lunes, 22 de febrero de 2010

Un lugar en el mundo

En aquel preciso momento el hombre se dijo:
qué no daría por la dicha
de estar a tu lado en Islandia
bajo el gran día inmóvil
y de compartir el ahora
como se comparte la música
o el sabor de una fruta.
En aquel momento
el hombre estaba junto a ella en Islandia

(Jorge Luis Borges. "Nostalgia del presente")


En el discurso económico suele ser habitual la utilización de categorías espaciales que dicotomizan el mundo en dos mitades mutuamente excluyente. El instrumento de análisis que aquí se presentó, la matriz DAFO (Debilidades Amenazas Fortalezas Oportunidades) no escapa a esta máxima general. La diferencia entre la amenaza y la debilidad es espacial: el enemigo externo adversus el interno. Sin embargo, la delimitación topológica remite a un problema que ha de solucionarse primero: el de los límites que dibujan la línea de demarcación.

Dónde comienza lo externo y dónde finaliza lo interno o viceversa. Ésta es, en mi opinión, la gran cuestión que hoy se desdibuja con la llamada globalización o los procesos de integración económica. Sin embargo, los manuales y libros de texto al uso siguen aludiendo a la existencia de cuatro agentes económicos básicos: consumidores o economías domésticas, oferentes o empresas, sector público, y, en una economía abierta (-¿existe alguna que no lo sea?-), el sector exterior. De alguna forma, la delimitación estaba presente en la crítica de Krugman al proceso de integración económica europea: las barreras que presiden el ámbito estrictamente político no coinciden con las que de facto conforman la política monetaria común.



Como señala Cuadrado Roura en Política Económica "a través del sector exterior de un país se lleva a cabo la ampliación de su horizonte económico mediante las relaciones comerciales y financieras con otros países, lo cual tiene una influencia decisiva sobre mútiples variables y cuestiones económicas: el consumo, la inversión, el ahorro, el empleo la asignación de recursos, los precios. Pero, sin la menor duda, las relaciones económicas exteriores imponen también unas claras e insalvables restricciones a las políticas económicas nacionales".


De alguna forma, el ser humano asiste a un proceso de ampliación de escala, que, como todo el mundo sabe, implica normalmente renuncia a percibir los detalles. Ya en 1929 en Regards sur le monde actuel, Paul Valery afirmaba lo siguiente: "Los fenómenos políticos de nuestra época están acompañados y complicados por un cambio sin ejemplo en la escala, o mejor, por "un cambio en el orden de las cosas". El mundo al que comenzamos a pertenecer, hombres y ancianos, es sólo una figura parecida al mundo que nos era familiar. El sistema de causas que gobierna la suerte de cada uno se extiende en adelante a la totalidad del globo, lo hace resonar por completo a cada conmoción. Ya no hay cuestiones terminadas por haber sido terminadas en un punto".

Doctores tiene la ciencia económica, pero me gusta arriesgar: tengo para mí que asistimos a un cambio de paradigma en la teoría económica: si el keynesianismo fue una respuesta a la crisis del 29, ¿qué marco teórico dará cuenta del aumento de escala que parece caracterizar a la problemática actual? ¿Cómo conjugar la existencia de una constelación posnacional, en palabras de Habermas, con el punto de vista local que aún defiende las categorías de lo externo y lo interno? Apasionante cuestión que rebasa las pretensiones de este foro. Tanto mejor.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Leopoldo Abadía lo llama "decencia". ¿Demasiado simple? A mi me suena bien.

Pello

Anónimo dijo...

Buenas tardes Begoña,
En la historia económica, política o incloso artítica cuando un sistema ha fracasado se a sustituido por otro igual o muy parecido a uno que anteriormente ya haya existido.
Así quizá fuera posible el volver hacia una economía más cerrada y proteccionista ahora que parece que el actual modelo económico hace aguas. Me aventuro a decir esto porque tras numerosas reuniones internacionales no se ha llegado a ninguna medida anticrisis internacional sino que cada país está adoptando las suyas propias, acertadas o no, sin tener en cuenta el mercado común internacional.
Un saludo, Oscar Sädaba

Begoña dijo...

Buenas noches a los dos:
Probablemente, la simplicidad sea la madre de las virtudes. No tengo tan claro que el cambio de paradigma pase por un retorno al proteccionismo y a las economías cerradas. En este punto, intuyo que no hay marcha atrás. Tal vez, Leopoldo Abadía esté en lo cierto y los tiros vayan por el lado ético. En cualquier caso, Óscar, muy interesante tu aportación. Me alegra leerte de nuevo.
Un saludo:
Begoña