estrellas y famosos hacen aportaciones millonarias, salen en la televisión por su ‘’grandiosa obra’’ y parece hasta que se pelean por ser el que más limpia su cuenta bancaria. Y me pregunto yo, ¿ y qué pasa con el resto del año? ¿Acaso entonces no pasaban hambre, frío e iban descalzos?

Yo creo que no siempre podemos fiarnos de esos multimillonarios que desembolsan una gran cantidad con el fin de preservar y cuidar algo que es de todos o con el fin de ayudar a uno de nuestros pueblos más pobres …a veces, lo único que quieren es más fama y, con ello, más dinero.

Un saludo, Andrea Morillas.

Anónimo dijo...

A lo largo de la historia, distintas clases sociales se han apropiado de los bienes generales, y en esto el capitalismo no se distingue de sociedades anteriores. Con esto me refiero a lo que el capitalismo ha hecho con los bienes universales. Ha colonizado el espacio, ha privatizado espacios naturales, ha hecho desaparecer muchas de las especies de montañas y selvas,…

Los bienes colectivos son aquellos de cuyas ventajas podemos disfrutar todos por igual. Son aquellos bienes, en definitiva, que es necesario compartir. Están, por ejemplo, los medios de producción, que no se pueden privatizar ya que sin estos se dejaría sin bienes como el pan, vivienda, salud,…, a millones de humanos. Y están también algunos objetos de consumo, cuya generalización pondría en peligro el bien universal, fuente de todos los otros bienes: la Tierra.Todos debemos tener pan y vivienda.


Amaya Mugueta

Lorea CHocarro Goñi dijo...

Buenas noches Begoña:

Mientras estaba leyendo ésta entrada, se me ha venido a la cabeza lo que decía el filósofo Aristóteles, que relacionandolo con esto, sería algo así como que cuidamos más las cosas que son privadas porque las sentimos nuestras, que si son de todos, ya que pensamos que ya las cuidará otro. Y particularmente creo que tiene mucha razón, pues se ve a diario en nuestra vida cotidiana, aunque cada vez más nos preocupamos por cosas públicas como la naturaleza.

Por lo tanto, y aunque no conozco de nada a este señor, creo que es una muy buena forma de ayudar al amazonas, algo que por mucho que él lo haya comprado, seguirá siendo de todos bajo mi punto de vista, aunque yo soy algo desconfiada y me gustaría saber cómo ha conseguido ganar tanto dinero, porque desde luego trabajando como muchos de nosotros no creo.
También tengo mis dudas sobre si lo que en realidad quiere este señor, como muchos otros, es salvar el bosque o hacerse más rico en el futuro. Pero eso es algo que no creo que yo pueda juzgar, así que con la duda me quedo.

Saludos:

Lorea CHocarro

Anónimo dijo...

Buenas tardes Begoña.

Es un tema tan escuchado, pero a la vez tan poco concienciado..
Está claro que un consumo limitado es imposible, pues nuestra sociedad siempre busca un progreso económico cada vez mayor. El consumismo y la producción desaforada son los principales enemigos.

Es necesario tomar conciencia de la crisis ecológica y actuar en consecuencia.

Y esque no solo los grandes, los conocidos lugares sufren pues los países pobres también lo hacen. Parece mentira que no sepamos que la ecosfera es el único lugar posible para toda actividad humana y que defender el medio ambiente es preservar la vida humana..

Es por ello que debemos de dar las gracias a este señor pero en mi opinión, no queriendo ser desconfiada, en numerosas ocasiones buscan cosas secundarias como pueden ser la fama, o llegar a ser billonarios e incluso "tri"llonarios. Esta acción debería ser de todos.

Un saludo, Adriana Zugasti.