lunes, 1 de febrero de 2010

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"Depuis que j'ai quitté le Liban pour m'installer en France, que de fois m'a-t-on demandé, avec les meilleures intentions du monde, si je me sentais " plutôt français " ou " plutôt libanais ". Je réponds invariablement : " L'un et l'autre ! " Non par quelque souci d'équilibre ou d'équité, mais parce qu' en répondant différemment, je mentirais. Ce qui fait que je suis moi-même et pas un autre, c'est que je suis ainsi à la lisière de deux pays, de deux ou trois langues, de plusieurs traditions culturelles. C'est cela mon identité ?" Amin Maalouf. Identidades asesinas.

La construcción de uno mismo, de la propia identidad pasa por ser un proceso complejo. En su libro Les Identités meurtrières, Amin Maalouf se dedica con denodado empeño a desmontar las tesis de quienes afirman que la propia identidad es algo dado o heredado merced a la pertenencia a un determinado grupo étnico, nacional o a cualquier criterio segmentador. El breve exordio que introduce esta obra resulta extremadamente clarificador: "Yo he nacido en un país muy pequeño, con veinte comunidades distintas que tenían dificultades para vivir juntas, y aterricé en un continente donde existen más de veinte pueblos diferentes que se han puesto a construir un proyecto común. Esas dos experiencias me hicieron pensar mucho y así surgió esta obra". Las coordenadas espacio-temporales en las que se desarrolla la trayectoria vital del ser humano son cambiantes. Por eso, en su opinión, la construcción de la propia identidad finaliza únicamente con la conclusión de la propia biografía. Pero lo realmente interesante es que esa construcción se parece más a un proceso sumativo que a uno excluyente. Nos definimos más por la suma de nuestras pertenencias que por aquello que no somos.

Pero, ¿podemos elegir los materiales y el diseño de esa construcción personal? Más allá de los corsés no controlables que imponen el aquí y el ahora, Internet brinda al ser humano la posibilidad de crear una segunda identidad: el yo virtual. Y de eso precisamente hablaba en la clase de economía de hoy, al abordar la cuestión de las oportunidades que para el marketing ofrecen las nuevas tecnologías. Como certeramente apunta Martha Karge en este interesante (y breve artículo) "the digital self in cyberspace challenges traditional notions of the self and calls for redefinition of the self when extended into cyberspace". Este "yo virtual" puede sustraerse a las condiciones del aquí y el ahora: habita en un espacio junto con otras identidades digitales y es incorpóreo y, de alguna forma, ha logrado establecer un "yo" distribuido y que opera en muchos mundos a la vez(una suerte de ubicuidad virtual). Como consecuencia el propio concepto de identidad pierde su consistencia para transformarse en algo múltiple, fluido, lo que parafraseando a Bauman podría considerarese como "identidad líquida".

Las consecuencias de todos estos cambios resultan cuando menos inquietantes. Hay quien habla del homo noosferensis. Apasionante, sin duda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas noches Begoña,

No se como lo consigo, pero la mayoría de las veces que comento algo en tu blog, estoy en desacuerdo con alguna frase. Y para no salirme de mi camino, hoy también diré que estoy en descuerdo con la tesis que dice que la identidad es algo heredado. ¿Quiere decir eso que una persona tiene que vivir con lo que le ha tocado, a pesar de no ser así como ha querido ser? Yo creo que eso no es del todo cierto; Creo que al igual que por ejemplo, las capacidades deportivos, la identidad se va formando con el transcurso del tiempo, y que cada persona es lo suficientemente autosuficiente como para decidir como quiere ser y quién será. De la otra forma, siguiendo esa tesis, estos autores estarían delimitando (bajo mi punto de vista) lo que todas las personas queremos: nuestra libertad, poder ser quienes queramos y hacer (dentro de lo posible) lo que queramos.


Sin duda alguna, Internet ha conseguido que muchas personas tengan ese “yo virtual” del que hablas. Creo que es una buena forma de relacionarse con otras personas y sin duda una ventaja para el marketing, porque a través de Internet y de muchas de estas personas, es posible conocer opiniones, gustos, etc. Pero como siempre, yo veo el “lado oscuro” de esta nueva invención: la persona que se crea el “yo virtual”, termina perdiendo su propia identidad. Algún día estará tan metida/o en el mundo virtual que no sabrá ni cual es su verdadera identidad. Creo que a muchas personas se les hace difícil crear su propia identidad, porque tal como tenemos nuestra sociedad, le damos mucha importancia a las personas que nos rodean, y mucha gente busca ser de una forma que no le satisface a el, sino a los demás. Y a mi sinceramente me parece una pena, que haya personas que en vez de relacionarse con personas en “directo” por decirlo de alguna forma, con su forma de ser, estén navegando todo el día por Internet, creándose una identidad que no es suya y que solo puede ser así por dos motivos: o porque les gustaría ser así pero no se atreven, o por puro entretenimiento. Sin duda una pena.

Anónimo dijo...

Se me ha olvidado poner el nombre: Adriana Errea.