jueves, 28 de mayo de 2009

Marge consigue un empleo

"A good teacher is one who makes himself progressively unnecessary". Thomas Carruthers

Un
estudio de fundación Telefónica, al alimón con la Universitat Oberta de Catalunya, arroja la insólita conclusión de que sólo un 37% de los docentes utiliza, al menos una vez al mes, las nuevas tecnologías en las aulas. Como la dicotomía hecho/valor resulta en la práctica asunto más bien difuso, el juicio de valor anexo es casi inevitable. Los profesores deberían utilizar más las nuevas tecnologías en su praxis habitual. Y esta incursión en tan tentador lenguaje remite a una afirmación previa: la de que necesariamente (o casi) lo nuevo, lo novedoso es mejor que lo antiguo, lo pasado, lo ya explorado. El corolario del discurso es obvio: los buenos profesores utilizan las nuevas tecnologías, como lo es la asimilación de los conceptos 'bueno' y 'nuevo'.

No me tengo por una carcamal, percepción que no excluye la posibilidad de que en realidad lo sea (el autoengaño como el ente de Aristóteles se dice de muchas maneras), pero creo que la tesis anterior no deja de ser un prejuicio, un dogma que tal vez no resistiría un análisis riguroso. Aún a riesgo de incurrir en aquello que he criticado, i. e., el establecimiento de tesis no justificadas en el discurso, dejaré esa discusión para otro momento. Por otro lado, está por determinar qué se entiende por 'nuevas tecnologías'; delimitación terminológica que remite a una explicitación anterior: la del término 'nuevo? Hoy quiero resaltar las potencialidades de las nuevas tecnologías como instrumentos pedagógicos complementarios, aunque no oculto mi escepticismo en torno a la necesidad de su uso.


Hablando de uno de esos instrumentos, entre mis colegas de profesión se ha puesto de moda hacer uso de la ya talludita serie Los Simpson para explicar de un modo lúdico y divertido (sic) conceptos económicos básicos. El guru de esta nueva corriente pedagógico-económica es Joshua C. Hall, profesor de la Universidad de Virginia, que defiende que la veterana familia puede erigirse en medio pedagógico ideal para rebajar el abstruso vocabulario académico a un nivel inteligible para el alumnado. Me temo, sin embargo, que quienes la utilizamos en un alarde de modernidad y acercamiento al alumnado, no somos conscientes de que esos entrañables y pelín nihilistas muñequitos pertenecen más al imaginario colectivo de nuestra generación que al de nuestros adolescentes alumnos. No quiero, no obstante, pecar de incrédula. Vean este capítulo y presten especial atención al diálogo del minuto 14.



Al respecto
Hall indica lo siguiente: "Los recursos son escasos, así que tiene que haber trade offs"
En el episodio “Marge consigue un trabajo,” la fuerza de las circunstancias hace que Marge Simpson deje su casa para completar la renta de la familia. Después de que una tentativa fallida de volver de nuevo a su antiguo trabajo, consigue un empleo en la planta de energía atómica de Springfield. Los problemas comienzan para Homer cuando ella es ascendida por encima de él...

En resumidas cuentas, el episodio sirve para explicar el concepto económico de trade off, primo hermano del de coste de oportunidad. Si han logrado comprenderlo, Hall y sus admiradores estarán en lo cierto. Les concedo el beneficio de la duda.

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jueves, 21 de mayo de 2009

La extraña pareja


"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida" (Rubén Blades, Pedro Navaja)


Sorpresas te da la vida. Y no me refiero a los guiños con que el azar o la necesidad acostumbran a obsequiar hasta a la más anodina de las existencias. Hablo de ciertos hallazgos curiosos que tienden a maridar conceptos, objetos, personas o ideas que a priori no hubieran merecido el título o la consideración de pareja del año.


Todo este exordio viene a cuento de un sitio con el que me he topado no tan azarosamente como me hubiera gustado contar, lo reconozco. Los encuentros fortuitos resultan narrativamente más poderosos. Me encontraba investigando (tal vez espiando) otros blogs (famosos) dedicados a economía (el principio de realidad me impide denominarlos mis competidores) cuando el título de uno de ellos ha llamado poderosamente mi atención: Neuroeconomía. Había oído e incluso leído algún artículo relacionado con la Neurociencia, pero nunca se me hubiera ocurrido asociar neurociencia y economía. Mi proverbial falta de imaginación.


Toda ciencia se define, al menos parcialmente, por su objeto. Según Kevin McCabe, investigador principal de esta disciplina neonata, " Neuroeconomía es un programa de investigación interdisciplinaria con el objetivo de construir un modelo biológico de la toma de decisiones en el entorno económico. Los Neuroeconomistas se preguntan, ¿cómo puede el cerebro corpóreo (embodied brain) permitir a la mente o grupos de mentes tomar decisiones económicas? Mediante la combinación de las técnicas de la neurociencia cognitiva y la economía experimental, ahora podemos contemplar la actividad neuronal en tiempo real, observar cómo esta actividad depende del entorno económico, y poner a prueba hipótesis sobre la forma en que la mente emergente toma decisiones económicas. La Neuroeconomía nos permite comprender mejor la amplia gama de heterogeneidad en el comportamiento humano, y el papel de las instituciones como extensiones ordenadas de nuestras mentes.


Siguiendo la pista marcada convenientemente por el autor, he caído en otro sitio dedicado al neuromarketing que resulta más interesante si cabe. "Neuromarketing made a national news splash in 2003, when Read Montague of Baylor College of Medicine in Houston, Texas, used functional MRI (fMRI) technology to explain a famous Coke-Pepsi conundrum: The two sodas are very similar in chemical composition and there's little difference in taste, yet Coke maintains its market dominance. Montague and colleagues found that, both in blind taste tests and in fMRI scans of a brain region associated with taste, subjects were evenly divided in their preference for the two brands. But when Montague's subjects knew they were drinking Coke, brain centers linked to emotion and cognitive control were disproportionately stimulated--which suggested that the powerful cultural wallop of the Coke brand can override the taste buds."


¿Prometedores estudios o refugios profesionales camuflados de territorios sin explorar?Reconozco que he dudado si titular esta entrada "la parada de los monstruos". Al final ha triunfado la prudencia. Como no podía ser menos: la ignorancia es muy atrevida.

lunes, 18 de mayo de 2009

Memento

- Hola. ¿Quién?
- Buenos días. ¿René?
- Sí. ¿Quién es?
- No importa quién soy.
- ¿Cómo que no importa?
- Verás que no.
- Un momento. Quiero saber con quién estoy hablando.
- Ya lo sabrás. A su tiempo.
- No estoy para bromas. Adiós.
.........
- Hola.
- ¿Otra vez?
- Sí.
- ¿Vas a decir el nombre?
- Por ahora no.
- Entonces.
- Pero hombre, no seas esquemático.
- Chau.
.......
- Hola.
- Aquí estoy de nuevo.
- ¡Qué pesado! O pesada. No sé bien.
- ¿Y no tenés curiosidad por averiguarlo?
- Bah.
- René, no cortes esta vez. Es larga distancia.
- ¿De dónde llamas?
- De alguna parte.
- Ufa.
- Después te diré mi nombre. Te lo prometo.
- ¿Cuándo?
- Después. No seas impaciente.
- ¿Se puede saber a qué tanto misterio?
- Te conozco.
- ¿Y yo a vos?
- También, pero menos.
- ¿Desde cuándo?
- Desde hace bastante tiempo. ¿Te acordás de cuando cumpliste catorce años? El 22 de julio de 1940.
- ¿Me conoces desde entonces?
- Desde antes. Pero, ¿te acordás de ese cumpleaños?
- Yo qué sé. Nada especial, supongo. Lo habré pasado con mis viejos y mi hermana. Y amigos.
- ¿En la casa del Cordón?
- Probablemente.
- Digamos, la de la calle Magallanes 1424
.- Qué precisión. ¿Se puede saber quién sos, carajo?
- En aquel cumpleaños estuve presente. Todos jugamos al ping pong.
- Siglos que no juego. Me gusta bastante.
- Lo hacías muy bien. Tenías un ataque débil, pero en cambio una defensa formidable. Llevaba horas hacerte un tanto y vos siempre contabas con que el otro perdía la compostura, la paciencia y por último el partido.
- Jugaba con todo el mundo, un partido tras otro, como un poseído. ¿Cómo puedo recordar con quiénes jugué el 22 de julio de 1940?
- Solo lo mencioné para que tuvieras un dato de referencia y para que aguzaras la imaginación. Por lo general, cuando jugabas te ponías una camisa de diseño escocés. Creo que lo hacías simplemente por cábala.
- Cierto. ¿Ves? De eso sí me acuerdo. Quiero decir, me acuerdo ahora que lo decís. Pero lo había olvidado. Los detalles se borran.
- No tiene importancia. Quizás otros detalles más significativos también se te hayan borrado, ¿o no?
- ¿Por ejemplo?
- Por ejemplo Estela.
- ¿Qué Estela?
- Estela nomás. Para vos hubo una sola. ¿O me equivoco?
- ¿Estela Dumas?
- Claro, ¿cuál otra iba a ser?
- ¿Y vos qué sabes de Estela Dumas?
- Bueno, somos contemporáneos, ¿no es así?
- También somos contemporáneos de Brigitte Bardot.
- Sí, pero con Estela compartimos una realidad, una época.
- No me has contestado qué sabías de Estela.
- ¿Antes o después de que se casara con el ingeniero Melogno?
- Pará un poco. ¿Sos Melogno vos?
- Le erraste como a las peras.
- ¿Sos Estela entonces?
- Como a las peras y a los duraznos.
- Entonces no sé.
- ¿Pero ni siquiera podés diferenciar una voz masculina de otra femenina? Eso es grave, René.
- Tenés una voz ambigua, o por lo menos suena así. Como si hablarás a través de un pañuelo.
- ¿Aquel pañuelito blanco? Esta vez acertaste. Estoy hablando a través de un pañuelo. Un pañuelo que me pertenece y que tiene la inicial R.
- ¿Ricardo?
- Frío, frío.
- No contestaste lo de Estela.
- Hace tiempo que no sé de ella. Pero lo último que supe es que la madurez le sentaba bien. Y que Melogno la hacía feliz.
- ¿Dónde?
- En la cama, muchacho. ¿Dónde va a ser?
- Quise decir: dónde viven.
- En Salto. Tienen dos hijos. Decidme ahora: después de esta larga temporada, ¿por fin tenés claro por qué la perdiste?
- Sí, por cobardía.
- Ah.
- Pero, ¿por qué voy a hablar contigo de este tema o de cualquier otro?
- Porque tenés necesidad de hacerlo con alguien.
- Puede ser. Pero nunca con un desconocido.
- No soy un desconocido. Ya verás.
- Pero es como si lo fueras.
- ¿Así que por cobardía? ¿A tal punto Estela era un riesgo?
-Sí.
- ¿En qué sentido?
- En todo sentido. Es claro que era un riesgo maravilloso. Mirá, nada más nombrarla y ya me duelen las mandíbulas.
- ¿Las mandíbulas? Qué romántico.
- Siempre que estoy tenso o me conmuevo o me pongo furioso o me invade la ternura, me duelen las mandíbulas.
- ¿Te dolieron por ejemplo cuando el problema laboral de Ipecsa?
- Seguramente.- ¿Qué te pasó esa vez? Vos conocías los entretelones
.- Pará un poco. Sos Rafael, ¿verdad?
- Frío, frío.
- Sí, conocía los entretelones. Pero yo no era el responsable. Por tanto no tenía por qué asumir un papel que no me correspondía.
- Ésa es la explicación normal, la que está en los papeles pero, ¿y la otra?
- Pará. ¿Sos Raquel?
- No, viejo, no.
- ¿Roberto?
- Tampoco.
- ¿Qué otra explicación?
- La que te das a vos mismo. La que te diste. Porque te habrás dado alguna, ¿no?
- Conocía los entretelones pero los demás no confiaban en mí.
- ¿Por alguna razón concreta?
- No sé. Tal vez porque yo no confiaba en ellos.
- Amor a primera vista.
- Yo diría incomprensión a segunda vista. Pero nunca hay un solo culpable.
- Si tuvieras que resumir en una sola palabra tu actitud de entonces, ¿cuál elegirías?
- No hay una sola que lo incluya todo.
- Ya lo sé. Pero, ¿si tuvieras que elegir una?
- La más aproximada sería cobardía.
- ¿También era un riesgo comunicar a la gente aquellos entretelones?
- Sí, pero éste no era un riesgo maravilloso. La prueba es que ahora, al mencionarlo, no me duelen las mandíbulas.
- Tengo una duda, René. Si ya te reconociste dos veces cobarde, ¿cómo se explica que prestaras tu apartamento para aquella reunión ilegal?
- ¿Qué apartamento? ¿Cuál reunión?
- Vamos, René, no estés tan a la defensiva. No olvides que soy un especialista en tu biografía.
- No me gusta hablar de estos temas por teléfono. Y menos aún si es larga distancia.
- Indudablemente es una buena precaución. Aunque vos y yo sabemos que otras veces no has sido tan precavido.
- No sé a qué te referís.
- Seguro que sabés a qué me refiero.
- Mi palabra contra la tuya.
- Empate, pues. El partido se decidirá mediante ejecución...
- ¿Ejecución?
- De penales. ¿Acaso pensabas en otra ejecución?
- No pensaba nada.
- Sí pensabas.
- Otra vez tu palabra contra la mía.
- Llamémosle así, ya que te gusta.
- Llamémosle.
- Pero vuelvo a preguntarte: si te reconocés cobarde...
- Suena horrible.
- Digamos pusilánime, ¿te gusta más?
- Lo importante no es la palabra sino el estado de ánimo.
- Buena observación. Entonces, ¿por qué prestaste tu apartamento?
- ¿Sinceramente?
- Sinceramente.
- Te va a salir cara esta llamada.
- No te preocupes.
- Bueno, creo que lo pestré porque esa vez el riesgo era muy reducido y sin embargo servía para reivindicarme de pesadas flaquezas.
- Y no sirvió.
- No sirvió. Pero ya no vale la pena lamentarlo.
- Y está el problema del dinero.
- Me gustaría saber de qué estás hablando.
- Del poder que te dejó el tío Ignacio cuando se fue a Europa y que vos utilizaste para...
- Pará un poco. ¿Sos Renata?
- Tibio, tibio.
- Así que sos Renata.
- No. Soy René.
- ¿Tocayos? Eso sí que no me lo esperaba.
- Más o menos tocayos.
- ¿René con una "e" o con dos?
- Da lo mismo. Lo que cuenta es cómo suena. ¿Todavía no sabés si soy hombre o mujer?
- ¿René Oribe?
- Frío.
- ¿René Azuela?
- Congelado.
- ¿René? No conozco más Renés.
- ¿Estás seguro?
- Al menos, no me acuerdo.
- ¿Te duelen las mandíbulas?
- Ahora no.
- ¿Y anoche?
- Tampoco. Anoche sí me dolió el pecho. Fuerte. Muy fuerte. Hubo un instante en que creí perder la conciencia.
- Qué imprudencia. Nunca hay que extraviarla. No hay repuestos, ¿sabés?
- ¿Y no lo habrás perdido?
- Creo que no. Me sentí muy extraño.
- ¿Y ahora?
- También. Pero más lúcido, mucho más lúcido.
- Eso es bueno.
- Y además, tocayo o tocaya, quiero saber de una vez tu nombre, tu nombre completo. ¿No te parece que tengo derecho?
- Claro que tenés. Soy René Casares.
- Vamos, no jodas, René Casares soy yo.
- O sea que somos ¿cómo se dice? homónimos.
- ¡René Casares soy yo!
- No grites, por favor.
- ¡René Casares soy yo!
- Eras.

(Mario Benedetti. "Larga distancia")

Solía leer a Mario Benedetti.
Nos hemos quedado sin tácticas y sin estrategias. In memoriam

martes, 12 de mayo de 2009

lunes, 11 de mayo de 2009

Best seller

"While economists are constantly thinking about the things going on around them, they are not limited to discussing local matters" (Tim Harford)

United States of me. Reconozco que resulta difícil reprimir a la escéptica que se apodera de mí cuando escucho hablar de best-sellers económicos. Tal vez porque la ignorancia es muy atrevida y desconoce el número de ejemplares de un libro que han de venderse para ingresar en el selecto club de los superventas. Como sospecho que, en lo referente a gustos (o disgustos) librescos, la ficción supera a la realidad (que Oscar Wilde me perdone), mantengo que el umbral de ventas que hace a una publicación económica salir por la puerta grande resulta ser sensiblemente inferior al de otros géneros menos difusos. Todo es cuestión de dónde se sitúa el contador.

Por eso, me sorprendió conocer que el trabajo del que hoy quiero hablar ha engatusado a más de 400.000 lectores. Ni el propio Zapatero fue capaz de sustraerse a su embrujo; tanto es así que apareció con un volumen debajo del brazo en el debate de los Presupuestos Generales del 2008. No saquen conclusiones precipitadas, que los veo venir. En cualquier caso, estas cifras resultan de una ridiculez pasmosa cuando se comparan con las ventas de un verdadero best-seller como el famoso Código da Vinci. 80 millones de ejemplares vendidos y, lo que es peor, leídos (confieso ser una de sus lectoras, pecadillos de juventud). Por cierto, que la trilogía Millenium lleva camino de no arredrarse frente al monstruo "marrón".

El libro en cuestión se titula El economista camuflado y está firmado por Tim Harford (no se lo pierdan intentando persuadir al auditorio de que "un economista es alguien que piensa que la vida es lógica después de todo") . Si lo traigo a colación a este foro es porque en uno de sus capítulos aborda una cuestión que he explicado en mi clase de economía de 1º de Bachillerato. La teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo. Confieso que, por lo que llevo leído del libro, -me faltan unas páginas para su consumo final- coincido plenamente con la crítica de Joaquín Ricarte publicada en El País. Pero aún así, no he podido evitar caer en la tentación de citarlo en estas líneas. Espero sus comentarios. Sobre todo si se tienen por proteccionistas.

"La ventaja comparativa es la base de la manera en que los economistas piensan sobre el comercio (...)
El consejo de Ricardo se torna más polémico cuando se trata de comerciar con los chinos. "Los salarios de los chinos son tanto más bajos que los nuestros,” gritan los proteccionistas. “Pueden hacer las televisiones y los juguetes y las ropas y todas las clases de cosas mucho más barato que nosotros. Debemos proteger a nuestros productores locales con un gravamen sobre los productos chino producto-o quizás una prohibición directa.”

Y así lo hacemos. Los Estados Unidos defienden los intereses de compañías americanas (pero no de los ciudadanos americanos) bloqueando las importaciones chinas con leyes “antidumping”. El dumping, según estos leyes, supone vender productos a precios más bajos. Pero la verdad es que no se trata de dumping, sino de competencia. ¿Quién se beneficia cuando, por ejemplo, se bloquean los muebles chinos porque están deslealmente baratos? Los fabricantes de muebles estadounidenses, tal vez; ciertamente, no el americano medio que quiere comprar un mueble.

Muchos europeos, mientras tanto, no pueden acceder a los grandes televisores de alta definición porque la Unión Europea está intentando desesperadamente prevenir que entren desde China. El acero -que hoy en día, produce China en mayor cantidad que EEUU y Japón juntos- recientemente fue objeto de aranceles ilegales impuestos por EEUU. La agricultura está, incluso, más fuertemente protegida.

¿No es necesario detener lo que, de otra manera, sería una inundación de productos extranjeros baratos, bajo la cual, nuestra industria nacional se ahogaría? No, no lo es. EEUU debería producir bienes y servicios no preguntándose qué puede producir más barato que China, sino concentrándose en aquello que sabe producir mejor.

La perspicacia de Ricardo reside en que las barreras comerciales (ya se trate de subvencionar a nuestros agricultores, de normas para la industria textil o de gravámenes sobre los televisores) perjudican tanto a los chinos como a nosotros. No importa si los chinos realmente son mejores que nosotros fabricando cualquier cosa: deberían limitarse a producir todo aquello que su economía produce de una manera más eficiente. Mientras tanto, nosotros, a pesar de que (aparentemente) somos peores en todo, deberíamos limitarnos a producir aquello en somos menos malos."




domingo, 10 de mayo de 2009

Vértigo

"El vértigo es una sensación de falta de estabilidad o de situación en el espacio. El paciente siente que las cosas dan vueltas a su alrededor o que es él quien gira alrededor de las cosas. Generalmente es de carácter rotatorio y se puede acompañar de manifestaciones vegetativas" (Wikipedia, vértigo)

En ocasiones, las musas hacen de la necesidad virtud. Llevaba varios días evitando entrar en este foro que imaginaba en un estado de abandono semejante a la desoladora y cinematográfica imagen en la que el protagonista retorna a un hogar que encuentra colonizado por las malas hierbas. El insomnio me ha hecho enfrentarme a mi espacio y al demonio de la página en blanco que se escuda tras la excusa de una falta de tiempo que, aunque es el recurso más escaso, siempre se ha desvanecido ante lo interesante.


Y una no puede menos que sentir vértigo. Porque como dice la canción que escucho mientras me reconcilio con este foro, es fácil sentir vértigo por el tiempo que pasa, -que hemos pasado juntos-. Mis alumnos de 2º de Bachillerato en unos días ya no lo serán más. Probablemente yo tampoco soy la misma persona que comenzó este cuaderno que durante un periodo fue diario.

Tal vez sea el momento de pararse, tomar aire y emprender el análisis DAFO, FODA (en Latinoamérica) o SWOT al uso de este instrumento didáctico. Nuevamente, un acrónimo desembarca en el mundo de la economía de la empresa. Debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, traducción de Strengths, Weaknesses, Opportunities, Threats.


En realidad, este análisis, cuya paternidad (al decir de algunos abuelidad) se atribuye a Albert Humphrey, a la sazón investigador de la Universidad de Standford, que en los 60 acometió el proyecto de dar respuesta a la pregunta del millón, esto es, por qué los planes de grandes corporaciones habían fallado. Aunque no dio con una respuesta cerrada, llegó a utilizar una serie de herramientas de análisis y diagnosis que agrupó en el acrónimo SOFT. La premisa en la que se sustentaba el método era “What is good in the present is Satisfactory, good in the future is an Opportunity; bad in the present is a Fault and bad in the future is a Threat". El cambio de la F por la W llegó más tarde, en 1964, de la mano de Urick y Orr en 1964. La W, indudablemente más políticamente correcta que la F, sustituía los fallos o pecados por debilidades. Signo de los tiempos.

Lo cierto es que el acrónimo ha sobrepasado el campo de la prospección empresarial para adentrarse en terrenos de lo más variados. Como muestra un botón: hace un año me encontraba realizando un análisis DAFO en un trabajo relacionado con Ordenación del Territorio. Tanto es así que corre peligro de morir de éxito.

Pero antes de matar a la criatura, es de rigor explicar qué significan las iniciales que forman el acrónimo:

  • Fortalezas: son las cualidades tangibles e intangibles positivas, internas a una organización. Son controlables por la organización.
  • Debilidades: Factores que están dentro del control de una organización que merman su capacidad de lograr la meta deseada. De alguna forma, responden a la pregunta: ¿en qué áreas podría mejorar la empresa?
  • Oportunidades: Factores atractivos externos que representan razones para que una organización exista y se desarrolle. Dicho de otro forma, ¿qué oportunidades existen en el ambiente, que propulsarán a la organización?
  • Amenazas: Factores externos, más allá del control de una organización, que podrían poner la misión o la actividad de la organización en riesgo. La organización puede beneficiarse de ellos elaborando planes de contingencia para tratarlos si ocurren, e, incluso, ha de tener la habilidad para conseguir que lleguen a convertirse en oportunidades. Ha de clasificarlos por su “seriedad” y la “probabilidad" de la ocurrencia.
Hasta aquí. He desbrozado mi terruño de las malas hierbas que lo poblaban y que amenazaban con convertirlo en una selva. Una forma como otra cualquiera de domesticar el vértigo. Mientras, todo sigue girando.