"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida" (Rubén Blades, Pedro Navaja)
Sorpresas te da la vida. Y no me refiero a los guiños con que el azar o la necesidad acostumbran a obsequiar hasta a la más anodina de las existencias. Hablo de ciertos hallazgos curiosos que tienden a maridar conceptos, objetos, personas o ideas que a priori no hubieran merecido el título o la consideración de pareja del año.
Todo este exordio viene a cuento de un sitio con el que me he topado no tan azarosamente como me hubiera gustado contar, lo reconozco. Los encuentros fortuitos resultan narrativamente más poderosos. Me encontraba investigando (tal vez espiando) otros blogs (famosos) dedicados a economía (el principio de realidad me impide denominarlos mis competidores) cuando el título de uno de ellos ha llamado poderosamente mi atención: Neuroeconomía. Había oído e incluso leído algún artículo relacionado con la Neurociencia, pero nunca se me hubiera ocurrido asociar neurociencia y economía. Mi proverbial falta de imaginación.
Toda ciencia se define, al menos parcialmente, por su objeto. Según Kevin McCabe, investigador principal de esta disciplina neonata, " Neuroeconomía es un programa de investigación interdisciplinaria con el objetivo de construir un modelo biológico de la toma de decisiones en el entorno económico. Los Neuroeconomistas se preguntan, ¿cómo puede el cerebro corpóreo (embodied brain) permitir a la mente o grupos de mentes tomar decisiones económicas? Mediante la combinación de las técnicas de la neurociencia cognitiva y la economía experimental, ahora podemos contemplar la actividad neuronal en tiempo real, observar cómo esta actividad depende del entorno económico, y poner a prueba hipótesis sobre la forma en que la mente emergente toma decisiones económicas. La Neuroeconomía nos permite comprender mejor la amplia gama de heterogeneidad en el comportamiento humano, y el papel de las instituciones como extensiones ordenadas de nuestras mentes.
Siguiendo la pista marcada convenientemente por el autor, he caído en otro sitio dedicado al neuromarketing que resulta más interesante si cabe. "Neuromarketing made a national news splash in 2003, when Read Montague of Baylor College of Medicine in Houston, Texas, used functional MRI (fMRI) technology to explain a famous Coke-Pepsi conundrum: The two sodas are very similar in chemical composition and there's little difference in taste, yet Coke maintains its market dominance. Montague and colleagues found that, both in blind taste tests and in fMRI scans of a brain region associated with taste, subjects were evenly divided in their preference for the two brands. But when Montague's subjects knew they were drinking Coke, brain centers linked to emotion and cognitive control were disproportionately stimulated--which suggested that the powerful cultural wallop of the Coke brand can override the taste buds."
¿Prometedores estudios o refugios profesionales camuflados de territorios sin explorar?Reconozco que he dudado si titular esta entrada "la parada de los monstruos". Al final ha triunfado la prudencia. Como no podía ser menos: la ignorancia es muy atrevida.
10 comentarios:
Buenas tardes Begoña,
Me parece interesante esta nueva entrada y así iniciarme de nuevo en el blog puesto que lo tenía olvidado por no decir bastante dejado.
He estado informándome acerca de lo que comentabas de neuroeconomia; me parece fascinante que halla llegado al punto de detectar ciertas emociones y sentimientos ala hora de tomar unas decisiones económicas. El artículo leído comenta que el ser humano no actúa ni racional ni eficientemente a la hora de hablar de dinero en decisiones suelen entrar en el juego sentimientos o las intuiciones. Los científicos se están centrando en esos sentimientos e intuiciones dando lugar a un nuevo campo de estudio llamado “neuroeconomía”.
Para el estudio de la neuroeconomia se centra en 3 ejercicios:
La caja negra: Para explorar la toma de decisiones económicas, los investigadores estudian los cerebros de la gente mientras éstos juegan a varios ejercicios desarrollados por economistas experimentales. Estos ejercicios se centran en la confianza o el riesgo.
Los investigadores, en lugar de observar el comportamiento del sujeto, usan tecnologías de la imagen (resonancia magnética) para ver que zonas del cerebro están activas durante esos experimentos.
El juego de los 10 dólares: El Dr. Cohen y su equipo tomaban imágenes del cerebro de la gente que lo jugaba. El juego consiste en lo siguiente: el jugador A tiene 10 dólares y puede ofrecer la cantidad que quiera al jugador B. Si el jugador B acepta el ofrecimiento, el dinero se reparte, pero si no es así ninguno de los dos jugadores obtendrá nada.
La mayoría de los jugadores que encarnaba el papel B rechazaban ofertas de dos y tres dólares, prefiriendo penalizar al jugador A antes que sentirse engañado. Esto, evidentemente, va en contra de la lógica económica, que diría que es mejor quedarse con algo que perderlo todo
Las imágenes del cerebro mostraban que, cuando los jugadores aceptaban, un circuito situado en la parte frontal de su cerebro, que soporta el pensamiento deliberativo, se ponía en funcionamiento.
Sin embargo, cuando rechazaban la oferta, la ínsula –que vigila los estados del cuerpo, incluido el disgusto- dominaba el circuito frontal. Cuanto más fuerte era ese dominio, con más rapidez el jugador rechazaba la oferta.
Juegos en red para estudiar miles de cerebros: Por el momento los descubrimientos de la neuroeconomía dicen más respecto a individuos o pequeños grupos de personas que respecto a mercados o economías. Sin embargo, ya hay iniciativas para estudiar muchos cerebros en escáneres unidos a través de Internet mientras juegan a uno de estos juegos económicos.
La toma de decisiones en la bolsa, por ejemplo, está hecha por millones de cerebros. Eventualmente, sería posible estudiar grupos de cerebros para analizar, por ejemplo, el misterio de la formación y destrucción de una “burbuja” financiera o las razones por las que un inversor sigue gastando dinero aunque la bolsa esté bajando.
Buenas tardes, Beatriz:
Compruebo con agrado que te has documentado para contestar a mi entrada. Muy interesantes las informaciones que aportas.
Bienvenida de nuevo a este foro.
Un saludo:
Begoña
Copio la frase del anterior comentario:
"el ser humano no actúa ni racional ni eficientemente a la hora de hablar de dinero en decisiones suelen entrar en el juego sentimientos o las intuiciones"...
Y me permito completar : ¡ Gracias a Dios!... somos un MISTERIO, en todos los aspectos de nuestra vida, hasta en algo tan supuestamente tangible como la economía. Y ese Misterio para lo bueno en sí , y lo malo también ...permitidme ser escéptico
Buenas noches, Rafa.
El problema es que, a pesar de las evidencias, gran parte de las teorías económicas que "toca estudiar" se fundamentan en la teoría de la racionalidad del consumidor. De esas premisas se siguen muchas conclusiones...
Hola Begoña, ¿somos entonces "cisnes negros" y además "invisibles" para la ciencia económica ?
Entre el aterradoramente imprevisible cisne negro y el aburridamente previsible homo oeconomicus se extiende toda una gama de grises. La economía es una ciencia y como tal pretende tener en cuenta todas las variables posibles. Cuando no es factible manejar todas simultáneamente se inventa el ceteris paribus.
¿No es fantástico?
Un saludo, Rafa:
Begoña
Sinceramente no encuentro lo "fantástico" como maravilloso sino más bien como "tenebrosamente paralizador"...
Aunque parezca lo contrario, la ciencia avanza gracias a simplificaciones (la famosa navajita de Ockam); en última instancia aislar las posibles causas no deja de ser una simplificación. La realidad es multifactorial. Sin embargo, para dar cuenta de lo complejo resulta un buen instrumento la literatura (fantástica en los dos sentidos del término).
Lo que quiero resaltar tras este discurso un tanto confuso es una idea que ya se ha puesto sobre la mesa de este foro: la economía tiene la suerte (o la desgracia) de ser una ciencia humana. Pese a los intentos econométricos de conferir sustento matemático a sus enunciados, lo cierto es que el factor humano no deja de asomar su blanca patita por la puerta. La moraleja es que nos toca bregar con los cisnes negros, pero en el fondo necesitamos del homo oeconomicus o de un sustituto que se le parezca. ¿Homer economicus?
Gracias una vez más por tus comentarios, Rafa.
Excelente artículo, Begoña, Felicidades!!!...El título, extraordinario...tu último parrafo, cálidamente íntimo, confidencial y provocador...Saludos
Muchas gracias, Juan José:
Me alegro de que te haya gustado.
Un saludo:
Begoña
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