lunes, 26 de abril de 2010

Historias mínimas.

"Ser natural es la más difícil de las poses" (Oscar Wilde)

Siempre resulta estimulante preguntarse por lo obvio, o por lo que se supone que ha alcanzado el status de natural. Tal vez porque paradójicamente lo menos natural sea lo que se disfraza de tal. El ciudadano español goza de las prevendas que le concede el Estado de Bienestar como si éstas perteneciesen al campo de la axiomática del derecho natural. "Tengo derecho a asistencia médica, a una educación gratuita y de calidad, a recibir un subsidio de desempleo en el caso de perder mi ocupación, a cobrar una pensión de jubilación que me permita vivir sin estrecheces, a disfrutar de una adecuada red de carreteras y de suministros de los servicios básicos, etc, etc". Y ciertamente, ese derecho debe su precaria, demasiado precaria, ay, existencia a la de una entidad que en su día y en el nuestro necesita justificación.

¿Por qué el sector público ha de intervenir en la economía? ¿Cuáles son las razones que justifican que el Estado posea una capacidad de coerción que le habilite para recaudar parte de lo que el ciudadano ha ganado con el sudor de su frente (es un decir)?

Tradicionalmente se han utilizado razones que aluden a los fallos de mercado: externalidades, escasa provisión de bienes públicos y existencia de monopolios, entre otras. Todas ellas comparten la característica de que suponen una merma para la eficiencia del sistema. Ahora bien, ¿cabría poner sobre la mesa otro tipo de razones? ¿Qué hay de la equidad?

Si el marxismo responde afirmativamente y sin matices, en las antípodas puede hallarse la reflexión de Robert Nozick, verdadero santo laico del liberalismo actual. Nozick, no demasiado conocido en nuestro país, en su libro Anarquía, Estado y Utopía defiende lo que él denomina un estado mínimo entendido como "un Estado limitado a las funciones de protección contra la violencia, el robo, el fraude, la violación de contratos y otros parecidos, es justificable; cualquier otro Estado más grande violaría el derecho de las personas a no ser forzadas a hacer ciertas cosas y es injustificable; y que el Estado mínimo es inspirador así como correcto. Dos implicaciones dignas de notarse son que el Estado no debe usar su aparato coercitivo con el propósito de lograr que algunos ciudadanos ayuden a otros, o para prohibirle a las personas actividades en su propio beneficio o protección".

Esta concepción no está muy alejada de la de Ayn Rand, quien sostiene "las funciones naturales de un gobierno se dividen en tres grandes categorías, todas ellas relacionadas con la violencia y la protección de los derechos del individuo: la policía, para proteger a los hombres de los criminales - las fuerzas armadas, para proteger a los hombres de invasores foráneos - los tribunales para solucionar disputas entre los hombres de acuerdo a leyes objetivas".

No quiero alargar la discusión. Pero no me resisto a declararme contraria a la anorexia en todas sus versiones. En otro momento explicaré por qué. Para ello invocaré a mi santo particular, John Rawls. Qué se le va a hacer: soy más de máximos que de mínimos. Incluso en las historias.

miércoles, 21 de abril de 2010

Supersize me

"Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo" (Arquímedes de Siracusa)



Pasear por Siracusa una tarde de verano constituye, sin duda, un punto de apoyo consistente desde el que mover el mundo. Cada cual atesora su catálogo de imágenes. Por sus referencias los conoceréis. En el interesante documental, Supersize me, en el que un periodista decide acometer el reto de sobrevivir durante un mes con la única ayuda de Mcproductos, puede contemplarse una de las escenas más impactantes de lo que yo llamo terror psicológico. Si no me creen, dediquen unos minutos de su ocupada vida a escuchar las respuestas de estos tiernos infantes y saquen sus propias conclusiones.







Tópico habemus, pensarán algunos y quizá no carezcan de razón. Pero las superficies trilladas poseen su atractivo y por eso, a veces, resulta agradable organizar un picnic en ellas. En esas me encuentro. Ostenta la categoría de lugar común hablar de la Mcdonalización del mundo: imagen desolada del fenómeno de la globalización. El planeta alimentado a base de Mcmenús. Pero tal vez no sea tan conocida la existencia de un índice denominado Big Mac. El nuevo metro de platino iridiado con el que medir el mundo, lanzado por el semanario británicoThe Economist hace unos años. Como señala la wikipedia, "es un índice elaborado a partir de una investigación no científica, que permite comparar el poder adquisitivo de distintos países donde se vende la hamburguesa Big Mac de McDonald´s. Consiste en comparar lo que cuesta una hamburguesa Big Mac, la más famosa de la cadena McDonald's de restaurantes, en todos los países donde se elabora para, de esta manera, poder comparar los costes de vida en cada país y saber si las monedas están sobrevaloradas con respecto al dólar estadounidense".

Pero no acaban aquí las virtudes de la referencia. El banco de inversión suizo UBS realizó un estudio el año pasado en el que mostraba cuánto tiempo costaba en diferentes países ganar el dinero suficiente con el que adquirir el preciado manjar. Ríanse del Índice de Desarrollo Humano. Ya lo vaticinó Arquímedes.


lunes, 12 de abril de 2010

Más dura será la caída

"Al hombre que cabalga largamente por tierras agrestes le asalta el deseo de una ciudad" (Italo Calvino, Las ciudades invisibles)

Los electrocardiogramas planos resultan, para quienes aún habitamos o esquilmamos este planeta, qui sait, una horrible posibilidad. Aunque la vida, en ocasiones, esté surcada de falsas planicies, las cimas y los valles constituyen su esencia. Y también conforman el transcurso del año escolar. Si hace apenas una semana mis alumnos y yo disfrutábamos un pico, -en mi cumbre yo leía el libro que más me ha impactado en mucho tiempo, Nunca me abandones (no pinchar si se piensa leer)- hoy nuestras coordenadas se encuentran próximas a un abismo del que será imposible escapar completamente hasta bien pasado junio. Más dura será la caída, aseguraba el título de la última película de Humphrey Bogart.



Que no cunda el pánico ni el pesimismo. Sigo hablando de dinero. Al menos, con mis alumnos de 1º de Bachillerato. Tal vez con la sola intención de tocar fondo -a partir del que todo lo que se vislumbra son subidas- voy a atreverme con uno de los temas más áridos de la teoría económica: me estoy refiriendo a la oferta monetaria. Como siempre, la higiene intelectual requiere la definición del término que se ha de definir, por eso, comenzaré señalando que en términos clásicos se entiende por 'oferta monetaria' la cantidad de dinero que circula en una economía, o, dicho de otro modo, la suma del efectivo en manos del público (billetes y monedas) y los depósitos bancarios.



Ahora bien, tal definición remite a la clarificación de un concepto previo, que no es otro que el de depósito bancario. Como dicha cuestión ya fue abordada en su día, baste en este momento con señalar que esta diversidad es la que justifica que en los manuales al uso al hablar de oferta monetaria se distingan varias tipologías, que usualmente reciben el nombre de agregados monetarios. Al igual que cualquier categorización, la que sigue encuentra su justificación en la utilidad que proporciona a las autoridades monetarias.

  • El agregado M1 tiene sólo en cuenta el dinero efectivo más los depósitos a la vista.
  • La oferta monetaria en sentido amplio o M2 se calcula tras añadir a M1 los depósitos de ahorro.

  • Disponibilidades líquidas o M3. Resulta de añadir a M2 otros activos líquidos (depósitos a plazo, cesiones temporales de activos, participaciones de activos, depósitos en moneda extranjera y empréstitos, así como pasivos emitidos por el ICO y entidades de ámbito operativo limitado) . Es el concepto de oferta monetaria más utilizado.

  • Los activos líquidos en manos del público (ALP) o M4.

Así la definición de oferta monetaria dista mucho de ser estática o de presentar un electrocardiongrama plano. Todo lo contrario: se trata, sin duda, de un concepto en plena revisión, en la medida en que depende de la inclusión o no de nuevos activos financieros.

Mañana será otro día. La caída será menos dura.