" Tomemos la ley "todos los cisnes son blancos". Si nuestros elementos consisten en una bandada de un cisne negro y por ejemplo, mil cisnes blancos, esa ley debe considerarse refutada." (K. Popper. Conjeturas y Refutaciones)
El tema de la entrada de hoy me rondaba desde hace unos cuantos días. Mi musa fue la lectura de una interesante recensión acerca de un libro titulado El cisne negro. Debo admitir que no he tenido ocasión o ganas (o probablemente un poco de ambas) para hacerme con un ejemplar, por lo que hablar de él en esta página no deja de ser una osadía. Además, sabía que semejante título iba a desembocar irremisiblemente en la búsqueda de la cita que, como alargada sombra, planea sobre el libro de Nassim Nicholas Taleb. Me estoy refieriendo a la que encabeza mi escrito de hoy y que pertenece a Conjeturas y Refutaciones de Sir Karl Popper, uno de los grandes filósofos de la ciencia del siglo XX.
He de reconocer antes de seguir mi debilidad por el tema: la filosofía de la ciencia resulta apasionante si se dispone de una mínima cultura científica. Y es precisamente en este contexto donde ha de ser entendido el concepto de "cisne negro". Un acontecimiento, un suceso que no está previsto y que refuta una ley general que ha sido aceptada como válida. La temida incertidumbre que decide colarse en el mundo de las seguridades y certezas. Falsa imagen de fortaleza inquebrantable de un algo que, como los grandes genios y los grandes currelas de la ciencia admiten, es falible o, à la Popper, falsable. Los cisnes negros son paradójicamente los que privilegian, según Popper, el conocimiento científico frente a otras formas de éste que no lo son. Es decir, la ciencia ha de buscar refutaciones más que confirmaciones. El criterio de demarcación entre el reino de la ciencia y la pseudociencia reside justamente ahí: en la capacidad de buscar contraejemplos que refuten las teorías y que, de esa forma, permitan avanzar. El conocimiento que el ser humano ha ido atesorando a lo largo de su historia es una historia de conjeturas y refutaciones. Los cisnes negros desempeñan por tanto un papel crucial: recuerdan al científico que su saber no es definitivo sino provisional. Además, y esto es cosecha propia, recuerdan que el azar, la serendipia, está inserta en el quehacer de los investigadores. Por adecuadas que sean las redes, no deja de ser un golpe de suerte pescar un pez gordo.
Creo que resulta interesante escuchar al autor del libro. Pinchen aquí y aquí y, por favor, comenten. Me reservo hasta ese momento mi opinión.
2 comentarios:
Este comentario se produce antes de esuchar al autor como nos propones,y déspués de que haya pasado algo más un mes de la primera lectura de este libro.
Reconozco que me impactó positivamente su lectura, y cómo he ido descubriendo "cisnes negros" en las pequeñas historias de cada día, la que están a mi alrededor.
Creo que me libro de perspectivas más amplias al no tener una visión más científica del tema.
Pero... ( y después de estos "pero"), suele continuar lo que uno quiere comunicar:
Desconfío de quien nunca se equivoca, de quien se cree con la verdad, sólo porque, en le mejor de los casos cree haberla experimentado.
Y aquí viene el "milagro" sólo el "otro" , al salir de nosotros mismos nos hace legar a la verdad.
No es casualidad es causalidad.
Buenas tardes Begoña:
Tras leer esta entrada, coincido en que todos los que sabemos hasta ahora es cierto, pero la ciencia avanza y con el tiempo hay más elementos para explorar y por supuesto, las afirmaciones dichas hasta la fecha, se contradicen con lo nuevo descubierto. Este nuevo descubrimiento,y su contrareidad con lo anterior es lo que se conoce como cisne negro. Esto mismo ocurre en las empresas, los imprevistos que surgen, como máquinas nuevas, subidas de impuestos, baja de la demanda, etc.Pero sobre todo en las empresas de I+D+i son muy frecuentes estos cisnes negros.
Yaiza
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