Hablaba el otro día de la verdad y la verosimilitud. Y hoy vuelvo a hacerlo aunque no era mi intención primera. La carne es débil y no he podido resistirme, a pesar de que mi espíritu sea fuerte. La tentación no viene de arriba, sino del correo que una compañera me envió con el recorte de una noticia. Su contenido no superaría el más elemental test de verosimilitud. Lo único que puedo prometer y prometo es que ha sido publicada en un periódico de los considerados "serios". Al menos, utilizando el laxo criterio que atribuye seriedad a toda aquella publicación que no incluye guiños a la literatura fantástica o incluso al realismo mágico en su sección de sucesos.
Consideremos que la noticia sea cierta. Si la traigo a colación a este foro es porque aunque a su protagonista no le hubiera venido mal tomar algunas lecciones de marketing (entre otras carencias que he detectado), lo cierto es que su estrategia funcionó. Sólo le falló un pequeño detalle. Tal vez una imagen valga más que mil palabras.
Con los datos delante, hay que señalar que entre las estrategias de marketing más utilizadas se cuentan las siguientes:
1. Estrategia de bajos costes.
2.Crear una experiencia única para el consumidor.
3.Reinventar el modelo de negocio.
4.Ofrecer calidad máxima en el producto.
5.Centrarse en nichos de mercado.
6.Ser innovador.
7.Ser el mejor en diseño.
La estrategia primera y la cuarta suelen considerarse mutuamente excluyentes: es difícil ofrecer productos de elevada calidad a costes inferiores que la competencia. El autor del folleto ha optado, sin embargo, por las dos: guena calidá y 20 uros la barrita. No obstante, a juzgar por el número de visitas recibidas este principio general tal vez deba ser revisado por los gurús del marketing.
La estrategia segunda entraba con toda seguridad en sus planes: "silvar" sin llamar la "atensión" es francamente complicado y una experiencia única, sólo comparable a la de atender a la clientela saltando por la "bentana".
Por otro lado, es obvio que ha reiventado el modelo de negocio: más abierto, con una promoción más agresiva y con una estructura organizativa francamente simple que haría temblar de placer al propio Schumacher, autor de Lo pequeño es hermoso.
Sin embargo, no hay demasiada claridad en los nichos de mercado en los que desea centrarse: en principio, "chabales rollaos" que acuden al instituto (tituto) que no sean menores. Lo cierto es que teniendo en cuenta que el abanico de edades de quienes asisten al instituto se mueve en la minoría de edad, no parece que los segmentos sean factibles.
Lo que no hay que negar es que su campaña publicitaria y el diseño de sus reclamos son innovadores; sobre todo si se considera la índole del producto ofrecido. Una promoción arriesgada y valiente que cuenta con un diseño único: mensajes claros y directos que llegan a su público potencial.
12 visitas en una tarde. 240 Euros facturados. Sólo le falló la elección del producto. Decididamente, y perdonen la inmodestia, Marcos no se contaba entre mis lectores.