domingo, 28 de febrero de 2010

Yellow submarine

"Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Que me traigan un niño de cinco años!" Groucho Marx

No era tan niña cuando me preguntaba por qué el Gobierno de un país no resolvía los problemas de deuda externa o de creación de infraestructuras emitiendo más billetes y monedas. Cada año compruebo mi falta de originalidad, cuando alguno de mis alumnos formula la misma cuestión. En el fondo, lo que yo desconocía, es que tal solución, o quizás disolución, ha constituido una de las grandes tentaciones de los gobiernos a lo largo de la historia. Sólo me faltaba encontrar el fundamento teórico de la cuestión. Esa, por tanto, es la pretensión de la entrada de hoy.

Cuando un gobierno se apropia de la potestad emisora de un Banco Emisor para poner en circulación más billetes y monedas, se está beneficiando de unos ingresos extraordinarios que reciben el nombre de señoreaje. Sin embargo, la emisión de dinero genera inflación, por lo que el señoreaje también recibe el nombre de impuesto inflacionista, ya que es equivalente a un impuesto que recae sobre aquellos que mantienen saldos monetarios.

Ben Bernanke, sucesor de Greenspan en el gobierno de la Reserva Federal, aseguró en su libro Macroeconomics, que ha alcanzado la categoría de clásico para los estudiantes de economía de todo el mundo, lo siguiente:

"The link is the printing of money to finance government spending when the government cannot (or does not want to) finance all of its spending by taxes or borrowing from the public. In the extreme case, imagine a government that wants to spend $10 billion (say, on submarines) but has no ability to tax or borrow from the public. One option is for this government to print $10 billion worth of currency and use this currency to pay for the submarines. The revenue that a government raises by printing money is called seigniorage. Any government with the authority to issue money can use seignorage; governments that do not have the authority to issue money, such as state governments in the United States, can't use seignorage.
Actually, governments that want to finance their deficits through seignorage don't simply print new currency but use an indirect procedure. First, the Treasury authorizes government borrowing equal to the amount of the budget deficit ($10 billion in our example), and a corresponding quantity of new government bonds are printed and sold. Thus the deficit still equals the change in the outstanding government debt. However, the new government bonds aren't sold to the public. Instead, the Treasury asks (or requires) the central bank to purchase the $10 billion in new bonds. The central bank pays for its purchases of new bonds by printing $10 billion in new currency which it gives to the Treasury in exchange for the bonds. This newly issued currency enters general circulation when the government spends it on its various outlays (the submarines). Note that the purchase of bonds by the central bank increases the monetary base by the amount of the purchase (see Chapter 14), as when the central bank purchases government bonds on the open market. The new money created by the central bank could also be in the form of deposits at the central bank; the ultimate effect is the same." (Andrew B. Abel y Ben S. Bernanke, Addison Wesley, 2000)


Es decir, el señoreaje deviene una suerte de impuesto inflacionario, que, a la postre, corre a cuenta de cualquiera que posea dinero, porque la inflación erosiona su poder adquisitivo. Por ejemplo, cuando la tasa de inflación asciende al 20% anual, una persona que mantenga efectivo pierde el 20% de su poder adquisitivo y, por tanto, ciertamente paga un impuesto del 20% sobre la cantidad de dinero que tenía ahorrada.

Hay quien considera que Bernanke debería tomarse un par de tardes libres y acometer la inenarrable aventura de releerse. Mi consejo es que lo haga con el Yellow submarine como banda sonora. Si la FED se lo permite.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas noches.
Muy apropiada la frase del comediante Groucho Marx al principio de la entrada, que ha reflejado perfectamente el embrollo sentido al documentarme sobre el señoreaje y sus consecuencias actuales.
Tras leer reiteradamente unas cuantas veces, he podido sacar en claro algunos aspectos.

El señoreaje es la diferencia entre el valor intrínseco de una moneda y su coste de producción y distribución.
Esta situación se da cuando el gobierno adquiere bienes y servicios imprimiendo dinero (para autofinanciarse proyectos de inversión, investigación, tecnología...).
También se le llama impuesto inflación, pues la inflación causa una reducción del saldo monetario y del poder adquisitivo (como dicen los economistas Bernanke y Andrew B. Abel: “Imagine un gobierno que quiera gastar 10.000 millones de dólares en submarinos, pero que no tenga capacidad de pedir prestado del público. Una opción es imprimir los 10.000 millones y usar ese dinero para pagar los submarinos. La renta que un gobierno obtiene imprimiendo dinero se llama señoreaje [...] El impuesto inflación es pagado por cualquier miembro del público que posea dinero, porque la inflación erosiona su poder adquisitivo.”)
Desde principios de los setenta hay un exceso de dólares en todo el mundo debido al abuso de señoreaje. Consecuentemente, los países que poseen más dólares se preocupan por una posible devaluación de este dinero, perdiendo el poder adquisitivo de sus ahorros.
Esta situación hizo a Bernanke enfrentarse a la crisis en Wall Street y a las presiones de la inflación de bastantes países, ante las que decidió permanecer impasible, esperando su resolución natural, sin intervenciones.

Según he leído, se calcula que la deuda nacional aumentará a 12,6 billones en el 2013, por lo que se están barajando varias medidas, como la sustitución del dólar por una moneda mundial, para poner remedio a el déficit presupuestario que ha acarreado el abuso de señoreaje.

Un saludo,
Laura Quesada.