jueves, 25 de febrero de 2010

El hombre que susurraba a los caballos

"En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas." (Jorge Luis Borges. "El idioma analítico de John Wilkins?" Otras inquisiciones.)

¿Se puede ser multimillonario (y no precisamente de la señorita Pepis, sino de los incluidos en la lista Forbes), especulador, filántropo, conferenciante, hijo de un escritor de esperanto, aspirante a filósofo, columnista del Financial Times y azote de Bush al mismo tiempo? La respuesta es que sí y solo sí se es George Soros.

El protagonista de la entrada de hoy nació en Hungría en 1930 en una familia de origen judío. Su padre fue el escritor de esperanto Tivadar Soros, que fue capturado como prisionero de guerra durante y la Primera Guerra Mundial. Tivadar Sorós logró escapar de Rusia para reunirse de nuevo con su familia en Budapest. La familia cambió su apellido en 1936 de Schwartz a Soros, en respuesta al creciente antisemitismo con el auge del fascismo. De hecho, cuando George tenía trece años, la Alemania nazi tomó el control militar de Hungría (marzo de 1944) y llegó a exterminar alrededor de 500.000 judíos húngaros (alrededor de dos terceras partes de la población judía antes de la guerra). Soros sobrevivió a la batalla de Budapest, donde las fuerzas Los primeros pasos de George en las finanzas fueron durante la hiperinflación que sufrió Hungría entre 1945 y 1946.

Podría asegurarse que el esperanto cambió la vida de Soros: en 1946, George escapa de la ocupación soviética participando en un congreso de esperanto en Occidente. Soros aprendió a hablar esperanto desde su nacimiento y es uno de los raros casos de hablantes nativos de Esperanto. Soros emigró a Inglaterra en 1947 y se graduó en la London School of Economics, donde conoce al filósofo Karl Popper, en 1952. En 1956 se estableció en Estados Unidos. Allí crea los «primeros fondos de recubrimiento» destinados a satisfacer las demandas de las grandes fortunas empresariales.

A partir de 1969, su principal sociedad, el Quantum Fund (con domicilio en los paraísos fiscales de las antillas holandesas y más tarde en Curaçao), le asegura como media un beneficio de ingreso de 34,5 % de las inversiones por año. Entre sus principales hazañas se cuenta la de derrumbar el banco de Inglaterra después de lanzar una operación sobre la libra esterlina (moneda nacional británica) en septiembre 1992, operación de bolsa que le hizo ganar mil millones de dólares, a mayor gloria del contribuyente del Reino Unido. No acaban aquí sus andanzas: fundador de la Open Society Fund (que toma su nombre del título de uno de los libros más conocidos de Karl Popper, La sociedad abierta y sus enemigos), destina sus fondos a la consecución de un objetivo: el logro de sociedades abiertas que contribuyan a la consecución de un mundo mejor. Entre los programas se incluyen temas como la defensa de los derechos humanos, la lucha contra la toxico-dependencia, la formación de dirigentes políticos y el desarrollo de la libertad de información. Un lavado de cara en toda regla.

En la actualidad, Soros además de a sus fundaciones dedica su tiempo a la escritura. Su último artículo, publicado en el Financial Times, sigue la línea marcada por Krugman: la unión monetaria se asemeja a un edificio construido sin cimientos, en este caso, políticos. En sus palabras: "La construcción es claramente errónea. Una moneda de pleno derecho requiere tanto de un banco central como de una Hacienda. El Departamento del Tesoro no necesita recurrir a los impuestos de los ciudadanos diariamente, pero debe poder disponer de ellos en tiempos de crisis. Cuando el sistema financiero está en peligro de colapsar, el banco central puede proporcionar liquidez, pero sólo un Tesoro puede resolver los problemas de solvencia. Este es un hecho bien conocido que deberían haber tenido claro todos los implicados en la creación del euro. El Sr. Issing (uno de los padres del euro) admite que él fue uno de los que creían que "constituir la unión monetaria sin haber establecido una unión política era poner el carro delante del caballo".

¿A qué categoría borgiana pertenece el caballo del euro? Con toda seguridad a la de "aquellos que se agitan como locos". ¿Quién será el próximo en hablar?

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