domingo, 23 de mayo de 2010

Titanic

«No poseemos ninguna base firme absoluta desde la que levantar las ciencias. Nuestra verdadera situación es como si estuviéramos a bordo de un barco en mar abierto y tuviésemos que cambiar distintas partes del barco durante el viaje" (Otto Neurath

Tras una larga ausencia que no voy a esforzarme en justificar, vuelvo al barco. Aunque, en realidad, nunca lo abandoné. Presentaba Otto Neurath, filósofo positivista del llamado Círculo de Viena, una bella metáfora que, en mi interpretación (más allá de la reconstrucción de la filosofía), aludía a la imposibilidad del ser humano de sustraerse a sus propias coordenadas o, incluso, de tomar distancia. Vanitas vanitatis. Tal vez la realidad económica se encuentre en esa tesitura: es necesario arreglar el barco en alta mar y las decisiones que se tomen pueden comprometer seriamente la supervivencia de quienes se encuentran a bordo.
Tal vez sea ésta una prueba poderosa de que la economía es una ciencia humana, demasiado humana.

Este foro sigue teniendo una vocación pedagógica: mis alumnos han de saber que las medidas aprobadas mediante
Real Decreto Ley el 20 de mayo con el objetivo de reducir a final de año el déficit público de un 7,5% del PIB al 6% son las siguientes:
  • Reducción media de un 5 por 100 de los salarios públicos
  • Suspensión de la revalorización de las pensiones en 2011
  • Suspensión del régimen transitorio de la jubilación parcial
  • Eliminación de la retroactividad en prestaciones por dependencia
  • Eliminación del “ cheque-bebé ”
  • Recorte del gasto farmacéutico
  • Acuerdo de no disponibilidad y plan de revisión

¿Son todas las que están y/o están todas las que son? Ésa, sin duda, es otra historia, cuyos capítulos intentaré desgranar en futuras entradas. Sólo queda esperar que su final no resulte semejante al del Titanic.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas tardes Begoña,
Sin duda acertada la metáfora del señor Neurath aunque lo que no tengo tan claro es el acierto del gobierno al arreglar las piezas de nuestro barco.
A priori lo cierto que parece que estas medidas pueden ayudar a paliar, en mayor o menor grado, el déficit español, sin embargo entiendo la controversia que esto está trayendo tras de sí. Y la entiendo porque en una crisis como la que estamos el poder adquisitivo de los ciudadanos de a pie es cada vez menor y creo que estas medidas agravan, aún más si cabe, la situación de determinados sectores como los pensionistas o funcionarios.
Por lo tanto teniendo en cuenta que para salir de una crisis económica uno de los factores más determinantes es el consumo me parece que estas medidas lo restringen lejos de incentivarlo, si bien es cierto que han de ayudar a España con su déficit.
Un saludo,
Óscar Sádaba.

Anónimo dijo...

Buenas tardes Begoña.
Leí esta entrada hace varios días y no sabia muy bien como expresar mi opinión, así que lo deje pasar.
Sin embargo, hoy he recibido una cadena de correo electrónico- que normalmente suelo ignorar, pero esta vez me he decidido a leer- con un relato acerca del tema, que me ha llamado la atención. Y es que tiene un tono humorístico, pero no por ello poco realista.
Decía asi:

“Se solicitó a un prestigioso asesor financiero que explicara esta
crisis de una forma sencilla, para que la gente de a pie entienda sus
causas.

Este fue su relato:

Un señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y
ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran.

Buena parte de la población le vendió sus animales.

Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito,
y otro tanto de la población vendió los suyos.

Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los
últimos burros.
Al ver que no había más animales, ofreció 500 euros por cada burrito,
dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se
marchó.

Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la
misma aldea para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno.

Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos
compraron sus burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió
prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca.

Como era de esperar, este ayudante desapareció, igual que el señor, y
nunca más aparecieron.

Resultado:

La aldea quedó llena de burros y endeudados.

Hasta aquí lo que contó el asesor. Veamos lo que pasó después:

Los que habían pedido prestado, al no vender los burros, no pudieron
pagar el préstamo.

Quienes habían prestado dinero se quejaron al ayuntamiento diciendo
que si no cobraban, se arruinarían ellos; entonces no podrían seguir
prestando y se arruinaría todo el pueblo.

Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar
dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los
propios prestamistas. Pero estos, ya cobrada gran parte del dinero, sin
embargo, no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual
de endeudado.

El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó
también endeudado.
Entonces pide dinero a otros ayuntamientos; pero estos le dicen que
no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar
después lo que le presten.

El resultado:
Los listos del principio, forrados.
Los prestamistas, con sus ganancias resueltas y un montón de
gente a la que seguirán cobrando lo que les prestaron más los
intereses, incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que
nunca llegarán a cubrir toda la deuda.
Mucha gente arruinada y sin burro para toda la vida.
El Ayuntamiento igualmente arruinado.

Resultado¿ final?:
Para solucionar todo esto y salvar a todo el pueblo, el Ayuntamiento
bajó el sueldo a sus funcionarios”


Un saludo
Laura Quesada