lunes, 26 de marzo de 2012

Sostiene Pereira

"La filosofía parece ocuparse de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y la literatura parece ocuparse sólo de fantasías, pero quizá diga la verdad"

"Pues bien, dijo el doctor Cardoso, creer que somos "uno" que tiene existencia por sí mismo, desligado de la inconmensurable pluralidad de los propios yoes, representa una ilusión (...) lo que llamamos la norma, o nuestro ser, o la normalidad, es sólo un resultado, no una premisa, y depende del control de un yo hegemónico que se ha impuesto en la confederación de nuestras almas"
(Sostiene Pereira. Antonio Tabucchi)

Sostiene alguien que conoció a Pereira hace muchos años, cuando Lisboa sólo formaba parte de una educación sentimental más literaria que literal. Hoy, una instantánea de esa fantástica ciudad, en la que lo literal supera incluso a lo literario, preside el umbral de este blog que hoy es más literario que filosófico y más filosófico que económico.

Sostiene también que el inefable escritor de necrológicas, amigo de las omelettes a las finas hierbas; el feo, católico -aunque perplejo ante la posibilidad de considerar la personalidad como una suerte de confederación de almas- y sentimental amigo de Monteiro Rossi y su novia Marta la cautivó desde su primera aparición en esa magnífica jornada veraniega, soleada y airada.

Sostiene que tal vez con la muerte de Tabucchi ha muerto, asimismo, al menos una provincia de su propia confederación de almas, aquella cuya capital era, sin duda, Lisboa. Descanse en paz Antonio Tabucchi.

sábado, 10 de marzo de 2012

El objetivo

"He venido a Kumasi sin objetivo alguno. Por lo general se cree que tener un objetivo marcado es algo bueno: que la persona sabe lo que quiere y lo que persigue; por otra parte, sin embargo, tal situación le impone unas anteojeras, como las de los caballos: ve única y exclusivamente su objetivo y nada más. Y ocurre, por el contrario, que lo que está más allá, lo que sale del límite impuesto en amplitud y profundidad puede resultar mucho más interesante e importante. A fin de cuentas, entrar en un mundo diferente significa penetrar en un misterio, y ese misterio puede guardar muchos laberintos y recovecos, ¡tantos enigmas e incógnitas!" (Ryszard Kapuszinski.Ébano)


Pocos libros de viajes emocionan tanto al lector como los de Ryszard Kapuszinki. Y lo hacen porque en ellos están presentes la alegría del descubrimiento y las revelaciones del azar. Me gusta esa idea de viajar sin objetivos, ni anteojeras prestándose gustosamente a las maniobras de un destino tan abierto como la propia ruta. Sin duda, se trata de una hermosa metáfora vital, que choca inevitablemente contra el muro de nuestras mentes empeñadas en marcarse metas, objetivos, puntos de llegada o como quiera llamarse a esa suerte de domesticación del futuro. Porque la meta es la razón de la carrera; el objetivo del plan y el plan es el puente que une el presente y lo que está por llegar, por alcanzarse.

La empresa, en este sentido, no es una excepción a ese afán planificador netamente humano. Cuando hablaba con mis alumnos de 2º de Bachillerato de las funciones que ha de desempeñar un directivo en una organización, enumeraba las cuatro siguientes: planificación, organización, gestión y control. Pues bien, la planificación tiene que ver con el establecimiento de objetivos, en la medida en que éstos constituyen el resultado final que se espera alcanzar con el plan. Y para muestra varios botones: la obtención de beneficios, el crecimiento de la empresa a través del aumento del volumen de ventas y de la cuota de mercado, la eficiencia, el valor de las acciones de la empresa, el servicio al cliente, conforman el habitual elenco de objetivos empresariales.

Unos objetivos bien definidos permiten a los directivos establecer prioridades; lo que en términos de Kapuszinski podría expresarse como ponerse las anteojeras. La literatura al uso señala que para ser eficaces los objetivos deben cumplir varios requisitos:
1. Ser establecidos en términos específicos y cuantificables y limitados a un período de tiempo.
2. Suponer un reto, pero ser realistas, o sea, que sean alcanzables
3. Estar muy apoyados por los superiore
4. Ser capaces de generar entusiasmo en los subordinados
5. Ser puestos por escrito y comunicados a todos los subordinados involucrados en su consecución

Pero, ¿qué ocurre cuando una organización no "se presta gustosamente a las maniobras de un destino tan abierto como la propia ruta" y, es, por consiguiente incapaz de alcanzar sus objetivos? La respuesta está en el couching. To be continued.

domingo, 4 de marzo de 2012

Amores informales

"-¿Cuál es tu método para calcular la probabilidad de los encuentros entre las personas?
-¿Tú conoces algún método?
-No. Y lo lamento -dije- Es curioso, pero la vida humana nunca ha sido sometida a investigación matemática. Fíjate por ejemplo en el tiempo. Desearía que existiese un método experimental que mediante electrodos fijos a la cabeza de la gente investigase el porcentaje de vida que el hombre dedica al presente, el que dedica a los recuerdos y el que dedica al futuro. Así conoceríamos quién es realmente el hombre en relación con el tiempo. Qué es el tiempo humano. Y seguro que podríamos determinar tres tipos básicos de hombre, según la forma de tiempo dominante para él. Y para volver a las casualidades ¿acaso podemos decir algo en serio sobre la casualidad en la vida sin una investigación matemática? Pero lamentablemente la matemática existencial no existe"
Milan Kundera. La inmortalidad

Lamentablemente la matemática existencial no existe y dos más dos pueden superar al cuatro, y es aquí donde la organización de empresas se revela como una disciplina netamente humana. Abordaba hoy con mis alumnos de 2º de Bachillerato la cuestión de la organización formal y de su hermana respondona: la organización informal.
Hablar de organización formal es hablar de planes previos, de estructuras creadas ad hoc y, en última instancia, de racionalidad. De esta manera, la organización formal de la empresa resulta ser el correlato del orden, la aplicación de principios y el pragmatismo entendido como inteligencia práctica. La organización formal es incluso representable en un organigrama: constructo que presenta a la empresa como un todo ordenado, en el que cada cual tiene su lugar y su función.
Por contra, hablar de organización informal es hablar del ser humano y de sus pulsiones; de reacciones espontáneas y casi irracionales a la comunicación de sentimientos como son la simpatía o la antipatía. Tal vez el correlato práctico de la organización informal venga dado por la máquina del café; espacio humano par excellence en las organizaciones.

En resumen: organización y espontaneidad. Inteligencia y sentimientos. Formal e informal. La utilización de conjunciones copulativas y no disyuntivas no es casual. No es posible renunciar a lo informal; de ahí que, ejercer correctamente la función de organizar pasa inevitablemente por admitir que lo espontáneo existe: si no puedes con el enemigo únete a él. El vídeo que hoy propongo representa una parodia de esta dicotomía: no se puede controlar lo incontrolable. La matemática existencial no existe, ¿lamentablemente?